Desde el pasado mes de octubre, se ha desatado una crisis diplomática entre los países del Golfo Pérsico y El Líbano, después de que el exministro de Información de este último país, George Kordahi, cuando aun no ocupaba el cargo, exigió poner fin a la guerra de Yemen, describiendo como “inútil” la contienda bélica de casi siete años impuesta por Arabia Saudí y sus aliados contra Yemen.
En reacción, Riad expulsó al embajador libanés, Fawzi Kabara, y prohibió todas las importaciones de El Líbano, así como el viaje de los ciudadanos saudíes al territorio libanés. Y, posteriormente, los Emiratos Árabes Unidos (EAU), Baréin y Kuwait tomaron medidas similares y la disputa continúa pese a que Kordahi ya ha dimitido.
El sábado, el ministro de Exteriores libanés, Abdulá Bou Habib, partió hacia Kuwait para dar una respuesta a una lista de términos que habían ofrecido los Estados árabes litorales del Golfo Pérsico para descongelar sus relaciones con Beirut.
En declaraciones ofrecidas a la cadena catarí Al-Jazeera antes de abandonar El Líbano y aparentemente rechazando dichas demandas, Bou Habib aseguró que Beirut no va a “entregar las armas de Hezbolá”. “No voy a acabar con la existencia de Hezbolá, está fuera de discusión en El Líbano. Vamos por el diálogo”, agregó.
El jefe de la Diplomacia libanesa también prometió que el Beirut no sería “una plataforma de lanzamiento para actividades que violen a los países árabes”.
En otro posicionamiento hostil contra El Líbano, el rey saudí, Salman bin Abdulaziz Al Saud, llamó terrorista a Hezbolá, medida que provocó una ola de críticas y rechazos en El Líbano.
La disputa liderada por Riad con Beirut se ha sumado a las dificultades que vive El Líbano mientras lucha con una crisis económicas y social.
Hezbolá acusa a Riad de interferir descaradamente en los asuntos propios de El Líbano y pide a la monarquía saudí que deje de infligir daños e intimidar a los países de la región.
Fuente: Al Mayadeen