Servir a la gente es uno de los actos más valiosos ante Dios y en el Islam garantiza una recompensa en el más allá. Uno de los puntos fuertes de la ética islámica es prestar atención a las necesidades de los demás, ayudarlos, servirlos, hacer buenas obras y cooperar con los demás.
Siempre que cumpla con dos condiciones, a saber, la pureza de intención y la sinceridad, el servicio a las personas se considera entre los actos de adoración y Dios ha prometido grandes recompensas para quienes lo hagan.
En el versículo 128 de Surah At-Tawba leemos:
Os ha venido un Enviado salido de vosotros. Le duele que sufráis, anhela vuestro bien. Con los creyentes es manso, misericordioso. (128)
Según los criterios islámicos, servir y ayudar a las personas es un arte que no cualquiera puede realizar. Por eso muchos actos de ayudar y servir terminan sin resultado.
El aspecto más destacado de la adoración es servir a las personas y satisfacer sus necesidades. En las enseñanzas religiosas, servir a las personas se considera una responsabilidad de todo musulmán y se encuentra entre los principales planes de los profetas de Dios y la base de la ética religiosa.
Uno no debe permanecer indiferente a las necesidades y problemas de los demás.
Tener la oportunidad de ayudar a los demás es una bendición divina que se otorga a quienes buscan la complacencia y la seguridad de Dios en el Día de la Resurrección.