Roberto Chambi Calle[1]
Casi 36 días de paro en el Departamento de Santa Cruz en Bolivia, han dejado pérdidas millonarias no solo para esta región sino para el país, donde los pobres fueron los más golpeados, masacrados y asesinados (4 fallecidos) por los grupos paramilitares; Unión Juvenil Cruceñista y los rotonderos , quienes en un actitud racial intolerante de odio extremo bajo la capa de las logias, la gobernación y el Comité Cívico, nuevamente intentaron bajar de un plumazo al gobierno Constitucional de Luis Arce Catacora.
El golpe de estado que propinaron el 2019 contra el 1er Presidente Indígena del Estado Plurinacional Evo Morales Ayma, quiso ser repetido, al haber fracasado hoy se repliegan en un cuarto intermedio oprobioso, peor aun cuando sostenían desde el inicio de sus protestas: “¡Censo 2023, si o si!”, hoy ante su humillante derrota, dicen Censo 2024…propuesta que siempre fue sostenida por el gobierno, ¿Entonces cuál fue el sentido de su paro cívico si el censo se hará el 2024?
El cinismo de la ultraderecha fascistizada por enésima vez, ha demostrado que el único afán que tiene es tumbar el estado de derecho para que ellos hagan la toma del poder, y así nuevamente convertir a Bolivia en una más de sus empresas, y que desde allí puedan seguir enriqueciéndose a costa de los recursos del país, en donde la población tan solo sería un instrumento periférico.
El fracaso de las elites cruceñas ha evidenciado su verdadero rostro; fascista, clasista, discriminador odiador e intolerante con el resto de los bolivianos, quienes al migrar a esta región han aportado y aportan con su fuerza laboral, y que por no estar de acuerdo con los “señores feudales” (Camacho, Calvo y todo su séquito), no se permitían pasar de un punto a otro a ciudadanos con cáncer, enfermedades renales y ambulancias, recibiendo como única respuesta (no obstante de haberles mostrado diagnósticos médicos o a los enfermos mismos dentro de las ambulancias) garrotazos, batazos y chicotazos, ya que estos “collas e mierda” no merecían estar en sus tierras, pues son “mal agradecidos con quién les da de comer” cual si fueran extranjeros en su propio país, peor aun cuando esta región fue sostenida desde la época de la independencia de Bolivia por la minería de los departamentos occidentales y fundamentalmente la Plata del cerro rico de Potosí: ¿Entonces quiénes son los mal agradecidos?
Estas acciones violentas han sido practicadas por la mayoría de estos individuos quienes tienen la típica mentalidad nazi, supremacista blanca y autoritaria barbárica lejos de cualquier esfera de los Derechos Humanos y las leyes nacionales e internacionales de carácter humanitario.
Antes de la fundación del Estado Plurinacional (iniciado desde el 2006 y consolidado el 2009), en Bolivia estaba vigente la República, las prácticas clasistas y discriminatorias de esa época hasta el día de hoy, no quieren ser dejadas ni mucho menos olvidadas, la actitud de odio e intolerancia creada en el caldo de cultivo de las logias orientales, quieren ser la constante para que se siga sometiendo a los pueblos y naciones originarias; que estos sigan siendo choferes, zapateros, gremiales, campesinos, jardineros o albañiles.
Los celofanes de su amabilidad (hospitalidad…) se caen cuando les dicen a los bolivianos que vienen del occidente —La Paz, Oruro, Cochabamba o Potosí— “raza maldita”, a tal grado llega su intolerancia que por esta razón vociferan federalismo, palabra que es un glasé a su verdadera intención que es separatismo por ende el cercenamiento de Bolivia.
Aquella república monocultural antes del 2006, anulaba los derechos de las naciones originarias de Bolivia, pues desde sus inicios el país ha sido manejado por las logias, quienes a lo largo de más de 181 años han gobernado y favorecido a sus seguidores, por ello no es sorprendente —por citar un ínfimo ejemplo— que Zoilo Flores (el apóstol de la masonería) sea uno de los semilleros de estos clanes que serían más adelante el andamio de las logias cruceñas como los “Toborochis” o los “Caballeros del Oriente”, analizados detalladamente por Reymi Ferreyra en su libro “Las logias en Santa Cruz”.
En esa línea, el verdadero pueblo boliviano debe reaprender las lecciones del pasado. Durante muchos años han sido sometidos a los intereses de pequeños grupos de poder quienes tienen la maña ayudados por su poder económico y fundamentalmente por sus aparatos mediáticos (Unitel, Red Uno, periódicos el Deber, Opinión o Pagina Siete) de permear el pensamiento de que el gobierno de los movimientos sociales; el gobierno del pueblo es un “régimen”, es “una dictadura” siendo ello su guión de siempre para hacerse del poder y someter, en tal sentido los bolivianos y en especial los lideres de los movimientos sociales deben tener la suficiente habilidad, responsabilidad y madurez para; primero buscar la unidad frente a las arremetidas de la extrema y ultra derecha, segundo, cerrar filas evitando exponer los temas internos en los escenarios que no corresponden, y tercero; no pactar con traidores que obedecen a estos grupos desestabilizadores como CREEMOS de Fernando Camacho y Comunidad Ciudadana de Carlos Mesa, de no tener conciencia y convicción revolucionaria de ello con seguridad que el pueblo boliviano será cercenado y dividido, volviendo a ser el sirviente sumiso y callado de estas élites, quienes por ahora solo están arrinconadas, pues sus garras siempre están al acecho.
Por Roberto Chambi Calle
[1] Jurista y analista en RRRII