Aún no se conoce el número exacto de muertos en el devastador ataque al hospital árabe Al-Ahli en Gaza, y algunos informes lo sitúan en más de 1.000. Fue una masacre, según testigos presenciales.

A pesar de los intentos del régimen israelí de echarle la culpa a los grupos de resistencia palestinos con base en Gaza, Hamás y Jihad Islámica, en ese orden, la evidencia sugiere que fue obra del régimen.

Hamás dijo que el ataque mató en su mayoría a desplazados internos que se habían refugiado en el hospital, considerándolo seguro en medio del bombardeo aéreo indiscriminado israelí que hasta ahora se ha cobrado la vida de 3.300 personas en la Franja de Gaza.

El hecho de que el atentado con bomba en el hospital se produjera horas antes de que Biden aterrizara en el aeropuerto de Tel Aviv es revelador.

Biden ha defendido de manera inequívoca y descarada el genocidio en curso del régimen israelí en la costa de la Franja de Gaza, amplificando incluso afirmaciones sin fundamento que fueron negadas por los propios funcionarios israelíes.

Dijo que había visto el vídeo en el que niños israelíes eran “decapitados” por combatientes de Hamas, repitiendo como un loro la mentira iniciada por un periodista israelí y luego repetida por el portavoz del primer ministro del régimen israelí, Benjamín Netanyahu, en un programa en vivo transmitido por la cadena de noticias CNN.

Al final se demostró que la afirmación era un engaño, pero el presidente estadounidense no se molestó en ofrecer una disculpa.

En una conferencia de prensa conjunta con Netanyahu en Tel Aviv el miércoles, Biden dijo que Washington proporcionaría al asediado régimen todo lo que necesitara para “defenderse” mientras repetía otra cruda mentira israelí de que el ataque al hospital fue causado por un cohete palestino fallido.

El presidente estadounidense comparó al grupo de resistencia Hamás con Daesh y describió la operación 'Tormenta Al-Aqsa' (también llamada Inundación Al-Aqsa) del grupo en las primeras horas de la mañana del sábado de la semana pasada como "masacre".

 “Según lo que he visto, parece que fue usted, no usted. Pero hay mucha gente que no está segura, así que tenemos que superar muchas cosas”, le dijo Biden a Netanyahu, dándole el visto bueno.

Las afirmaciones infundadas de Biden se produjeron después de que el portavoz militar israelí, Daniel Hagari, mostrara imágenes y afirmara que el propulsor del cohete se había encendido y provocado la explosión.

El hecho de que Netanyahu ordenara el ataque mortal horas antes de la llegada de Biden y finalmente obtuviera el visto bueno del presidente de Estados Unidos muestra que el crimen de guerra se llevó a cabo con el respaldo de Washington.

El bombardeo de hospitales y otras instalaciones civiles no es un concepto ajeno a los propios belicistas estadounidenses. Lo han hecho en múltiples países, incluidos Afganistán e Irak, durante décadas.

El aniversario del bombardeo del Centro de Traumatología de Kunduz en la provincia de Kunduz, en el norte de Afganistán, el 3 de octubre de 2015 (incluida su unidad de cuidados intensivos, salas de emergencia, laboratorio, unidad de rayos X, departamento ambulatorio, sala de salud mental y fisioterapia) se celebró apenas dos semanas. atrás.

Al menos 42 personas, entre pacientes, personal y cuidadores, murieron en el devastador ataque llevado a cabo por un helicóptero de combate estadounidense, que marcó uno de los capítulos más mortíferos de los 20 años de guerra.

El hospital estaba gestionado por Médicos Sin Fronteras (Médecins Sans Frontières) y lo único que hicieron los estadounidenses fue “pedir disculpas” a MSF. Las víctimas y sus familias nunca recibieron justicia.

Según testigos presenciales, el helicóptero de combate estadounidense AC-130 Hércules disparó 211 proyectiles contra el edificio principal del hospital, donde los pacientes afganos dormían en sus camas o eran operados en el quirófano.

El entonces comandante estadounidense en Afganistán, John F. Campbell, admitió más tarde que el hospital fue “atacado por error”, sin la más mínima muestra de remordimiento y sin ninguna promesa de justicia y rendición de cuentas.

Los estadounidenses también destruyeron hospitales en Irak durante años de ocupación militar del país árabe.

En abril de 2003, aviones estadounidenses atacaron un hospital de maternidad de la Media Luna Roja en Bagdad, matando a varias personas. El hospital Al-Mansour, de 56 habitaciones, fue el primer centro de salud del IRCS en el país devastado por la guerra.

La lista de hospitales y otras instalaciones públicas bombardeadas por las fuerzas estadounidenses, así como por sus homólogos británicos, es bastante larga. Los sionistas han seguido el mismo modelo para infundir miedo a los palestinos.

Sin embargo, estas fórmulas están condenadas al fracaso. Fracasaron en Afganistán e Irak y ahora están fracasando en Palestina. El bombardeo al hospital del martes por la noche no ha hecho más que galvanizar la resistencia palestina.

También ha expuesto la profunda alianza entre sionistas y estadounidenses y cómo se han respaldado mutuamente durante años los horrendos crímenes de guerra de cada uno, incluido el bombardeo de hospitales y el asesinato de civiles.

El derecho internacional es claro sobre los atentados con bombas en hospitales. El Cuarto Convenio de Ginebra sobre la protección de personas civiles durante la guerra prohíbe atacar a civiles, especialmente en escuelas y hospitales.

Pero, como todos sabemos, el derecho internacional no se aplica a entidades sin ley.

Adil Hameed es un escritor y activista afgano que actualmente reside en el Reino Unido.

Fuente: Presstv