Para Israel, el día después sólo agravará los problemas del actual Primer Ministro chauvinista Benjamín Netanyahu y bien podría acelerar su largamente buscada caída del poder, multiplicando aún más sus problemas legales. Muchos israelíes lo acusan de no ser apto como líder y quieren que se vaya. Ya ha sido amenazado con una pena de cárcel debido a los casos en su contra. Sus índices de aprobación se han desplomado a menos del 30 por ciento. Netanyahu llegó al poder prometiendo a los israelíes más seguridad y liberando a los colonos armados para apoderarse de más tierras palestinas. Pero, un año después de su regreso al poder, no logró ofrecer ningún tipo de seguridad, como lo demostró la Operación Inundación de Al-Aqsa.

Después de un mes de masacrar a los habitantes de Gaza, matando a más de 10.000 civiles, incluidos más de 4.000 niños, Netanyahu aún no ha ofrecido ningún plan serio y claro para el día siguiente en la Franja de Gaza. La actual sangrienta campaña terminará algún día, por mucho que sea necesario y por muchos miles más de civiles palestinos que mueran.

El gabinete de guerra israelí ya está dividido sobre la cuestión de qué hacer con la superpoblada franja de tierra donde una vez Israel tuvo el control directo.

Los belicistas más halcones prefieren seguir el libro de texto colonial, lo que significa volver a ocupar toda la Franja de Gaza o incluso anexarla por completo, un enfoque que ya se ha probado y ha fracasado. Otros piensan que ni Hamas ni Israel deberían gobernar la región, lo que significaría heredar un terreno baldío que sólo servirá para crear más Hamas, incluso si el actual es “borrado de la faz de la tierra”, como ha sido el objetivo declarado del guerra actual: muchos funcionarios israelíes, incluido Netanyahu, han estado repitiendo este lema como único objetivo de la guerra.

Por su parte, el Primer Ministro ofreció al mundo una idea de su pensamiento en una entrevista con ABC, en la que dijo que Israel tendrá “responsabilidad general de la seguridad en Gaza por un período indefinido”. Pero al igual que cuando anunció por primera vez los objetivos de la guerra, Netanyahu no explicó lo que eso significa en realidad.

¿Cómo podría Israel estar completamente a cargo de la seguridad en la tierra baldía de la Franja de Gaza sin estar a cargo de los asuntos diarios de los sobrevivientes del ataque? Es como el objetivo de guerra mal definido de acabar para siempre con Hamás, pero ¿a qué precio? Hamás sigue siendo el ejército “ fantasma ” que siempre ha sido y erradicarlo es más fácil decirlo que hacerlo.

Estar a cargo de la seguridad significa, entre otras cosas, la presencia física de las agencias de seguridad israelíes en el terreno, vigilando cada aspecto de la vida de los habitantes de Gaza, cada minuto de cada día, las veinticuatro horas del día. Semejante enfoque también significará que Israel se verá responsable, y legalmente obligado como ocupante, a inmiscuirse en la arruinada economía de la Franja de Gaza, ya que se necesitará más desempleo, más reconstrucción y más administración civil. Esta política conducirá, esencialmente, a una mayor interacción israelí con la vida cotidiana, lo que, eventualmente, conducirá a un control mayor y más amplio.

Esta es una repetición de la misma vieja historia y un completo déjà vu que terminó en una serie de desastres para los habitantes de Gaza y también para Israel, que alcanzaron su punto máximo en la última guerra. La seguridad de Israel, una vez más, no será el resultado de tal planificación. En algún momento, los habitantes de Gaza resistirán, como lo han estado haciendo desde 1967 y, nuevamente, los israelíes sufrirán como resultado.

La mayoría de los patrocinadores occidentales de Israel ya han rechazado este enfoque sin ofrecer sus propias alternativas. El presidente de Estados Unidos, gran partidario de la guerra asesina, advirtió a Israel que permanecer en la Franja de Gaza será un gran “ error ”. Otra gran admiradora de Israel, la presidenta de la Unión Europea, Ursula Van der Leyen, redobló su apuesta contra Biden al decir que la “presencia de seguridad israelí a largo plazo” en la zona no es un comienzo.  

No es que Estados Unidos o la UE vayan a penalizar a Israel si vuelve a ocupar la franja de tierra (por supuesto que no). Pero están advirtiendo a Israel, como buenos amigos y aliados confiables, que ese curso de acción es una lástima como opción a largo plazo.

Netanyahu podría estar pensando en copiar el modelo de Cisjordania y aplicarlo a Gaza. Según los famosos Acuerdos de Oslo, se supone que la Autoridad Palestina (AP) controla a la población civil y las cuestiones relacionadas; Israel tiene el control casi total de la seguridad. Sin embargo, es muy poco probable que incluso la odiada y corrupta Autoridad Palestina acepte un acuerdo tan traicionero. A ningún político palestino le gustaría venir a Gaza a lomos de tanques israelíes y miles de habitantes de Gaza muertos. Además, a la Autoridad Palestina ya le quemaron los dedos cuando, en 2007, conspiró con Israel, Estados Unidos y la UE para negarle el poder a Hamás después de que Hamás ganara las elecciones de 2006.

La otra opción que queda puede ser algún tipo de acuerdo formado por “burócratas” experimentados, que sobrevivieron a la guerra, para gestionar las vidas arruinadas cotidianas de la población bajo algún paraguas ad hoc de dignidades locales y liderazgo social, en constante coordinación con Israel. Incluso si los habitantes de Gaza la aceptaran, esta opción también es improbable y arriesgada. La mayoría de estos burócratas tienden a estar entrenados por Hamás y en su mayoría leales a él, sin estar necesariamente entre su brigada de combate. Hamás, como Israel sabe muy bien, es una enorme red de trabajo social, servicios médicos e instituciones educativas. Además de eso, no hay absolutamente ninguna simpatía entre los habitantes de Gaza hacia Israel, sino odio y más odio, lo que hace que la colaboración con Israel sea una posibilidad muy remota.

La última opción podría ser algún acuerdo de seguridad regional, internacional o de las Naciones Unidas financiado por Occidente en el que Israel no desempeñe ningún papel. Pero este escenario nunca será aceptado por el Israel actual y es probable que ningún país de la región se una a ese plan. Los palestinos podrían aceptar tal acuerdo siempre que no sea a largo plazo y termine en elecciones para formar un nuevo gobierno, incluso si eso significa elecciones sólo en Gaza. Sin embargo, ésta no es una solución a largo plazo sino una mala elección entre otras peores. Puede que funcione, pero sin duda restablecerá todo a donde estaba en la mañana del 7 de octubre.

De hecho, Israel se encuentra en un laberinto bastante complicado que él mismo ha creado.

La última opción que podría tener potencial para resolver todo el conflicto de 75 años es un acuerdo de paz integral entre Israel y los palestinos que conduciría a un Estado palestino independiente, junto a Israel. Una vez más, el Israel herido y humillado bajo su actual gobierno fascista nunca tragará una medicina tan amarga.

Lógicamente uno es dueño de lo que rompe, pero Israel ha desafiado cualquier lógica desde su creación.

Fuente: MEMO