No se puede negar el alcance de la resistencia interna que enfrenta Benjamín Netanyahu.
Mientras el recuento de muertes en Gaza supera las 26.400, los propios miembros del gabinete de Netanyahu le están dando la espalda. Figuras clave han criticado a su liderazgo por hacer grandes promesas sobre los rehenes israelíes y no tener nada que mostrar a cambio de su regreso. Netanyahu quiere que el mundo piense que no se inmuta ante las críticas, pero su propio gobierno de coalición ahora pende de un hilo. Los cautivos y sus familias están hablando. El mayor animador del genocidio de Gaza está efectivamente contra las cuerdas.
Seamos claros: el brutal genocidio de "Israel" ha costado miles de millones y ha demostrado que los medios destructivos no pueden lograr nada sustancial para la ocupación. El perfil político de Netanyahu es más vulnerable que nunca mientras los soldados israelíes se encuentran en el centro de un creciente número de bajas en el campo de batalla. Esta es una crítica mordaz a la narrativa ficticia de “victoria” de Netanyahu. “[Netanyahu ha estado] culpando a otros e incitando contra aquellos que habían luchado para salvar la democracia israelí de sus acciones y planes destructivos”, se lee en una carta reciente dirigida al presidente de la ocupación Isaac Herzog por docenas de ex funcionarios de seguridad israelíes y líderes influyentes. Los miembros de la base de extrema derecha de Netanyahu también han amenazado con derribar su gobierno si no se satisfacen sus intereses en el genocidio. La presión proviene de todos los rincones y la ocupación israelí sigue sufriendo una debacle en el campo de batalla.
Los llamados a la renuncia de Netanyahu tampoco son silenciosos. Miles de personas siguen saliendo a las calles, pidiendo que se derroque al criminal de guerra. Los acontecimientos posteriores al 7 de octubre han hecho añicos el mito de la popularidad de Netanyahu, han expuesto sus ambiciones genocidas y han dejado claro que los medios militares inhumanos no lograrán nada en beneficio de la ocupación. Su popularidad ha tocado fondo durante este período, y las crecientes protestas en las calles ahora se enfrentan a profundas fracturas dentro de su propio llamado gabinete de guerra. Por ejemplo, el partido de extrema derecha “Likud” de Netanyahu sigue rezagado en las encuestas de opinión a medida que el genocidio se prolonga. El mensaje es inequívoco: la carrera política de Netanyahu es la mayor víctima interna de su propio proyecto colonial de limpieza étnica en Gaza.
Curiosamente, los rehenes israelíes no se andan con rodeos para contribuir a la humillante caída política de Netanyahu. En unas imágenes recientes , tres mujeres soldados criticaron al primer ministro de la ocupación por descuidar su liberación y pidieron el fin de la guerra. Los llamados a poner fin a la guerra aumentan a medida que "Israel" reconoce la realidad de que no hay forma de derrotar a la Resistencia. El propio miembro del gabinete de guerra israelí, Gadi Eisenkot, admitió esa realidad, desmentiendo el principal argumento de venta de Netanyahu al público. Los rehenes incluso han llamado a sus familias a intensificar las protestas para obligar al gobierno a priorizar lo que Netanyahu ha ignorado por su cuenta y riesgo: un acuerdo de intercambio. Nada se materializará sin el fin del genocidio y una rápida retirada de todas las fuerzas de ocupación israelíes.
Dicho de otra manera, admitir la derrota es inevitable para "Israel", y los días de Netanyahu están contados.
También hay señales de que la base de la coalición de extrema derecha de Netanyahu está empezando a perder la paciencia con él. No busquemos más allá del aliado extremista Itamar Ben-Gvir, líder del racista Partido del Poder Judío, quien amenazó con derrocar al gobierno de Netanyahu si no aceleraba el ritmo de destrucción en Gaza. Al mismo tiempo, existe una presión formidable sobre Netanyahu para que consiga un acuerdo de intercambio de rehenes. Esto estaba en el centro de las crecientes divisiones dentro de su propio gabinete de guerra: los miembros Benny Gantz y Gadi Eisenkot rechazaron rotundamente la posición de Netanyahu de que la beligerancia militar en Gaza conducirá a los rehenes a casa.
A su menguante fortuna política se suma una confesión reveladora ante las familias de rehenes: que Netanyahu no tenía ningún plan para asegurar la devolución de los rehenes.
La presión interna llegó para quedarse y aumentan los llamados para que Netanyahu acepte un alto el fuego. Sin embargo, miembros de su base de extrema derecha le advierten que tome una dirección completamente diferente o se arriesgará al suicidio político. Esta mezcla polarizadora fue enteramente creación del propio Netanyahu y confirma que su acto de equilibrio largamente buscado es absolutamente insostenible. Como resultado, Netanyahu está luchando por mantener a flote su gobierno a medida que cobran fuerza los llamados a elecciones anticipadas. El primer ministro de la ocupación debe irse.
Se mire como se mire, las consecuencias del 7 de octubre han demostrado al mundo que "Israel" se opone vehementemente a cualquier perspectiva de paz y está totalmente a favor de la guerra, la brutalidad y el genocidio en Gaza. Su descarado activismo contra un alto el fuego disipa toda duda.
También se ha advertido a "Israel" que "no hay posibilidad" de que los rehenes sean devueltos después de que Netanyahu rechazara las condiciones para poner fin al brutal ataque de "Israel" contra Gaza. Las inseguridades políticas de Netanyahu quedan aún más al descubierto tras la decisión de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), que ordenó a "Israel" tomar todas las medidas posibles para impedir actos genocidas en Gaza.
Aquí yace una figura de la ocupación, insistiendo en que el genocidio continuará hasta que se alcancen todos los “objetivos” de la guerra. Durante meses no se logró nada, lo que expuso la farsa de Netanyahu.
Y, sin embargo, ha sentado todas las bases para su propia desaparición política.
Fuente: Al Mayadeen