Tras visitar Arabia Saudita, Saad Hariri, Primer Ministro de Líbano, renunció a su cargo acusando a Irán y a Hezbollah de controlar el país. ¿Qué hay detrás de esta decisión?
Saad Al Hariri, Primer Ministro de Líbano ha renunciado a su cargo, luego de su visita a Arabia Saudita. Este abandono del cargo político más importante del país de los Cedros estaría relacionado y motivado por las instrucciones recibidas de parte del reino wahabita.
Se avecinan negros nubarrones en Líbano, la dimisión de Hariri traerá aparejada una crisis en el gobierno de Líbano con resultados inciertos.
Se puede esperar incluso ataques a la Resistencia Islámica Libanesa por parte del ente sionista, que ya ha realizado declaraciones al respecto.
Hariri arguye que se sentía maniatado por Hezbollah e Irán, a quienes acusó de tener el control del país, agitando las aguas sectarias nunca calmas en Líbano.
Hariri y sus mandantes están ingresando en un terreno muy peligroso, que abre la posibilidad a enfrentamientos internos y externos.
El daño que este joven e imberbe devenido en político por razones hereditarias más que vocacionales es grave con miras al funcionamiento de las instituciones democráticas libanesas.
Si esta dimisión tiene una intención oculta como muchos analistas suponen, entonces sepan también que la jugada puede fracasar de manera rotunda y puede cambiar el eje político, no sólo dentro de Líbano sino de la región entera.
Esperando la carroza
Saad Hariri, como joven e inexperto, por no decir inútil marioneta de Arabia Saudita, no ha tomado la dimensión de sus acciones.
No es en relación a su renuncia reciente como Primer Ministro de Líbano, exigida por Arabia Saudita, monarquía tutora de la familia Al Hariri, primero de su padre, el extinto ex Primer Ministro Rafik Al Hariri y ahora de su imberbe retoño.
Esta exigencia del reino de Al Saud, es una más que evidente intromisión en los asuntos de un país soberano y democrático como es Líbano, con esta acción se delata que los verdaderos injerencistas son los saudíes y no los iraníes como proclama el renunciado Saad Hariri en su falaz denuncia.
El líder del Partido Futuro realmente no ha entendido como es involucrarse en estas grandes ligas.
No ha comprendido que si corre riesgo su vida, no es por la mentirosa denuncia que él mismo ha hecho a Hezbollah e Irán, sino de sus propios tutores, los sauditas, los israelíes y los norteamericanos, que ya sabemos, siempre sacrifican al peón en pos de un objetivo mayor.
No es la primera vez que Hezbollah es acusada, ya lo hicieron con el magnicidio de Rafik al Hariri, y ahora están preparando las exequias de Saad, para continuar con el plan de invasión que fracasó en Siria.
Nadie sabe el paradero del renunciado Primer Ministro, algunos dicen que sigue en Arabia Saudita, desde donde entregó su renuncia a través del canal Al Arabya, otros dicen que está en Francia, etc. Lo cierto es que nadie conoce donde se encuentra, y si está sano y salvo.
Si bien son especulaciones, o hipótesis, no es nada descabellado incluir en el análisis un posible asesinato de Hariri.
Sería la ocasión ideal para acusar a quienes ya Hariri por orden de los sauditas, acusó de planear su muerte. Y luego tener la excusa necesaria para invadir Líbano, intentar destruir a la Resistencia Nacional Libanesa y por extensión golpear a la República Islámica de Irán.
Queda la incógnita sobre que harán los distintos sectores de la política libanesa.
Que actitud asumirán los socios de Hariri en la coalición 14 de marzo, que dirá el Presidente Michel Aoun y su desperdiciado esfuerzo de mantener a Líbano en un delicado equilibrio político tan necesario en un país donde el enfrentamiento sectario siempre está latente.
Conclusión: están todas las opciones abiertas, invasión de Israel, participación de EE.UU, terrorismo interno y externo, pero la puerta al infierno libanés la podría llegar abrir la carroza que lleve el cadáver de Hariri.