El edificio, iniciativa de la Fundación Qatar, que apuesta por un nuevo modelo de educación que no distinga a los estudiantes en función de su sexo, por la ciencia y por el desarrollo comunitario, integra el espacio académico con el espiritual y de oración, basándose en el concepto de 'Kulliyya' islámico, que significa 'lugar donde se busca todo el conocimiento'. Este concepto implica que el conocimiento y la fe están entrelazados de forma única para el mundo musulmán, de forma que se toma como base para la idea de proyecto.

El diseño dispone el gran volumen de la mezquita en el extremo sur del edificio, el espacio educativo en la zona central, rematando el conjunto por el otro extremo 2 potentes minaretes que se elevan 90 m sobre rasante, hacia La Meca, materializando un nuevo hito en el campus que simboliza "conocimiento y luz".

La gran mezquita se eleva del plano del suelo y descansa sobre cinco grandes apoyos, que además de sustentar el edificio tienen un carácter simbólico, los "cinco pilares del Islam", sobre los que disponen versos coránicos que hacen referencia a la peregrinación a La Meca, al ayuno, la caridad, la oración y la fe.  El acceso al espacio interior, con capacidad para 1.800 personas, se produce por el primer piso, a través de un patio al aire libre que sirve de transición entre la mezquita y el espacio educativo, capaz de albergar a otras 500 personas, que dispone de zonas de descanso y decora sus paramentos nuevamente con inscripciones de versos del Corán.

Entre la facultad y la mezquita se encuentra una escalera sobre la que cae una cascada de agua con un carácter simbólico, que sirve para las abluciones y como espacio de reflexión en el camino de acceso al espacio de oración.

El centro educativo tiene dos niveles de sótano y cinco plantas conectadas por una potente escalera. Dispone de aulas, oficinas y espacios administrativos que dan servicio a la facultad, además de un espacio de exposiciones, una biblioteca y un auditorio.

La materialidad, los acabados y el tratamiento de la luz ayudan a reforzar la idea de proyecto, que pretende enfatizar la riqueza y diversidad del patrimonio islámico. La luz natural penetra en el interior del edificio creando un efecto etéreo de los espacios. La caligrafía, las formas geométricas y la ornamentación que recubre la superficie del edificio también colaboran en la consecución del objetivo perseguido.

Así mismo, el edificio no olvida otros conceptos contemporáneos como la sostenibilidad. La forma y materialidad de la envolvente cerámica han sido ideadas para regular la incidencia de la luz natural, controlando de ese modo el balance térmico del edificio, mejorando así su eficiencia energética. El espacio de acceso sombreado que proporciona la elevación de la mezquita, así como la frescura del patio interior, son otros aspectos que colaboran en el confort térmico. El jardín islámico exterior crea un microclima que permite organizar actividades educativas al aire libre, a la vez que la vegetación autóctona utilizada requiere poca agua, además de reutilizar las aguas grises de la ablución de la mezquita para el riego.

Fuente: Arquitectura y Empresa