Una labor minuciosa donde Cervantes demuestra sus conocimientos como investigador y su fascinante capacidad de síntesis y parodia.
Las claves esenciales de esta Primera Parte de 1605 son, pues, la imitación de la estructura formal del Relato primitivo, la imitación del contenido de cada capítulo, y el ropaje paródico de la Vida que envuelve y disfraza de caballería esos ejes esenciales. Además, como contraseña central del conjunto y como máximo referente de acceso al lenguaje cifrado, aparecen diversas acepciones del vocablo “peregrino”, en consonancia con el valor que dicha palabra ocupa en esos capítulos del Relato, centrados en el nacimiento y evolución de Loyola, siempre nombrado en el libro como “el peregrino”
A esas claves señaladas debe añadírsele otra más genérica y definitiva, y es que tanto en los ocho primeros capítulos del Relato como en los del Quijote se producen dos de las tres salidas realizadas por sus protagonistas desde sus casas respectivas.
En conjunto, tanto el Relato como la Vida están desmenuzados en estos primeros capítulos, cuyo eje camino-peregrinación se adorna de un trabajo de acarreo en todas direcciones, una labor minuciosa donde Cervantes demuestra sus conocimientos como investigador y su fascinante capacidad de síntesis y parodia.
En realidad, cuando anuncia que su propósito es poner en aborrecimiento la lectura de libros de caballerías, en esos momentos en declive, está subrepticiamente refiriéndose a su deseo de desenmascarar las falsedades de los libros religiosos, precisamente en auge, y entre los que el libro de Ribadeneyra creaba un precedente exagerado de engaño y manipulación histórica.
Algo que, como señala Wardropper, era ya casi una costumbre generalizada entre los religiosos: la “preocupación de Cervantes con los problemas de la verdad histórica y su reconocimiento fue estimulada, a mi parecer, por la crisis que estaba pasando el arte del historiador. Si los cronistas medievales habían combinado inocentemente –quizá sin querer- la ficción con la narración de los hechos, a partir del siglo XV los historiadores se habían atareado en una falsificación intencional de la historia” .
Por eso no debe extrañar que en el primer párrafo del Quijote se haga una exaltación de la verdad, ni que ésta se convierta en uno de los temas obsesivos de la obra junto con la libertad y la tolerancia, los tres ejes temáticos de estos capítulos, donde el Relato y la Vida van apareciendo como modelos positivos o negativos de un arte con fines humanistas o reaccionarios.