Ante la salida de Estados Unidos del acuerdo 5+1 (JCPOA), el presidente Rohani aseguró a los iraníes que tenía la situación bajo control. Pero todo el mundo ha podido comprobar lo contrario: apostando a fondo por un acercamiento económico a Washington, la administración Rohani había desmantelado los mecanismos creados por Ahmadineyad para burlar las sanciones estadounidenses, y la economía iraní se ve ahora gravemente afectada por el cambio de actitud de Estados Unidos.

Desde el inicio de este año, la moneda iraní ha perdido abruptamente el 60% de su valor en relación con el dólar estadounidense, la tasa de desempleo se acerca ahora al 40% y varios servicios públicos han dejado de funcionar, al extremo que en numerosos lugares de Irán escasea el agua potable, entre otros graves problemas.

En 8 meses, una importante oleada de manifestaciones contra el gobierno de Rohani, iniciada en diciembre de 2017, ha ido extendiéndose por el país. Las consignas de los manifestantes protestan contra el apoyo financiero iraní al Hamas palestino y a ciertas milicias iraquíes, pero raramente mencionan el respaldo a Siria y al Hezbollah libanés.

Desde el primer momento, los manifestantes exigieron la dimisión del presidente Rohani, pero ahora han comenzado a reclamar también que dimita el Guía de la Revolución, Alí Khamenei.

El ayatola Khamenei había entrado en conflicto con Mahmud Ahmadineyad, hacia el final del segundo mandato presidencial de este último. Khamenei calificó entonces a Ahmadineyad de «mal musulmán» y el candidato a la presidencia que contaba con el apoyo de Ahmadineyad no fue autorizado a participar en la elección.

El objetivo de Mahmud Ahmadineyad es proseguir, sin la clase clerical, la revolución antiimperialista del imam Khomeini.

Fuente: Red Voltaire