Sultán Razia, la mujer musulmana que gobernó la India

Sultán Razia, la mujer musulmana que gobernó la India

Todo el mundo sabe que la capital de la India es Nueva Delhi. Lo que ya no resulta tan conocido es que el adjetivo se debe a que también hay una Vieja Delhi, el barrio primigenio de esa ciudad, que tiene sus atractivos turísticos: la mezquita Jama Masjid, el Fuerte Rojo y el Qutub Minar son quizá los más destacados. Pero si un viajero desea descubrir algo realmente curioso debe adentrarse en el caos urbanístico y humano para acercarse a Mohalla Bulbuli Khana, cerca de la Puerta de Turkman, donde, en un recodo deslucido y ahogado por las edificaciones ilegales, se halla la tumba de la sultán Razia, la primera y única mujer gobernante musulmana de la India, allá por el siglo XIII.
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Saturday 19 de Mar.
Sultán Razia, la mujer musulmana que gobernó la India

Todo el mundo sabe que la capital de la India es Nueva Delhi. Lo que ya no resulta tan conocido es que el adjetivo se debe a que también hay una Vieja Delhi, el barrio primigenio de esa ciudad, que tiene sus atractivos turísticos: la mezquita Yama Masyid, el Fuerte Rojo y el Qutub Minar son quizá los más destacados. Pero si un viajero desea descubrir algo realmente curioso debe adentrarse en el caos urbanístico y humano para acercarse a Mohalla Bulbuli Khana, cerca de la Puerta de Turkman, donde, en un recodo deslucido y ahogado por las edificaciones ilegales, se halla la tumba de la Sultán Razia, la primera y única mujer gobernante musulmana de la India, allá por el siglo XIII.

Antes de nada, una disquisición nominal. En español, dice el diccionario de la RAE, la palabra sultana «designa a la mujer del sultán o a la que, sin serlo, goza de igual consideración». No es el caso que nos ocupa, pues el personaje ejerció el cargo plenamente -y ella misma lo subrayó, como veremos-, de ahí que aunque se la conozca tradicionalmente como Razia Sultana, en realidad es una expresión errónea o despectiva formulada ya en su tiempo, adoptada luego en Occidente. De hecho, en las monedas que ella acuñó aparecía con la expresión Sultan Jalalat al-Duniya wal-Din o al-Sultan al-Muazzam Raziyat al-Din bint al-Sultan., es decir, sultán.

Lo que originalmente era un sustantivo abstracto en árabe para aludir al poder o a una autoridad, salaṭa (literalmente «fuerte» o «duro»), había derivado en sulṭāh, enunciación de un título equivalente al de gobernador pero con unas competencias casi absolutas, superiores a las del emir y con sumisión únicamente al califa. Algo que a partir del siglo IX llevó a que los sultanes creasen sus propias dinastías y alcanzasen una soberanía plena en la práctica. La esposa del gobernante sería la sultanah, para los turcos, aunque en algunos sitios tenían su propia nomenclatura, como en el Sudeste Asiático, donde utilizaban términos como panguian, permaisuri, tunku ampuan y otras; en sánscrito se dice jallaladina.

El caso es que las tres primeras dinastías del Sultanato de Delhi (de las cinco que se sucedieron en total) eran musulmanas de origen túrquido. La inicial, a la que pertenecía Razia, mameluca. También se la conoce como Dinastía de los Esclavos debido a que su fundador, el general Qutb-ud-din Aibak, era un tártaro (cumano) de Asia Central que fue apresado de niño y vendido en Irán, antes de pasar a ser propiedad de Muhammad de Gur, sultán del Imperio Gúrida (más o menos el actual Afganistán) que había expandido sus dominios conquistando Turquestán, Pakistán y el norte de la India. Pese a su origen Aibak llegó a convertirse en su mejor militar y después en su sucesor, en 1206.

Aibak sólo reinó cuatro años, pero creó una eficaz administración, trasladó la capital a Delhi y conquistó Bengala, lo que compensó la pérdida del Turquestán a manos de Gengis Kan. Falleció en 1210 en un trágico accidente: empalado por su propio stick de polo, al caer del caballo sobre él durante un partido. El trono pasó entonces a Aram Shah, del que se desconoce si era hijo suyo o hermano, si bien otros opinan que no tenía ningún parentesco (la sucesión al sultanato carecía de normas, de ahí que fueran los emires quienes le eligieran). Sin embargo, resultó mal gobernante y apenas duró un año, al alzarse contra él otro general, Shams-ud-din Iltutmish.

Iltutmish le derrotó en el campo de batalla y se proclamó sultán en 1211, También había sido esclavo, primero de Muhammad de Gur y luego de Aibak cuando éste era virrey de Lahore, quien lo manumitió por sus victorias en la guerra y su lealtad, nombrándole entonces gobernador de varias ciudades; hasta le casó con una de sus hijas, Turkan Khatun. Al frente del sultanato ejerció una gran labor, extendiendo ampliamente sus fronteras, acuñando la tanka (una moneda de plata precursora de la rupia) y arreglándoselas para contener a los mongoles. Murió en 1236 y entonces se abrió una crisis sucesoria.

No tendría que haber ocurrido, ya que Iltutmish había designado como heredera natural a su hija Razia, impresionando por las buenas maneras que había demostrado en el gobierno de Delhi mientras él estaba de campaña contra Gwalior, empantanado en un asedio que duró un año. O eso dice la leyenda, pues la única fuente es Tabaqat-i Nasiri, una historia del mundo musulmán en veintitrés volúmenes terminada en 1260 por Minhaj-i Siraj Juzzani, historiador afgano-indio coetáneo a los hechos, aunque él no fue testigo de ese episodio en concreto porque vivía en Gwalior y no se estableció en Delhi hasta 1238.

Raziyyat-Ud-Dunya Wa Ud-Din, que tal era el nombre completo de Razia, nació en una fecha incierta entre 1205 y 1211; fue en la ciudad santa de Badaun, en lo que hoy es el estado de Uttar Pradesh (ubicado en el centro de la parte norte del subcontinente, lindando con Nepal). Probablemente era la primogénita, pero su condición de mujer la relegaba ante el hijo mayor, Nasiruddin Mahmud, que fue educado desde niño para el cargo otorgándosele la administración de dos regiones, Oudh y Bengala, para que fuera adquiriendo experiencia política; la segunda le llegó, además, tras una campaña contra los rebeldes bengalíes que también dejó patente su destreza militar.

El azar intervino a favor de Razia cuando su hermano falleció inesperadamente en 1229 (su mausoleo, Sultan Ghari, situado al sudoeste de Delhi, se considera el más antiguo de la India) e Iltutmish estimó que sus otros vástagos varones no estaban capacitados para el cargo, dada su afición a llevar una cómoda vida de placeres. Ahora bien, que una mujer se encaramase a la cabeza del sultanato era demasiado para la rancia nobleza, que prefirió nombrar en su lugar a otro de los hermanos, Ruknuddin Firuz. Es posible que al final el propio Iltutmish cediera para calmar los ánimos y le designara, dado que le hizo acudir desde Lahore, pero no lo sabemos y la que ha perdurado ha sido la reseñada versión de Minhaj.

Así fue cómo Ruknuddin subió al trono en 1236, a la muerte de su progenitor; lo iba a mantener muy poco tiempo. No llegó a siete meses porque, si bien había sido gobernador de Badaun y Lahore, era demasiado proclive a descuidar los asuntos de estado, delegando el ejecutivo en su madre. Cabe aclarar que ésta, Shah Turkan, no era la misma que la de Razia sino una concubina de menor categoría que Turkan Khatun, por lo que no eran hermanos exactamente sino hermanastros. Al parecer, el poder cambió a Shah Turkan, que ejerció un mandato despótico, asesinando a varios oficiales tazik (no turcos) y ejecutando a los parientes que consideraba potencialmente peligrosos.

El efecto fue el contrario al esperado y brotaron múltiples rebeliones que no tardaron en unirse; hasta el visir enviado a reprimirlas se unió a ellas, así que Rukniddin en persona se puso al frente del ejército para combatir a los insurrectos, que se habían hecho fuertes en el Punjab. Su ausencia la aprovechó Razia, señalada como la siguiente víctima probable de Shah Turkan, para dirigirse al pueblo en el salat (oración) del viernes e instigar a una revuelta. En efecto, una turbamulta harta de los excesos sufridos asaltó el palacio real, arrestó a la procelosa madre regente y ofreció el trono a Razia.

Esta vez sí contó con el apoyo de la nobleza y el estamento militar, de modo que se convirtió en la primera mujer musulmana gobernante en lo que luego sería la India. Rukknudin regresó apuradamente, pero su tiempo había pasado: un contingente militar le apresó y encarceló. No se sabe qué fue de él, aunque probablemente acabó ejecutado ese mismo año junto a su progenitora. Apenas había estado seis meses y veintiocho días al frente del sultanato, que ahora quedaba en manos de su hermanastra. Ésta, decíamos antes, asumió el mando como sultán y hasta vistió ropas masculinas para subrayar su autoridad, caso del tülbent (turbante), el kulah (el tradicional yelmo de guerra) y la qaba (capa), prescindiendo de ocultar su rostro tras un purdah (velo facial).

No era algo del todo raro en ella, educada por su padre desde pequeña fuera del harén, lo que le permitió desarrollar un carácter fuerte y decidido. Aún así, y pese al apoyo popular, no faltaron quienes se mostraron reticentes a la nueva situación. La nobleza turca, por ejemplo, molesta al ver cómo Razia creaba una nueva clase aristocrática no turca para compensar el poder de la otra. Pero también hubo tazik opositores, como Muhammad Junaidi, el viejo visir de Iltutmish, que se unió a una sublevación de cuatro maliks: los de Badaun, Multan, Hansi y Lahore (malik, apellido frecuente hoy, era una dignidad equiparable a la de un rey menor, local).

Razia pidió ayuda a Nusratuddin Taisi, el malik de Awadh, que marchó contra el enemigo. Pero fue derrotado, así que ella misma asumió el mando de las tropas. Con una hábil política diplomática, logró convencer a dos de sus adversarios para que pasaran a su bando. Los otros quedaron entonces en minoría y huyeron, pero ninguno logró escapar a su venganza y terminaron pagando con la vida, incluyendo a Junaidi, que fue sucedido como visir por el que había sido su mano derecha, Khwaja Muhazzabuddin. Los dos maliks que la ayudaron también fueron premiados con cargos.

De esa sutil forma, Razia se granjeó un amplio sostén político y militar con el que asegurar su posición y hacer frente a las rebeliones de los pueblos vasallos sometidos al sultanato, que trataron de aprovechar el río revuelto para independizarse. Fue el caso de los chahamanas de Ranastambaphura (actual Ranthambore), una dinastía del clan Rajput, que se aliaron con los mewatas de Haryana y Rajastán; también de la siempre levantisca Gwalior. Razia logró dominarlos con una combinación de mano dura y astucia, enfrentándolos entre sí.

Más grave pudo ser el peligro que asomó en las fronteras en 1238: una nueva llegada de los mongoles que amenazó Ghazni (en Afganistán). El gobernador jorezmita, Hasán Qarlugh, envió a su hijo a Delhi solicitando una alianza contra los incursores, pero Razia sabía que lo único que había evitado la conquista del sultanato por el fallecido Gengis Kan en tiempos de su padre había sido la diplomacia, así que optó por no aportar tropas, limitándose a ayudar con dinero. Con las amenazas exteriores solventadas y las interiores bajo control, parecía abrirse un período de esplendor -empezó a acuñar su propia moneda, todo un indicativo-, insólito por cuanto venía de la mano firme de una mujer. Sin embargo, no ocurrió así. Razia cometió errores que le pasaron factura.

En primer lugar, la mencionada creación de una nueva nobleza no turca dejó patente a la otra que ella no iba a ser la gobernante manipulable que esperaban y a la que por eso habían aupado al poder. Que insistiera en esa línea otorgando cargos destacados a no turcos lo agravaba, más todavía cuando nombró principal consejero a Jamal-ud-Din Yakut, un esclavo abisinio del que se rumoreaba que era su amante. Por otra parte, aquel mundo musulmán se mostraba incómodo con su costumbre de mostrarse en público vistiendo ropas de hombre, la eliminación del biombo que separaba el trono de los cortesanos, la introducción de una guardia compuesta por mujeres y montar en elefante.

A finales de 1238, el malik Izzuddin Kabir Khan Ayaz, gobernador de Lahore, se alzó en armas. Ella reaccionó con presteza y le venció, acorralándolo en el Punjab, más allá del cual no podía escapar porque ya era territorio mongol. No obstante, fue tratado con indulgencia y si bien se le privó de su iqtá (una especie de encomienda) de Lahore, se le permitió conservar otra, la de Multan. Ahora bien, sólo era una señal de lo que venía.

No tardó en surgir una nueva conspiración liderada por dos esclavos pertenecientes a su padre junto a los que había crecido e, irónicamente, tenía como amigos desde la infancia, razón por la que los había colmado de honores al ser nombrada sultán.

Se trataba de Ikhtiyaruddin Aitigin e Ikhtiyaruddin Altunia. Al primero lo había nombrado emir y al segundo le dio las iqtás de Baran y Bathinda, pero ellos alcanzaron un acuerdo con los nobles turcos para poner fin a aquella etapa que consideraban infausta. Aprovecharon que ella se hallaba en Lahore y no pudo enterarse del movimiento de Altunia hasta su regreso a Delhi, en la primavera de 1240. Inmediatamente, junto a Yakut, se puso a la cabeza de un ejército para ir a Bathinda, ignorando que en la capital misma estaba previsto un golpe. Pero fueron derrotados, Yakut ejecutado y ella encarcelada.

Otro de sus hermanastros, Muizuddin Bahram, fue designado sultán por una nobleza que, de nuevo, esperaba poder manejarlo; para ello, corrigiendo su error anterior, otorgaron a Ikhtiyaruddin Aitigin un cargo de nueva creación, el de naib-i mamlakat (regente). Y volvieron a equivocarse; Aitigin sólo lo ocupó dos meses, antes de que el sultán ordenase su muerte. Ikhtiyaruddin Altunia asistió decepcionado a aquel reparto de prebendas que tiraban por tierra la causa por la que había aceptado rebelarse, así que dio un giro radical a su postura y ofreció a su prisionera casarse con él. Por supuesto, Razia aceptó para librarse de prisión y contrajeron matrimonio en septiembre.

A continuación se atrajeron a otros nobles descontentos con la situación, junto a los cuales organizaron un ejército para derrocar a Muizuddin que estaba integrado por mercenarios khokars (musulmanes punjabíes), jats (un pueblo campesino, originario del valle del Indo y emigrado al norte, compuesto por musulmanes pero también hindúes y sijs) y rajputs (un clan guerrero del Rajastán). La suerte les fue adversa y en octubre perdieron la batalla ante las fuerzas del sultán. Razia y Altunia tuvieron que huir a Kaithal (una ciudad de Haryana), donde aguardaban sus tropas de reserva. Era demasiado tarde, pues se había iniciado una desbandada y un grupo de jats les asesinó para robarles, poniendo fin a aquella singular etapa. Muizzuddin, por cierto, fue destronado dos años después.

Mundo Islam

Otras Fuentes:

Gouri Srivastava, The legend makers. Some eminent muslim women of India | Shahla Haeri, The unforgettable queens of Islam. Succession, authority, gender | Hajira Kumar, Status of muslim women in India | U. S. Goswami, Woman in man’s world | Sudha Sharma, The status of muslim women in Medieval India | Wikipedia


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