Vladimir Putin ha aprovechado su intervención en una cumbre tripartita destinada a discutir la situación de Siria, celebrada este martes en Teherán, capital iraní, con sus homólogos iraní, Seyed Ebrahim Raisi, y turco, Recep Tayyip Erdogan, para lanzar una advertencia al régimen de Israel.
Conforme al líder ruso, las continuas agresiones israelíes al territorio sirio constituyen una amenaza para la paz y la seguridad de no solo Siria, sino de toda la región de Asia Occidental.
En la cita, que es la séptima cumbre trilateral bajo el proceso de Astaná —iniciativa creada en 2017 para llevar la paz a Siria— Putin ha cargado también contra los países occidentales, encabezados por Estados Unidos, por promover una política “destructiva” en Siria destinada a “dividir el territorio sirio” y derrocar su gobierno.
Ha denunciado el apoyo del Occidente a grupos terroristas y bandas extremistas que operan en las zonas no controladas por el Gobierno sirio, presidido por Bashar al-Asad, por lo que ha llamado a luchar contra el terrorismo para “acabar de una vez por todas con Daesh y otros grupos extremistas”.
“La situación en los territorios no controlados por las autoridades sirias es motivo de especial preocupación. Vemos que estas áreas plantean amenazas reales de delincuencia, extremismo, y separatismo”, ha subrayado el jefe de Estado ruso, dejando en claro que la seguridad y la estabilidad no se restaurarán en Siria mientras persista la amenaza terrorista.
En otro momento de su discurso, Putin ha destacado que el proceso de paz de Astana ha contribuido mucho a la reactivación económica de Siria, al tiempo que ha considerado como urgente tomar medidas firmes para facilitar las conversaciones sirias inclusivas, sin intervención extranjera alguna.
Siria vive desde marzo de 2011 un conflicto en el que las fuerzas gubernamentales se enfrentan a grupos armados y a organizaciones terroristas, apoyados desde el exterior.
La solución del conflicto se busca en dos plataformas, la de Ginebra, bajo los auspicios de las Naciones Unidas, y la de Astaná (nombre antiguo de la capital de Kazajistán), bajo la mediación de Rusia, Turquía e Irán.
Actualmente, los esfuerzos se centran en la búsqueda de una solución política a la crisis siria y el retorno de los refugiados.