La arrogancia y la presunción, que el Corán llama Takabbur, se encuentran entre los rasgos dañinos que desvían a los hombres y obstaculizan su camino para acercarse a Dios.
Takabbur, que es lo opuesto a la humildad, es uno de los rasgos internos con manifestaciones externas que causa ofensa e incomodidad a quienes nos rodean.
Hay dos tipos de takabbur: uno afecta a aquellos que tienen takabbur hacia Dios y el otro afecta a aquellos que tienen takabbur hacia otras personas. Tener takabbur hacia Dios conduce a terribles consecuencias. Un ejemplo es lo que hizo Iblis (Satanás). Desobedeció a Dios porque se consideraba superior a Adán, pero al mismo tiempo padecía una especie de arrogancia también hacia Dios mismo, pues consideraba errada la petición de Dios de respetar a su nueva criatura, que es ser humano, por lo que anteponiendo su propia opinión y conocimiento a la de Dios, por lo cual Dios lo castiga y lo expulsa del cielo:
“Y cuando dijimos a los Ángeles: 'Postraos ante Adán', todos se postraron, excepto Iblìs, que se negó por orgullo y se convirtió así en uno de los que niegan la verdad”. (Sura Al-Baqarah, versículo 34)
En otro verso del Corán Dios dice: "... Iblis, ¿qué te impidió postrarte ante lo que creé con Mis manos? ¿Fue por tu orgullo o eres verdaderamente exaltado? '" (Sura Sad, verso 75)
Takabbur ante Dios es uno de los peores tipos de arrogancia que tiene sus raíces en la ignorancia y el extravío. A veces llega a un nivel en el que te ves a ti mismo en la posición de Dios.Esto es lo que hicieron Nimrod y Faraón, los gobernantes que vivieron en la época de los profetas Abraham (P) y Moisés (P). Decían ser divinos y ambos fueron severamente castigados.
Tener takabbur hacia los que nos rodean es también inaceptable e incorrecto porque, entre otras cosas, sienta las bases para desarrollar takabbur hacia Dios. En este sentido, podemos citar nuevamente el caso de Satanás y su arrogancia y sentido de superioridad hacia Adán, que condujo a la arrogancia y takabbur hacia Dios mismo. Cualquier rasgo negativo y cualquier transgresión pueden allanar el camino para transgresiones mayores. Quien se considera superior a los demás y lo deja manifestar en sus palabras y acciones tiene Kibr (arrogancia). Esta característica a veces entra en el corazón de una persona tan débilmente que es posible que no la noten al principio.
Se dice que una de las principales causas del desarrollo de takabbur en una persona es la presencia de una especie de inseguridad interna que el individuo trata de llenar a través de la humillación de los demás y la exhibición de un desproporcionado sentido de superioridad. Con el tiempo, todo esto cristaliza en el alma y se convierte en un rasgo distintivo de la personalidad del individuo, con consecuencias nocivas para el corazón, el alma y la conducta. Una de estas consecuencias es impedir que la persona avance hacia la perfección. Por ejemplo, alguien que está demasiado orgulloso de su conocimiento, este orgullo le impedirá hacer esfuerzos para adquirir más conocimiento.
El Santo Profeta del Islam (que Dios lo bendiga a él y a su familia) dijo:
“Qué mal siervo de Dios es el que obra con arrogancia y busca la prevaricación. Se ha olvidado de Dios, el Todopoderoso. ¡Qué mal siervo es el que tiene arrogancia y presunción! Se ha olvidado de Dios, el Todopoderoso. Que mal siervo de Dios es el que vive en la ignorancia y el olvido. Ha olvidado tumbas corroídas y destruidas. ¡Qué mal siervo de Dios es el que se rebela y olvida su principio y su fin!