Opinión

Pedro Castillo: El presidente indígena que los “patrones del Perú” nunca aceptaron

Pedro Castillo: El presidente indígena que los “patrones del Perú” nunca aceptaron

"Recuperar el poder para el pueblo es una constante, y este momento es fundamental, se han soportado 490 años de que los clanes de poder exploten, saqueen y roben los recursos del Estado, amputar las garras de los que aun quieren seguir enriqueciéndose a costa de las miserias del pueblo es un deber, Perú hoy tiene esa responsabilidad: seguir siendo los sirvientes de los remanentes colonialistas o ser un país libre con un gobierno propio." Por Roberto Chambi Calle
Roberto Chambi Calle
Tuesday 20 de Dec.
Pedro Castillo: El presidente indígena que los “patrones del Perú” nunca aceptaron

Roberto Chambi Calle[1]

Son más de 21 personas fallecidas (al momento de la redacción del presente) producto del golpe de estado propinado por las élites y logias neoliberales entronizadas en el parlamento peruano, no bastando ello apresaron de forma irregular a Pedro Castillo Terrones, ahora ex presidente, quién, atosigado y muchas veces apuñalado políticamente, trató en el año y medio en el poder, de timonear la nave del Estado frente a una élite judicial, política y parlamentaria servil a los deseos de los clanes familiares que manejan el país, y que ante semejante estrangulamiento para sobrevivir en favor de su pueblo, optó por la extrema necesidad de convocar a un estado de excepción.

Han pasado 490 (1532-2022) años desde que el porquerizo Francisco Pizarro junto a un grupo de barbudos intolerantes e indolentes asesinaron a sangre fría en Cajamarca a más de 6.000 hombres cuando Atabalipa (mal llamado Atahuallpa) iba al encuentro con éste, quién sin ningún tipo de conmiseración, más que por el oro del Inca, lo apresó, robó, hurtó sus riquezas para finalmente ejecutarlo.

Aquel suceso triste y doloroso aun hoy después de 490 años continúa, pues los descendientes naturales y de pensamiento (eurocéntrico) siguen humillando y asesinando; similar que otrora apresan a un presidente nacido de las entrañas mismas del pueblo, ya que no permiten —según ellos— que “terrucos”, “izquierdistas”, “radicales”, “serranos” o “ronderos apestosos” manejen el Estado.

La sociedad peruana hasta el día de hoy, no ha podido quitarse el lastre de esa mentalidad colonial de superioridad, por ello desde las logias de poder mediante su aparataje mediático han vendido un sistema capitalista y neoliberal como la única y absoluta vía para el desarrollo. 

El establishment económico, político y social creado en el caldo de cultivo de la conquista de los “amos y patrones” se anquilosó tanto que otras alternativas frente a estas las hacen ver como imposibles.

Pedro Castillo desde que asumió el cargo de presidente —fuera de las trampas y las mañas de los enemigos— no supo articular la unidad de todos los movimientos sociales, (indígenas, campesinos, obreros, ronderos, socialistas y hasta comunistas); pues debemos recordar que en las elecciones del 2021 no solo se ganó por el apoyo de estos, sino por las masas que estaban decepcionadas o cansadas de las administraciones neoliberales hasta ese entonces.

La confianza excesiva fruto del triunfo lo encegueció, ante esta incertidumbre, la decisión de contentar mediante cuotas (ministerios y cargos jerárquicos) a los grupos proderecha, neoliberales y ultraderechistas, fue el caballo de troya que lo defenestró; pero no solo ello sino que su vicepresidenta, Dina Boluarte, cuando era candidata manifestó que si es que le daban vacancia a Castillo, ella inmediatamente se iría, palabra que por supuesto no cumplió, desembocando en  una vil traición, típico de los hombres y mujeres que no tienen una ideología y un compromiso revolucionario claro, y que por tal  hecho en una carta el ex presidente le dijo que es una “usurpadora”.

El hecho de que Castillo no haya podido articular ni arroparse con todos los movimientos sociales fue también una de las causas de su proscripción del poder, en esa línea haberse alejado de Vladimir Cerrón o Guido Bellido, más allá de sus diferencias —graves o leves— fue un error. Así mismo las experiencias políticas de muchos hombres que han estado en el poder y que han sido revolucionarios, quizás hubiese definido su estabilidad como presidente, paradójicamente Pedro Castillo cedió demasiado a sus “amigos” cuando podría haber unido fuerzas por ejemplo con Antauro Humala.

Hace tiempo, en otro escrito habíamos sostenido la esperanza que se tenía en el nuevo presidente, ya que éste se había propuesto convocar a una Asamblea Constituyente, frente a esas pretensiones  debería haber estado consciente de lo que ello conllevaría, y desde ese momento aunar todas las fuerzas que están en contra del sistema que lo derrocó, pues si se quería cambiar las estructuras políticas del Estado hubiese buscado la unidad para quebrar los modelos tradicionales; como se hizo en Bolivia y la nacionalización de sus empresas estatales. 

El individualismo romántico, la ingenuidad —buena fe— y la no búsqueda de una sola fuerza con todos los movimientos sociales ha desembocado en el descalabro que actualmente vive el país andino.

Recuperar el poder para el pueblo es una constante, y este momento es fundamental, se han soportado 490 años de que los clanes de poder exploten, saqueen y roben los recursos del Estado, amputar las garras de los que aun quieren seguir enriqueciéndose a costa de las miserias del pueblo es un deber, Perú hoy tiene esa responsabilidad: seguir siendo los sirvientes de los remanentes colonialistas o ser un país libre con un gobierno propio.

Roberto Chambi Calle

[1] Jurista y analista en RRII


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