El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) calificó el lunes a 2022 de uno de los años más mortíferos en los últimos 10 años para los Rohingya.
El organismo alertó que un número significativo de esta comunidad minoría, desesperada de las condiciones en los campos de refugiados en Bangladés, ponen en peligro su vida y huyen en barcos a los países de la región de Asia del Este, entre ellos Malasia, Indonesia y Tailandia.
Al respecto, el ACNUR informó sobre la posibilidad de la muerte de 180 refugiados Rohingya a bordo de un bote pequeño después de quedarse varados durante semanas en el mar de Andamán, sita en el océano Índico, en los principios de este diciembre.
De acuerdo con el informe, la embarcación no fue apta para navegar en el mar y probablemente se encuentra hundida. Citando a ciertos informes, subrayó que los pasajeros se quedaron varados durante aproximadamente un mes en las aguas en condiciones terribles, con alimentos y agua insuficientes, denunciando que los países de la región no les brindaron ninguna ayuda.
Los grupos pro derechos humanos han registrado un aumento significativo en el número de refugiados que han abandonado este año los campamentos de Bangladés, así que la cifra ha ascendido a 2400 personas en 2022, 1900 más que el año pasado.
Los musulmanes Rohingya llevan mucho tiempo oprimidos en Myanmar (Birmania), donde la mayoría de sus ciudadanos son budistas. Más de un millón de estos musulmanes viven en campamentos superpoblados en el vecino bangladesí, cientos de miles de los cuales son los que huyeron en 2017 de la persecución y la represión mortal del ejército birmano, que niega haber cometido crímenes contra la humanidad.
Ante la intensificación de las persecuciones y los graves problemas de subsistencia en los campamentos de Bangladés, estos refugiados no ven otro remedio que poner en peligro su vida y subir a embarcaciones precarias que a veces su destino es fatal.