El mundo islámico sigue condenando con dureza la blasfemia cometida con la quema del sagrado Corán por el político de extrema derecha Rasmus Paludan frente a la Embajada de Turquía en Estocolmo.
El acto antimusulmanes ha dañado las relaciones de Estocolmo con Ankara. Suecia intenta convencer a Turquía, miembro de la OTAN, de que apruebe que este país, junto con Finlandia, se una a la alianza militar. Tras el acto, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, aseguró que no lo apoyará.
Erdogan dijo que la quema del libro sagrado fue un crimen de odio que no puede ser defendido bajo el pretexto de la libertad de expresión.
Al respecto, miles de manifestantes protestaron en diferentes países islámicos. En Jordania, quemaron la bandera de Suecia frente a su embajada.
Además, miles de yemeníes salieron a las calles en la provincia de Saada y condenaron el silencio de varios gobiernos árabes frente al acto, que consideran como criminal. Además, responsabilizan al Gobierno de Suecia por las consecuencias del ataque islamófobo.
Los iraquíes también se reunieron frente el consulado de Suecia en Baqdad, la capital. Además, Irán, Arabia Saudí, Catar, Kuwait Azerbaiyán y Marruecos, entre otros países musulmanes criticaron la acción. Entre tanto, la respuesta del Gobierno sueco solo ha sido de simpatía por los musulmanes.