Por Luca Guillén, de la redacción de NODAL
Para entender la crisis institucional que atraviesa el Perú hay que hacer un repaso de cómo llegó hasta acá. Desde el 2000 hasta la actualidad, tuvo 10 presidentes cuando tendrían que haber sido la mitad ya que los mandatos duran (o deberían durar) cinco años.
El último presidente electo antes de Pedro Castillo fue Pedro Pablo Kuczynski en 2016, quien renunció a su mandato a los dos años tras el pedido de destitución de parte del Congreso.El propio Castillo tuvo que enfrentar al Parlamento, una de las instituciones más criticadas en las protestas, y la tercera moción de vacancia fue la vencida. El 7 de diciembre fue aprobada su destitución tras gobernar 16 meses y anunciar un intento de disolución del Parlamento en medio del debate de su moción de vacancia.
La primera reacción de la población fue salir a las calles a pedir la restitución del entonces mandatario. A esta demanda se le sumaron tres proclamas: el cierre del Congreso, el adelanto de las elecciones generales y la propuesta de crear una Asamblea Constituyente que modifique la Carta Magna del país.
Las movilizaciones comenzaron en las zonas rurales, campesinas e indígenas de las distintas regiones del país. Con los días fueron creciendo y los asesinatos perpetrados por las fuerzas policiales y militares hicieron que cada vez más personas se sumen a las protestas.
De afuera hacia adentro, así fue el desarrollo de las marchas que a partir del 15 de enero llegaron a la capital del país en lo que se denominó “la toma de Lima”. Como en gran parte de América Latina, los medios solamente cubrieron las marchas cuando no tuvieron más opción que visibilizarlas y lo hicieron deslegitimando y criminalizando a quienes protestan.
Esto dio lugar a un gran avance de los medios comunitarios y alternativos que realizan coberturas de las marchas. Las redes sociales también cumplen un rol fundamental para difundir la represión y las violaciones a los derechos humanos por parte de efectivos policiales.
No se vislumbra una salida política a la crisis que atraviesa el país sin que el gobierno de Boluarte o el Congreso convoquen a un adelanto de las elecciones para este año. Ahí, tendrá que verse la posibilidad de que las masivas movilizaciones logren consolidar una referencia política para enfrentar la crisis institucional con reformas políticas. Mientras tanto, ni la represión ni las 58 muertes en las protestas mueven al pueblo peruano de las calles.