Cómo la islamofobia reprime, margina y elimina la presencia musulmana

Cómo la islamofobia reprime, margina y elimina la presencia musulmana

Por Javier Villar
Annur TV
Friday 19 de May.
Cómo la islamofobia reprime, margina y elimina la presencia musulmana

Existe una conexión política que permite vincular el genocidio de los musulmanes rohingya en Myanmar, el ascenso del fundamentalismo hindú contra la minoría musulmana en India y la ocupación colonial de Palestina por parte del régimen sionista.

En todos estos escenarios, existe una población que públicamente se identifica con el Islam, y por esta condición enfrenta constantes agresiones encaminadas a erradicar cualquier presencia musulmana de la esfera pública.

Esta agresión constante contra la presencia de la musulmana es lo que se conoce como islamofobia, que se define como un tipo de racismo que tiene como objetivo las expresiones de la musulmana o cualquier expresión pública percibida como tal.

La importancia de centrarse en la musulmana también nos permite analizar los actos de agresión contra los no musulmanes basados ​​en su supuesta musulmana. En este sentido, es importante recordar que la primera persona asesinada en Estados Unidos después del 11 de septiembre fue un taxista sij al que confundieron con musulmán.

La idea de que la islamofobia es un tipo de racismo no está universalmente aceptada. La principal crítica a esta definición es que los musulmanes no constituyen una raza, y por tanto, no tiene sentido hablar de racismo.

Hay una crítica más elaborada del uso del término islamofobia, cuestionando la necesidad de un nuevo concepto para referirse a algo que puede englobarse dentro de la categoría más amplia de racismo. Por otro lado, hay voces que critican la vigencia de la categoría islamofobia, aludiendo a una supuesta libertad de expresión.

En otras palabras, la islamofobia sería una de esas categorías producidas por la corrección política.

Quienes abogan por el uso de la categoría islamofobia argumentan la necesidad de este término para describir situaciones específicas que de otro modo pasarían desapercibidas.

También argumentan que la islamofobia no es simplemente odio o miedo al Islam oa los musulmanes. En cambio, también se ve como una respuesta política a la presencia política de la identidad musulmana.

Podría decirse que el objetivo de la islamofobia es evitar que los musulmanes se proyecten políticamente en el futuro, dificultando su capacidad de construir un futuro como musulmanes.

Las formas en que se puede enfrentar la islamofobia son diversas. No existe una única esencia de islamofobia que pueda describir todos los fenómenos incluidos dentro de esa categoría.

En cambio, podemos decir que estamos ante una serie de características comunes que se pueden articular de diversas maneras y en diferentes contextos. Estas diferentes formas en que la islamofobia puede manifestarse están condicionadas por contextos históricos, culturales y socioeconómicos.

Podemos analizar diferentes contextos en los que se materializa la islamofobia. Estos contextos no son únicos y, por lo tanto, no deben verse como modelos permanentes y estáticos.

Son en la actualidad, y dadas las diversas articulaciones políticas del islam en la esfera pública, los contextos que, de algún modo, mejor explican cómo funciona la islamofobia en la vida real.

Hay manifestaciones de islamofobia en los ataques contra personas percibidas como musulmanas. Estos ataques pueden ser realizados por individuos que actúan solos, en grupos semiorganizados o en grupos organizados. Los ataques van desde insultos, quitar el velo a las mujeres, agresiones físicas, hasta asesinatos.

En segundo lugar, podemos identificar la islamofobia en los ataques contra bienes considerados musulmanes: cementerios, mezquitas y negocios privados. Dichos ataques pueden variar desde vandalismo y profanación hasta incendios provocados y destrucción de propiedad.

En tercer lugar, los actos de islamofobia están representados por actos de intimidación. Esto puede incluir acoso verbal, amenazas, acecho y otras formas de intimidación psicológica dirigidas a personas o comunidades en función de su identidad musulmana percibida.

En cuarto lugar, tenemos manifestaciones de islamofobia que implican un trato discriminatorio contra personas identificadas como musulmanas. Esto puede incluir varias formas de prejuicio, sesgo y trato desigual en áreas como el empleo, la educación, la vivienda, los servicios públicos y otros contextos sociales.

Puede implicar exclusión, estereotipos o la negación de derechos y oportunidades en función de la identidad musulmana percibida.

En estos ejemplos, el papel del Estado es más o menos pasivo. Sin embargo, existen otras articulaciones de la islamofobia en las que el Estado tiene un papel activo frente a las personas consideradas musulmanas.

Estos pueden incluir vigilancia y monitoreo, encarcelamiento, acusaciones de terrorismo y extremismo, y la implementación de políticas y leyes discriminatorias dirigidas específicamente a los musulmanes.

Estas acciones pueden perpetuar un clima de miedo y marginación para las personas y las comunidades en función de su identidad musulmana.

Una vez analizadas las posibles manifestaciones de la islamofobia, es necesario revisar la relación entre islamofobia y racismo.

Como han señalado varios autores dedicados al estudio tanto de la islamofobia como del racismo, el concepto de racismo se consolidó en la década de 1930 durante el régimen nazi en Alemania. La asociación del nazismo con la discriminación racial y el genocidio contribuyó a la comprensión generalizada del racismo.

Sin embargo, es importante reconocer que la islamofobia no encaja perfectamente en la comprensión tradicional del racismo, ya que abarca la discriminación basada en la identidad religiosa en lugar de la raza. Si bien puede haber intersecciones y superposiciones entre la islamofobia y el racismo, son formas distintas de prejuicio que requieren un examen cuidadoso.

Al posicionar al nazismo como el máximo representante del racismo y presentarlo como algo separado de la historia de Europa y Occidente, se corta el vínculo entre el racismo y el colonialismo.

En otras palabras, el nazismo se construye como una aberración, una excepción en la historia liberal europea, lo que resta relevancia a las aventuras imperiales europeas en el análisis del racismo.

Además, es durante este período que el tema de la raza se biologizó gracias al nazismo. Esto es significativo para este análisis. Dado que los musulmanes no son una "raza" en términos biológicos, se entiende que su condición no es una condición natural sino elegida.

La idea de que el racismo tiene una base biológica no es más que un mito. Las razas no fueron descubiertas como un nuevo planeta; fueron creados. El concepto de razas diferentes nunca ha tenido un fundamento biológico, sino que siempre ha sido una cuestión de procesos sociales y políticos.

La construcción de diferentes categorías raciales, como señala David Goldberg, sirve al propósito de regular y controlar las poblaciones por parte del Estado.

Si retomamos los ejemplos anteriores, como el hinduismo radical de Narendra Modi en boga en la India, el genocidio en curso de la población musulmana rohingya o la barbarie colonial en Palestina, lo que vemos en todos estos casos es la construcción de los musulmanes como un político, raza no biológica.

La identificación de los musulmanes como tales es fundamental para su control.

La islamofobia es de hecho una forma de gubernamentalidad racial, que se extiende más allá del mero prejuicio o la ignorancia. Abarca una gama de intervenciones y clasificaciones que impactan directamente en la existencia de poblaciones musulmanas en el mundo.

En otras palabras, las articulaciones islamófobas no son únicamente culturales o emocionales; son fundamentalmente políticos. Su principal objetivo es la erradicación de la identidad musulmana. La islamofobia opera a través de políticas y prácticas destinadas a reprimir, marginar y eliminar la presencia musulmana, a menudo impulsadas por ideologías y estructuras de poder discriminatorias.

En India, Myanmar y Palestina, de hecho, hay racismo dirigido contra los musulmanes y su expresión pública. Este racismo tiene manifestaciones locales. Por ejemplo, en India prevalece la noción de que los musulmanes son extranjeros, mientras que en Palestina, los sionistas emplean el lenguaje del terrorismo para atacar a los musulmanes y sus reivindicaciones políticas.

Sin embargo, todas estas manifestaciones comparten ciertas características y pertenecen a la misma familia, por así decirlo. Forman parte de un patrón más amplio que implica discriminación, marginación y negación de derechos basados ​​en la identidad religiosa, dirigidos específicamente a los musulmanes.

Si bien las dinámicas y los contextos específicos pueden variar, el hilo subyacente de la islamofobia atraviesa estas situaciones, perpetuando el trato injusto y las restricciones a los musulmanes.

Si, como decíamos, el objetivo de la islamofobia en todas sus manifestaciones es erradicar o eliminar toda la identidad musulmana, podemos decir que la República Islámica de Irán, con su postura política abiertamente islámica, impide esa potencial eliminación.

 

Xavier Villar es Ph.D. en Estudios Islámicos e investigador que reparte su tiempo entre España e Irán.

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