Roberto Chambi Calle[1]
Las normas internacionales no siempre han sido ecuánimes, por ejemplo los primeros juristas como Francisco de Vitoria o Francisco Suarez —al menos en temas de conquista respecto a las nuevas tierras, “Las indias”— aplicaban el derecho unilateralmente a sus intereses, en ese contexto el derecho natural fue un expoliador de las culturas y civilizaciones en las nuevas tierras conquistadas en el siglo XV por los españoles, siendo utilizada la norma para barrer con los indios, su cultura, sus riquezas y sus vidas; ya que el proceso “Civilizatorio” era un derecho clasista y por sobre todo divino.
Esas secuelas como dirían algunos juristas e internacionalistas ya han sido superadas al menos en palabras; pero lo cierto es que ese clasismo, en la praxis sigue plenamente vigente como por ejemplo cuando las potencias continúan aplicando el garrote para hacer valer sus pretensiones como lo hace EEUU, Inglaterra o Francia, ya que bajo el celofán del Consejo de Seguridad y su armamento bélico están listos para hacer “respetar” la normativa internacional, en un escenario en donde hoy los pueblos reclaman el apego a la justicia y la igualdad.
Paradójicamente la Carta de Naciones Unidas nos habla de igualdad, que en los hechos es una falacia; pues los más de 193 estados que conforman Naciones Unidas no tienen el poder de veto de los cinco estados “poderosos” que conforman el brazo de hierro bajo la capa del Consejo de Seguridad, por lo tanto, la igualdad y demás adjetivos son meros cantos de sirenas.
En esa línea los atropellos —indignantes, aberrantes, fútiles, protervos; etc.— hacia las civilizaciones del Continente Americano, paradójicamente hoy después de más de 500 años continúan vigentes bajo el glase de las nuevas monarquías “constitucionales”, quienes fieles a su raigambre depredadora siguen tomando el oro y el patrimonio de los “indios”.
Actualmente la Corona Inglesa retiene 32 toneladas de lingotes de oro venezolano, las mismas que a la fecha han sido denegadas por la justicia anglosajona bajo el pretexto de que no había una legitimidad del Gobierno de Nicolás Maduro; ya que la en su entonces Reina Isabel II había reconocido al “gobierno” títere de Juan Guaidó.
Las reservas en oro, títulos valores; así como las empresas del país caribeño han sido tomadas cual si fuera un botín, sin importar la vida y la sobrevivencia de los venezolanos. Así por ejemplo la empresa Citgo con sede en EE.UU., una empresa poderosa, con más de 10.000 estaciones de gasolina y que está estimada en más de 13.000 millones de dólares y que según Maduro genera mil millones de dólares al año, ahora está en las garras de Washington.
Caracas no solo es asaltado por EEUU, Inglaterra sino también por Japón y Portugal, afortunadamente a este último el gobierno de Maduro pudo detenerlo. Gracias a un fallo del Tribunal Civil de Lisboa el banco Novo Banco deberá devolver más de 1.352 millones de euros, los mismos retenidos desde el año 2019, ya que al igual que Isabel II de Inglaterra, el gobierno portugués reconocía como mandatario a Guaidó.
De acuerdo a la historia los “conquistadores” en México se llevaron más de 182 toneladas de oro extraídos, robados y arrebatados a las naciones originarias del “Nuevo Mundo”, sin contar el oro de los Incas y de otras civilizaciones en donde los españoles, portugueses y más tarde ingleses y franceses no le daban ningún valor a los tesoros arquitectónicos y culturales corporeizados en varios objetos del metal precioso, que de haber seguido existiendo hubiesen sido testigos de la grandeza de esas civilizaciones.
Lamentablemente estos objetos solo eran vistos como oro, por ende los fundieron sin importarles nada, más que su ambición, convirtiéndolos en lingotes, borrando con ello todo rastro del mensaje invaluable de las civilizaciones del Abya Yala.
Desde que los conquistadores encontraron oro por primera vez en la “Isla la Española”, actual República Dominicana y Haití, no han parado en sus ambiciones hasta el presente; su avasallamiento e imposición mediante sus leyes grecorromanas siguen siendo utilizadas para someter a sus ex colonias.
La grandeza de Europa se debe en gran medida al saqueo y el robo del patrimonio, los recursos y las riquezas naturales de lo que fueron sus colonias, como el oro de los aztecas mediante la masacre a los Mexicas por las tropas de Hernán Cortez, el oro de los incas y las masacres de sus habitantes al mando de Francisco Pizarro, o la explotación de las minas de oro en Zacatecas, en Guanajuato, las minas de oro en el Brasil o la plata del cerro rico de Potosí.
Las ambiciones desmedidas durante la colonia al parecer hoy continúan; ya que el hecho de bloquear para retener el oro, las empresas y los activos del pueblo venezolano son una prueba contundente de esa actitud maléfica de los colonizadores.
Las relaciones pacificas entre los actores internacionales en pleno siglo XXI no sólo deben significar la devolución de sus riquezas saqueadas, sino debe haber un reconocimiento de sus acciones y errores pasados, así como pedir perdón —como lo dijo AMLO— por los actos de genocidio cometido hacia los indios, quizás de esa manera se pueda convivir en paz, de lo contrario y de seguir negándose lo innegable se seguirá viviendo en un mundo multipolar virulento falso, hipócrita y saqueador.
Por Roberto Chambi Calle
[1] Jurista y analista en RRII, Director del Centro de Estudios en Geopolítica Internacional y Civilización islámica (CEGICI) “Ayatola Jomeini”.