En una escena que parece a una película, un pequeño dron, lanzado desde el sur del Líbano, recorre una distancia de unos 70 kilómetros y deambula durante una hora en el espacio aéreo de la entidad ocupante, pasando junto al helicóptero Apache de “alta eficacia combativa”, que intentaba interceptarlo y luego ataca la casa del primer ministro ocupante israelí, Benjamín Netanyahu, en Cesarea, suroeste de Haifa, en el primer ataque exitoso a la casa de un primer ministro israelí en la historia del conflicto con la ocupación.
Cuando ocurrió el incidente, como de costumbre, los medios israelíes intentaron primero anunciar lo que sucedió al frente interno, diciendo que el dron impactó una casa cerca de la casa de Netanyahu, luego la oficina éste último admitió que el dron impactó la residencia de Netanyahu, pero él y su esposa Sarah no estaban dentro durante el ataque. El incidente es demasiado grande para ser ocultado y el sonido de la explosión es demasiado fuerte para no ser escucharlo, aunque “Israel” aún evita revelar todos los detalles.
Este paso conlleva mensajes e implicaciones para Netanyahu y quienes lo acompañan, y para el frente interno israelí con respecto a la batalla, su horizonte y las capacidades que posee Hizbullah. Lo que hizo la Resistencia se encuadra dentro de la nueva y avanzad fase del enfrentamiento que anunció, también se enmarca dentro de lo anunciado por el vicesecretario general de Hizbullah, Sheikh Naim Qassem, de que la resistencia tiene derecho a apuntar a cualquier punto de la entidad de ocupación, y elegirá el punto que considere oportuno.
Los hechos que tuvieron lugar el último sábado en realidad hablaron de esta fase inaugurada por la resistencia. Lo que parecía claro es que no se trata sólo de la fase de “doler al enemigo”, sino más bien de la fase de “sentirse amenazado” y amenazar la vida de los funcionarios israelíes, empezando por la cima de la pirámide, representada por la persona de Netanyahu. La resistencia ha optado ahora por amenazar la existencia y la seguridad de Netanyahu, y decirle que está siendo perseguido y que puede atacarle en el momento que considere oportuno, en medio de la incapacidad de los sistemas de defensa de la entidad, por los que paga miles de millones de dólares, de protegerlo.
Así lo confirmó la decisión de la unidad encargada de proteger a las figuras responsables en “Israel” de reforzar la protección y el estado de alerta respecto a todos los símbolos de la autoridad ocupante, y de reforzar el control de los movimientos de políticos, altos ministros y funcionarios, ya que “´Israel´comenzó a comprender mejor lo que significaba la nueva fase de Hizbullah, con el lanzamiento dl dron en dirección a la casa de Netanyahu”, según medios israelíes.
La operación también tiene un simbolismo peligroso para los israelíes, porque tuvo lugar en Cesarea. A este simbolismo se sumó la escena del dron volando en su cielo y el fracaso de su interceptación, ya que Cesarea está situada en las profundidades, en la costa del mar Mediterráneo, entre "Tel Aviv" y Haifa, y goza de una gran importancia estratégica, dada su proximidad a instalaciones vitales y sitios de infraestructura militar, también está habitada por importantes y altos funcionarios.
El Canal 12 expresó este asunto diciendo: “Las instituciones militares y de seguridad tenían miedo de este escenario exacto, y estaba sucediendo ante sus ojos, de modo que, sin previo aviso, Cesarea, uno de los lugares más protegidos de Israel, fue atacado”. Esto también significa que Netanyahu, que quiere devolver a los colonos del norte a sus asentamientos, se enfrentará a otra ola de desplazamientos, más amplia y mayor que las anteriores, como amenazó el mártir Hassan Nasrallah, de modo que no tendrán seguridad en sus asentamientos donde quiera que estén.
Respecto al plano militar, esta operación es uno de los indicios más destacados de que las capacidades de la resistencia militar son buenas y que es capaz de atacar cualquier lugar en la entidad de ocupación, y revela el desarrollo por parte de Hizbullah de su método de operaciones de acuerdo con lo que requieren los cálculos del campo y de la batalla, que es lo que revela la falsedad de las alegaciones del ejército de ocupación de eliminar la mayoría de las capacidades de la resistencia, mediante oleadas generalizadas de agresiones en el sur, la Bekaa y el suburbio sur de Beirut.
Después de la operación, los propios medios israelíes comenzaron a hablar de que “Hizbullah está bien, en torno a sus capacidades y organización”, señalando que “una muy grande parte de armas y misiles siguen presentes, especialmente misiles y drones, sobre todo misiles de largo alcance, que son abundantes”. Contrariamente a lo que espera la ocupación, la resistencia está revelando, a través de su intensificación de operaciones y el desarrollo de su experiencia, profundas brechas de seguridad en la entidad, que llevaron a los servicios de seguridad a investigar urgentemente las brechas que permitieron que un dron llegara a la casa de Netanyahu en Cesarea, de modo que los servicios de seguridad israelíes consideran la llegada del dron un fallo de seguridad muy grave.
La operación no sólo tuvo como resultado el reconocimiento de un fallo en materia de seguridad, sino que también provocó un “shock” en “Israel”, cuyos medios reconocieron la fuerza de Hizbullah, diciendo: “No vemos el día después de Hizbullah, sino más bien se ve a Hizbullah fortaleciéndose y mostrando sus músculos", por lo que "mostró destreza en su actuación". Siguiendo las directivas de intensificar el enfrentamiento, basándose en las capacidades militares establecidas, esta operación llegó en el momento adecuado, tras el anuncio del martirio del jefe del movimiento Hamas en la Franja de Gaza, el comandante Yahya Sinwar, y tras una ola de asesinatos sistemáticos contra los líderes del eje de resistencia, lo que indica que el castigo es inevitable y está por llegar.
Es, entonces, un señala de que “la Resistencia sostiene las riendas del enemigo para traerlo de vuelta al redil” y aplica la justicia para que el criminal y carnicero de Netanyahu no siga haciendo lo que quiera y causando estragos en la región y el mundo, sin castigos ni respuestas que le enseñen que su cabeza vale un dron lanzado por combatientes de la Resistencia del sur del Líbano, y que están aplicando el derecho internacional y las normas humanitarias, como deben aplicarse.