Entre esos elementos, que conforman la estructura de ataque y líneas de acción en la mencionada guerra híbrida, destaca la utilización de organismos internacionales que, en teoría, deben estar al servicio del conjunto de la humanidad, pero que han servido fundamentalmente de arma arrojadiza, punta de lanza de la política de desestabilización contra la federación rusa y así restar su presencia en regiones del mundo donde Estados unidos y Europa afirman es su espacio natural de dominio. Tal es el caso de Asia occidental, por ejemplo y en específico Siria donde la presencia de la base naval de Tartus y la base aérea de Hmeimim, ocupadas por tropas rusas ah sido un botín apetecido por Occidente.
Una de esas instituciones internacionales, a la que hago referencia, convertida en peón de Washington, que no cumple su papel representar intereses de carácter global, es la denominada Organización Para la Prohibición de Armas Química (OPAQ por sus siglas en inglés) encargada de la aplicación, de la convención sobre armas químicas. Una institución que, en el marco de la guerra de agresión contra Siria, a cuyo gobierno y al gobierno ruso acusó de utilizar armas químicas en el conflicto digitado contra el gobierno del expresidente Bashar al Assad en un operación coordinada entre esta OPAQ, Estados Unidos, la OTAN y sus aliados en la zona como Arabia saudí y el régimen nacionalsionista israelí, fundamentalmente.
La OPAQ es una institución encargada de aplicar la convención sobre armas químicas (1) que entró en vigor el 29 de abril de 1997 y que obliga, por tanto, a sus 193 estados miembros. Posee un órgano de gobierno que es el Consejo Ejecutivo, conformado por 41 Estados Miembros, que son elegidos por la Conferencia de los Estados Parte y que rotan cada dos años. El Consejo supervisa las actividades de la Secretaría Técnica y se encarga de promover la aplicación eficaz de la Convención, así como de su cumplimiento. África posee 9 miembros, Asia un número similar, Asía 5 participantes, América Latina y El Caribe aportan 7 miembros y Europa Occidental y otros estados 10 y uno que se rota entre Latinoamérica o Asia. Todos ellos sujetos permanentemente a presiones, esencialmente desde el mundo de las potencias occidentales, que suelen aplicar políticas de chantaje desde el punto de los aportes monetarios para una organización cuyo presupuesto no supera los 150 millones de dólares anuales.