En enero, el expresidente uruguayo había hecho público que el tumor se había extendido a otros órganos, y que, debido a su avanzada edad y otras enfermedades crónicas que padece, no era posible continuar con tratamientos agresivos.
“No me cabe ni un tratamiento bioquímico ni la cirugía porque mi cuerpo no lo aguanta”, explicó entonces en una entrevista con el semanario Búsqueda. “Sinceramente, me estoy muriendo. Y el guerrero tiene derecho a su descanso”, también dijo.
En la entrevista de enero, expresó su deseo de permanecer en su chacra hasta el final: “Yo me voy a morir acá”, dijo. “Ahí afuera hay una sequoia grandota. Está Manuela —su perra— enterrada ahí. Estoy haciendo los papeles para que ahí también me entierren a mí. Y ya está”.
En diciembre pasado, Mujica se había sometido a un procedimiento para colocarle un dispositivo que le permite alimentarse e hidratarse con mayor facilidad. Desde entonces, su actividad pública se redujo al mínimo.
El 29 de abril del pasado año, Mujica anunció en una rueda de prensa que tenía un tumor en el esófago: “Necesito informarles que el viernes pasado concurrí al (centro médico) Casmu a hacerme un chequeo en el cual se descubrió que tengo un tumor en el esófago, que es algo obviamente muy comprometido y que es doblemente complejo en mi caso, porque padezco una enfermedad inmunológica hace más de 20 años”, dijo ese día el expresidente.
Jose Mujica. Foto: EFE.
Poco tiempo después, apuntó que el tumor era maligno y debía tratarse con radioterapia, procedimiento que se llevó a cabo en Montevideo. El pasado 27 de diciembre, el expresidente fue sometido a una intervención quirúrgica en la que le colocaron con éxito un stent en el esófago.
En enero de este año, Mujica informó que el cáncer que le fue descubierto en el esófago se le había expandido al hígado.
José Mujica, presidente de Uruguay entre 2010 y 2015 y un histórico del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, será recordado no solo por su actuación de gobierno, sino también por su estilo de vida austero y una forma directa y sincera de comunicarse.
También quedará en la historia por ser el primer político de América del Sur en alcanzar la suprema magistratura de su país por la vía democrática tras haber destinado una parte de su vida a combatir con las armas a esa misma institución del Estado.
Sin embargo, fue muy criticado por no apoyar en su momento un plebiscito que intentó impulsar el juzgamiento de los militares genocidas. Tanto Mujica como su compañero de cárcel Eleuterio Fernández Huidobro se opusieron por considerar que “no tenía sentido ya que los milicos están todos muy viejitos”. Y esa impronta la reiteraron ambos cuando fueron gobernantes, Mujica presidente y Huidobro ministro de Defensa.
La militancia de Mujica en la guerrilla urbana tupamara que combatió a la dictadura militar, le costó 13 años de presidio. Sin embargo, su rol en aquella época le permitió llegar a la presidencia de Uruguay como el candidato ganador de la coalición oficialista de centro-izquierda Frente Amplio, de cuyo componente mayoritario, el Movimiento de Participación Popular, era dirigente.
Una vez en el poder, Mujica basó su popularidad doméstica en una imagen de hombre íntegro, que prefería seguir viviendo en su chacra de la periferia de Montevideo, y que donaba casi todo su salario a inversiones sociales, por lo que fue llamado “el presidente más pobre del mundo”.
El 1 de marzo de 2015, Mujica devolvió la banda presidencial al también frenteamplista Tabaré Vázquez, su predecesor cinco años atrás. La tercera victoria electoral consecutiva del Frente en las votaciones de 2014 fue el reflejo del notable grado de satisfacción popular por la marcha del país bajo su conducción.
El homenaje que le hizo su partido, el MPP
Fuente: RL