A ochenta años del bombardeo atómico de Hiroshima, líderes mundiales y organizaciones internacionales advierten sobre el creciente riesgo de un conflicto nuclear. La Unión Europea, las Naciones Unidas y el Vaticano coinciden en la urgencia de fortalecer los esfuerzos de desarme para salvaguardar la paz y la seguridad internacional.
La alta representante de la Unión Europea para la Política Exterior, Kaja Kallas, subrayó que las guerras nucleares no se pueden ganar y nunca deben librarse. Kallas alertó sobre una «retórica nuclear irresponsable» que, junto a la proliferación de nuevos actores con ambiciones nucleares, «ponen en peligro la paz».
En tanto, el presidente del Consejo Europeo, António Costa, instó a recordar los horrores de las armas nucleares y reafirmó el compromiso con un mundo libre de ellas.
Por su parte, Izumi Nakamitsu, secretaria general adjunta de las Naciones Unidas y Alta Representante para Asuntos de Desarme, advirtió sobre el aumento del riesgo de conflicto nuclear debido a las profundas divisiones geopolíticas.
En un discurso en nombre de António Guterres, titular de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Nakamitsu enfatizó que las mismas armas que devastaron Hiroshima y Nagasaki están siendo nuevamente utilizadas como «herramientas de coerción». En esta misma línea, hizo un llamado a erradicar la amenaza nuclear y fortalecer el Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares.
El papa León XIV se sumó a las advertencias, deseando que el recuerdo de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki «sirva de advertencia universal contra la devastación causada por la guerra, y en particular por las armas nucleares». En un momento de «intensas tensiones y sangrientos conflictos», el sumo pontífice abogó por que la «ilusoria seguridad basada en la amenaza de la destrucción mutua dé paso a la práctica del diálogo y a la confianza de la fraternidad», e instó al abandono de las armas.