PARTE I:
Hablo de un conflicto que enfrenta a Rusia contra Estados Unidos, la OTAN y que precisamente tienen como testaferro al régimen neonazi ucraniano. Esto, no desde febrero del año 2022 sino que hunde sus raíces desde el momento mismo del derrumbe de la ex Unión Soviética, el avance de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sobre la frontera occidental rusa, haciendo caso omiso de las garantías de seguridad exigidas por Rusia y los apoyos occidentales, reconocidos por altos funcionarios del gobierno estadounidense.
Tal ha sido el caso de la ex responsable de la política exterior para asuntos europeos y euroasiáticos, la diplomática y ex representante permanente de Estados Unidos en la OTAN, Victoria Nuland con aseveraciones y operaciones concretas destinadas a que Ucrania volcará su accionar hacia las vías pro-OTAN y pro-Unión Europea, sirviendo de punta de lanza en la política de máxima presión contra la Rusia post soviética.
La ex secretaria de Estado adjunta de USA Victoria Nuland junto al Embajador de Estados Unido en Ucrania, Geoffrey Pyatt en la llamada
Plaza Euromaidán apoyando las manifestaciones pro-golpistas del año 2014 que condujeron al Golpe de Estado en Ucrania.
Nuland admitió en la Conferencia de la Fundación Estados Unidos – Ucrania el 13 de octubre de 2013, celebrada en la ciudad de Washington que “Desde la independencia de Ucrania en 1991, Estados Unidos ha apoyado a los ucranianos en el desarrollo de sus capacidades e instituciones democráticas, así como en la promoción de la participación ciudadana y la buena gobernanza, condiciones indispensables para que Ucrania alcance sus aspiraciones europeas. Hemos invertido más de 5000 millones de dólares para ayudar a Ucrania en estos y otros objetivos que garantizarán una Ucrania segura, próspera y democrática” (2)
Declaraciones recordadas, en entrevista dada por el ministro de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa, Serguéi Lavrov, con el canal de YouTube "Ultrahang", Moscú, el día 26 de octubre de 2025 trayendo al presente lo que los propios medios occidentales habían consignado triunfalmente “tras el golpe de Estado de hace once años, en febrero de 2014, cuando los golpistas tomaron el poder mediante un derrocamiento ilegítimo y sangriento orquestado por Estados Unidos. Tiempo después, la entonces subsecretaria de Estado estadounidense, Victoria Nuland, admitió ante el Congreso, que su país había gastado aproximadamente cinco mil millones de dólares en apoyo a Ucrania hasta ese momento, y que esto no había sido en vano, porque supuestamente había triunfado la democracia”
El alto funcionario ruso continúa su remembranza signando el hecho que “este gobierno democrático” que había llegado al poder ilegalmente, anunció en su primera declaración, demostrando claramente sus instintos políticos, al día siguiente del golpe, la abolición del estatus del idioma ruso. Y el golpe de Estado tuvo lugar, al día siguiente de la firma de un acuerdo, para el cual Alemania, Francia y Polonia habían dado garantías, entre el entonces presidente legítimo y universalmente reconocido, Víktor Yanukóvich, y la oposición. “Cuando llamamos a los franceses y alemanes y les dijimos: “Ustedes dieron garantías, y a la mañana siguiente la oposición ocupó edificios gubernamentales, entre otras acciones, respondieron que, la democracia a veces da giros inesperados” (3)
Terrorismo Kievita apoyado por Occidente
Ese apoyo a toda prueba de occidente al golpismo neonazi ucraniano permite entender la contumacia criminal exhibida, más de una década después del golpe que llevó al poder a las fuerzas pro otanistas. La manera que ha visualizado el régimen civil militar ucraniano, contando con el visto bueno de sus padrinos de Washington y Bruselas, es llevar adelante campañas de intensos ataques de sabotaje y terrorismo indiscriminado, contra la federación rusa. Sin distinguir en ello blancos civiles y militares y con el silencio cómplice de los medios de manipulación y desinformación occidentales, que suelen victimizar permanentemente a Ucrania y demonizar a Rusia.
Europa y su conducta ciega, sorda y muda frente al terrorismo ucraniano, haciendo caso omiso de las denuncias del gobierno ruso, evidencia el absoluto sometimiento al plan de desestabilización llevado a cabo contra la nación euroasiática, impulsado desde Washington y con el apoyo político, diplomático, financiero y militar, en sus distintas variantes, por parte de la Unión Europea, en su ala civil y militar adscrita a la OTAN.
Para el régimen kievita, todo lo que se vislumbre ruso: hombres mujeres y niños, son un blanco donde dirigir sus armas otorgadas, a manos llenas, precisamente por occidente. Una conducta que se concreta al mismo tiempo que las tropas ucranianas, golpeadas duramente por el ejército ruso, se retiran de las zonas de contacto, principalmente en las fronteras con las repúblicas de Donetsk y Lugansk en el Donbás
El terrorismo, que no es ajeno a la historia del régimen ucraniano tras la etapa golpista del llamado Euromaidán, como ha sido, por ejemplo, la masacre en Odessa en mayo de 2014 (4) recurren en forma desesperada a métodos destinados a generar pavor masivo e individual, con sabotajes a infraestructura crítica civil de la federación rusa y asesinatos selectivos como han sido los crímenes cometidos por los servicios de inteligencia ucranianos contra figuras públicas rusas y ucranianas pero críticas del régimen de Zelenski y su mafia de civiles y militares.
Tal es el atentado con un coche bomba contra la periodista Daria Dugina (hija del filósofo nacionalista Alexander Dougin) se atentó contra el bloguero militar Vlavden Tatarsky asesinado en San Petersburgo. Nombres al que hay que sumar al ex diputado de rada Suprema de Ucrania Ilia Kiya cuyo crimen, de un disparo en la cabeza, fue reconocido por un comando ucraniano que actuó en el distrito de Odintsovo, cerca de Moscú. Kiya fue acusado por el gobierno ucraniano de ser un colaborador del gobierno ruso.
Darya Dugina politóloga y periodista rusa asesinada por Kiev. De fondo, su padre Alexander Dugin. Prominente filósofo ruso.
A esos crímenes incluyo, indudablemente, el sabotaje a instalaciones energéticas, como son los gasoductos Nord Stream I y II ubicados en el Báltico, cuya autoría occidental no admite discusión. Sabotajes a los trenes de pasajeros y de carga, demostrando el carácter exclusivamente terrorista de las definiciones político-militares del régimen kievita. Los medios occidentales, sin excepción equiparan los ataques a trenes de uso militar ucraniano a aquellos atentados de Kiev contra el transporte ferroviario civil. Acción mediática con una narrativa con una narrativa rusofóbica que no admite matices.
Los reportes de acciones de estragos planificados, para dañar infraestructuras de comunicación y transporte son permanentes, generando interrupciones en servicios esenciales para la población rusa. Se han registrado daños en depósitos de petróleo, terminales portuarias y buques, con consecuencias directas en el transporte y la exportación de crudo desde Rusia, lo que ha contribuido a tensiones económicas y ha elevado los costos energéticos. El sabotaje a líneas eléctricas y depósitos de almacenamiento ha provocado cortes de luz y calefacción en ciudades fronterizas rusas, afectando la vida cotidiana y la seguridad de la población civil que, con toda lógica exige más protección frente al terrorismo ucraniano.
Rusia ha señalado a Kiev como responsable de ataques terroristas que incluyen el uso de minas prohibidas y actos que dañan servicios y medios esenciales para la población, contraviniendo todas las leyes de la guerra. Como prueba de estas acciones, el gobierno ruso ha presentado principalmente informes del Ministerio de Defensa y comunicados oficiales afirmando la interceptación y derribo de drones ucranianos usados para sus objetivos civiles donde los blancos principales son instalaciones energéticas, ferroviarias y civiles, citando patrones de ataques coordinados en regiones como Voronezh, Nizhni Nóvgorod y Bélgorod, con amplia repercusión incluso en medios ucranianos donde se vanaglorian de dichos actos.
El ministerio de guerra ucraniano ha asumido los ataques mortales contra el mundo civil ruso, los servicios básicos no militares de energía, transporte ferroviario, por ejemplo, bajo la justificación de “inhabilitar los elementos de la infraestructura ferroviaria” empleados – según Ucrania – en el sistema logístico del personal de las fuerzas armadas rusas en la zona de operación especial para la desnazificación y desmilitarización del ejército kievita (5)
El propio presidente de facto de Ucrania, en un esfuerzo de vigorizar a una sociedad y un ejército ucraniano desmoralizado, en un país consumido por la corrupción, participa activamente en las campañas mediáticas agradeciendo a los servicios secretos ucranianos por llevar a cabo sus actos de sabotaje y terrorismo y el apoyo en armas y dinero otorgados por occidente (6) Una guerra con resultados dramáticos para la población y un futuro hipotecado que quedará en manos de estos que entregan dinero a raudales y que exigirán devolución total.
Estos actos terroristas han conducido al régimen ucraniano a una degradación absoluta e incluso diputados que solían apoyar a Zelenski, hoy exigen su salida, como es el caso del parlamentario Artem Dmitruk quien ha calificado los ataques contra trenes de pasajeros como “otro paso hacia la paz bajo la fórmula Zelensky” es decir una fórmula fracasada. El diputado Dmitruk sostiene que la salida de Volodímir Zelenski de la presidencia se ha convertido en una condición crítica para la supervivencia del país.
En su canal de Telegram, el miembro de la Rada Suprema subrayó que, a su juicio, la dimisión de Zelenski no es cuestión de emociones ni de eslóganes políticos, sino una necesidad inevitable. Dmitruk acusó al jefe de la administración de Kiev de presidir un colapso nacional, de acelerar el empobrecimiento y de profundizar la degradación institucional. Sostuvo que la única salida a la crisis pasa por transferir competencias clave de gobierno al Parlamento y avanzar con rapidez hacia negociaciones con Rusia para detener el conflicto (7)
Todo ello en pleno proceso de cuesta abajo en la rodada en materia de una derrota inevitable, que sólo se mantiene en pie gracias a los cientos de miles de millones de dólares en armas y dinero entregados por Estados Unidos y sus socios europeos – que hoy, bajo decisión de Trump – deben cubrir gran parte de la factura que repercutirá, inevitablemente en las sociedades de esos países europeos, que verán mermados sus beneficios sanitarios, educacionales y pensiones, fundamentalmente. Esto, pues la factura de la guerra hay que pagarla a los complejos militares industriales occidentales.
Rusia ha efectuado sus denuncias en foros internacionales acompañando sus palabras con pruebas concluyentes extraídas de imágenes satelitales o de cámaras de seguridad mostrando daños en instalaciones civiles e incluso nucleares. Moscú ha entregado listados de acciones terroristas desde el inicio de la guerra contra la alianza Washington-OTAN y Ucrania como punta de lanza. Entre esas denuncias encontramos
Junto a lo señalado reitero, existe un peligro aún mayor de intensificación del conflicto pero que puede causar daños más allá de las fronteras de Europa oriental. Me refiero a las acciones de sabotaje y ataques directos con drones a las instalaciones nucleares rusas, que ha generado alarma en la propia Unión Europea, cuyos dirigentes sotto voce, alertan sobre el peligro, pero no generan una política de freno por parte de su servil presidente de facto ucraniano.
PARTE II:
En la primera parte de este articulo referí al apoyo que Estados Unidos y sus socios europeos han otorgado al régimen de Zelenski, que hace marchar a su sociedad, como cordero al matadero, para ser parte de la OTAN y supuestamente de la Unión Europea, aunque en esta última organización se estime que no alcanza los estándares políticos, económicos y de estabilidad como país y que sólo es visto como país testaferro, servil a los intereses de las potencias occidentales hegemónicas y arrogantes.
En esas primeras letras de este trabajo consignaba que, mientras el gobierno de Zelensky enfrenta graves cuestionamientos por corrupción en plena guerra, su régimen civil militar profundiza una estrategia basada en el sabotaje y el terrorismo como vía desesperada para intentar revertir un escenario adverso. ¿Hasta dónde puede escalar este camino y qué rol juegan las potencias occidentales? Una incógnita que Rusia trata de dilucidar enfrentando al ente nazi ucraniano en el campo de batalla para derrotarlo sin vuelta atrás.
El régimen kievita, según las denuncias entregadas por las autoridades rusas y organismos internacionales, utiliza el terrorismo como método de guerra y el permanente interés en llevar adelante estos actos adoptándolo como herramientas de política estatal. Para el ministerio de defensa de la federación rusa las Fuerzas Armadas de Ucrania (AFU por sus siglas en inglés) utilizan el terrorismo como una manera de alimentar el pánico y alentar un sentimiento derrotista en la sociedad rusa que les permita intimidar a la población civil, generar descontento con las políticas de gobierno mediante políticas de desestabilización de las autoridades gubernamentales, causando daños a la infraestructura civil e industrial consideradas críticas.
Estas acciones contribuyen a incrementar los riesgos, ya que los perpetradores no son sólo un terrorista o unas organizaciones criminales aisladas, sino unidades regulares del ejército que, además, cuentan con apoyo internacional en los ámbitos político, económico, militar, técnico-militar e informativo. En Ucrania, esto se manifiesta con especial claridad, puesto que Occidente no solo proporciona al régimen de Kiev armamento ofensivo de última generación, sino que le concede abiertamente carta blanca, para utilizarlo en actos terroristas subversivos en territorio ruso
Peligro de Terrorismo Nuclear Ucraniano
“Una Ucrania que bajo el mandato de un presidente de facto y una camarilla civil y militar que está destrozando el país, cuya derrota total es inevitable, sigue usufructuando de las supuestas dádivas occidentales, que sólo hipotecan el futuro de millones de ucranianos, que para seguir en esta maraña ha entrado de lleno en condutas propias de una sociedad terrorista, que cree alcanzará algún beneficio en una eventual negociación, forzando a Rusia a partir de los ataques terroristas a la población civil, la infraestructura crítica e incluso instalaciones nucleares, poniendo en peligro al país, a sus vecinos y en general al conjunto de Europa” (1)
Las arremetidas peligrosísimas del ejército ucraniano y sus servicios secretos, contra instalaciones nucleares rusas, incluyendo la infraestructura crítica de las centrales nucleares de Zaporozhskaya, Kurskaya y Smolensk, así como las embestidas contra los aeródromos base de los bombarderos estratégicos portadores de ojivas nucleares ubicados en Murmansk, Irkutsk Ivanovs y otros sitios representan un peligro global.
Ubicaciones y blancos precisos que han sido entregadas por la inteligencia satelital occidental, la labor de los servicios secretos de Ucrania en concomitancia con la CIA estadounidense, el MI6 británico y el servicio de inteligencia polaco, fundamentalmente. Todo ello es motivo de especial preocupación para un mundo que ve con alarma como el irresponsable régimen ucraniano es capaz de conducir su suicidio como país hacia un peligro nuclear de incalculables consecuencias.
Rusia ha advertido en forma insistente, incluyendo foros internacionales como la Asamblea general de las Naciones Unidas, en el seno del Consejo de Seguridad y alertado a sus propios aliados que sus documentos de doctrina militar de defensa catalogan esos ataques llevados a cabo por el régimen kievita, contra el llamado componente ruso de la “triada nuclear” son casus belli (2). Moscú se refiere con ello al peligro que significa atacar la estructura de los frentes militares dotados de armas nucleares de altísimo poder destructivo: misiles balísticos intercontinentales terrestres de alcance global (ICBM por sus siglas en inglés). Los misiles balísticos lanzados desde submarinos (siglas en inglés SLBM) el tercer ámbito con presencia de armamento atómico, como son los bombarderos estratégicos dotados con bombas y misiles nucleares.
Estados Unidos ha generado una política de alianzas contra Rusia, donde ha ido delegando las acciones prácticas, el apoyo concreto en armas y dinero desde el lado, principalmente europeo. En ese marco se destaca el papel que cumple Gran Bretaña, convertida, junto a Alemania en proveedores principales de misiles, financiamiento para la mantención de una estructura gubernamental ucraniana cada día más corrupta y apoyo político y diplomático de sostenimiento a nivel global.
El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, el pasado mes de junio acusó al Reino Unido de respaldar plenamente a Ucrania en la ejecución de ataques terroristas contra territorio ruso, incluyendo recientes atentados con drones y actos de sabotaje dirigidos a infraestructuras civiles y militares. A lo cual hay que sumar los ataques contra instalaciones nucleares y las bases aéreas de los bombarderos estratégicos, que disponen de bombas nucleares.
La guerra en Ucrania, el patrocinio para que el régimen de Zelenski lleve a cabo cada día más, ataques terroristas contra Rusia y en especial contra su población civil e instalaciones que pueden afectar al conjunto el planeta, como son las centrales nucleares, los aeródromos que tienen en sus dependencias la aviación estratégica de las fuerzas pareas rusas son acciones delicadísimas y parte de una dinámica avalada por occidente.
Con Kiev se tiene una conducta muy hipócrita por parte de Washington, que al mismo tiempo que se apoya militar y financieramente al ente neonazi ucraniano, se le critica públicamente por sus acciones de ataques a instalaciones de corte estratégico nuclear ruso como sucedió con la llamada Operación Pautina de los servicios secretos ucranianos (SBU) contra las bases aéreas rusas donde radica su aviación nuclear estratégica. Una operación supervisada por la inteligencia británica y planeada en vísperas de las conversaciones ruso-ucranianas en Estambul, celebrada en julio del 2025, con el objetivo de influir en la agenda política.
El MI6 cumplió las orientaciones de Washington en función que Washington no apareciera directamente involucrado en estos actos terroristas que involucran material nuclear. Londres, no sólo coordinó las acciones del SBU, sino que también proporcionó apoyo mediático, difundiendo noticias falsas sobre supuestas grandes pérdidas rusas y atribuyendo un éxito abrumador a los saboteadores kievitas.
Desde Rusia se informó, el pasado 14 de noviembre que, el ejército ucraniano intentó atacar con drones, la central nuclear de Novovorónezh, situada en el suroeste de la federación rusa. Así fue comunicado por el director general de la Rosatom, la corporación de energía nuclear de la federación rusa, Alexéi Lijachov, durante su encuentro en la ciudad de Kaliningrado, con el director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) el argentino Rafael Grossi – fuertemente cuestionado por países como Irán de ser un agente de Estados Unidos e Israel en materia del llamado Plan Integral de Acción Conjunta - Drones ucranianos volaron hacía la central nuclear de Novovorónezh. Todos fueron derribados” señaló Lijachov. El jefe de Rosatom consignó que “tarde o temprano, Rusia logrará los objetivos de su operación militar en Ucrania, lo que permitirá reanudar el funcionamiento de la planta” (3)
Estados Unidos, con apoyo de sus cervatillos europeos y sobre todo con las acciones terroristas llevadas a cabo por Ucrania a través de sus servicios secretos y el uso de drones y misiles, proporcionados por sus aliados, ataca centrales nucleares e incluso genera operaciones de terrorismo internacional como fue el asesinato del teniente general Igor Kirílov, jefe de las tropas de protección nuclear, biológica y química de Rusia. Ataque mortal que también significó asesinar a su asistente Ilía Polikárpov en pleno corazón de Moscú. Medios de prensa ligados a la OTAN y en este caso al régimen británico como es el caso de la BBC señaló en su reporte sobre el crimen que “Ucrania reconoció estar detrás del asesinato, según declaró una fuente de seguridad ucraniana a Reuters y a la agencia de noticias AFP
El régimen ucraniano reconoció asesinato del General Igor Kírilov en Moscú. Un acto de terrorismo internacional contra un alto cargo del gobierno ruso.
Un acto terrorista para tratar de enmudecer al hombre que mediante su trabajo científico y político mostró pruebas concretas del papel cumplido por los gobiernos estadoudneinses, junto a fondos de investigación privada como Rosemont Seneca Thornton, fundado por Hunter Biden, hijo del ex presidente de Estados Unidos Joe Biden y el infaltable Fondo del billonario George Soros, de participar en la financiación de los laboratorios de armas biológicas en Ucrania patrocinados por el Pentágono, que serían utilizados en actos terroristas contra Rusia (4)
El senador Tommy Tuberville de Alabama criticó a Zelenski por intentar “atraer a la OTAN a una guerra con Rusia creando problemas para Estados Unidos”. El presidente estadounidense Donald Trump y representantes políticos y parlamentarios denuncian lo que denominan “la peligrosa provocación de Kiev al atacar esas instalaciones críticas de Rusia acusando el ente kievita de querer provocar una guerra mundial. El propio Trump califico a sus protegido Zelenski como “el malo que empuja al mundo a una guerra” pero…de nada sirve esa retórica – más demagógica que real interés en plantearse terminar la guerra - si al mismo tiempo no cesa el flujo masivo y sin fin de dinero, armas y apoyo político al nazismo ucraniano.
Desde Europa y en específico desde el gobierno húngaro y su Ministerio de relaciones exteriores, se imputa a las autoridades de facto en Ucrania de “utilizar métodos de terrorismo de Estado para lograr objetivos políticos y militares como fue el caso de los gasoductos Nord Stream I y II llevados a cabo por entidades estatales europeas, que actuaron en beneficio de Ucrania” Así declarado por el canciller húngaro Péter Szijjártó en una entrevista con un canal de YouTube (5).
El alto funcionario húngaro también señaló a Kiev como responsable de los ataques terroristas que dañaron el oleoducto ruso que suministra crudo a Hungría. “Un ataque contra nuestra seguridad energética que es indignante e inaceptable…Durante tres años y medio, Bruselas y Kiev han intentado arrastrar a Hungría a la guerra en Ucrania. Esta no es nuestra guerra, no tenemos nada que ver con ella y, mientras estemos al mando, Hungría se mantendrá al margen” señaló Szijjártó (6)
Desde organizaciones internacionales, de la importancia de los BRICS, también se condenan las acciones de sabotaje y terrorismo del régimen kievita. Es así como, en la última Cumbre de los BRICS, celebrada en Rio de Janeiro en el comunicado final se sancionaron las acciones de Ucrania en la organización de ataques de terroristas contra Rusia “Condenamos en los términos más enérgicos los ataques contra puentes e infraestructura ferroviaria que deliberadamente tenían como objetivo a civiles en las regiones de Briansk, Kursk y Vorónezh, en la Federación Rusa, resultando en varias víctimas civiles, incluyendo niños” afirmó el comunicado.
La propaganda de Bankova (7) por más respaldo financiero, militar, político y mediático que reciba no puede detener la ola gigantesca que se avecina de una derrota que significará, no sólo el fin de 11 años neonazismo en Ucrania, sino también una nueva correlación de fuerzas en Europa oriental. Las acciones de sabotaje y terrorismo llevado a cabo por Kiev, que no trepida en poner en riesgo a millones de seres humanos, no sólo en el escenario de la guerra, sino que el conjunto de Europa, representan la viva imagen de un criminal apoyado por aquellos que, suelen desgarrar vestiduras por la defensa de la democracia y los derechos humanos.
En mi consideración, las sociedades europeas, no sus gobiernos que siguen con su aval a Kiev han comprendido que, la Ucrania de hoy no es un actor internacional responsable. No podría ser considerado parte integrante de ese mundo europeo que tanto se jacta de sus valores. Un régimen kievita que, de la mano de sus servicios secretos, con el sostén de la CIA, el MI6 británico, el BND alemán, la Dirección General de la Seguridad Exterior (DGSE) francesa, como también la Agencia de Inteligencia Exterior de Polonia, entre otros, lleva a cabo, en forma regular, sangrientos ataques terroristas contra instalaciones civiles rusas, servicios básicos que incluye el asesinato de civiles, incluidos mujeres, niños y ancianos.
Todas ellas acciones invisibilizadas por los medios occidentales, que suelen demonizar a Rusia y ensalzar al régimen kievita, que goza de la protección y bendición de aquellos que se hacen llamar custodios de la civilización occidental y que no son más más que potencias hegemónicas y arrogantes. Y si a eso sumamos las peligrosas e impudentes ataques de Kiev a instalaciones nucleares, se termina de mostrar la verdadera cara del terrorista que representa Zelenski y los suyos. Un régimen que demora en morir y con ello genera más y más dolor y sufrimiento a su población.
Pablo Jofré Leal