En una entrevista con el medio estadounidense Politico, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó que estaría dispuesto a ampliar operaciones militares hacia países como México y Colombia bajo el argumento de combatir el narcotráfico.
Sus declaraciones surgieron mientras Washington incrementa la presión contra Venezuela y sostiene acusaciones contra el Gobierno del presidente Nicolás Maduro.
Trump aseguró que no descarta usar la fuerza contra objetivos que, según él, están vinculados al tráfico de drogas en la región.
De acuerdo con el republicano, su administración mantiene una “agenda de paz”, pese al despliegue militar impulsado en el Caribe desde agosto, los ataques contra embarcaciones señaladas como supuestas “narcolanchas” en aguas cercanas a Venezuela, el asesinato de casi 90 personas en esas operaciones, así como las agresiones verbales e irrespetuosos contra el Ejecutivo de la República Bolivariana y su máximo líder.
Washington mantiene una recompensa de 50 millones de dólares contra el mandatario venezolano, al que acusa de liderar el inexistente Cartel de los Soles, catalogado por su gobierno como una “organización terrorista”.
En esa misma dirección, reiteró que Maduro es su principal objetivo político en la región y sostuvo que “sus días están contados”.
Trump afirmó que podría extender operaciones antinarcóticos para incluir México y Colombia, al tiempo que defendió acciones del Comando Sur que han causado la muerte de casi 90 personas. Estas medidas han generado preocupación entre legisladores estadounidenses y especialistas en derecho internacional.
Ante la insistencia del medio estadounidense, Trump evitó confirmar si contempla un despliegue terrestre en Venezuela y se negó a hablar sobre “estrategia militar”. Sin embargo, no descartó avanzar hacia medidas más agresivas.
En la misma entrevista, Trump lanzó ataques verbales contra gobiernos europeos, a los que calificó como “degenerados” y dirigidos por líderes “débiles”.
Acusó a estas naciones de no detener la guerra entre Rusia y Ucrania y de no controlar la inmigración. También manifestó que respaldaría a políticos europeos alineados con su visión.
Las declaraciones generaron tensiones adicionales con países como Francia y Alemania, que ya mantenían relaciones deterioradas con su administración.