¿Qué pensaba Juan Pablo II sobre el Islam?

¿Qué pensaba Juan Pablo II sobre el Islam?

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Friday 01 de Apr.
Karol Józef Wojty?a, más conocido como Juan Pablo II, fue el papa numero 264 de la Iglesia católica y jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano desde el 16 de octubre de 1978 hasta su muerte en 2005.  ¿Que opinaba él sobre el Islam? La relación de Juan Pablo II con el Islam constituye un hito en la trayectoria de la Iglesia. Ningún Papa había calificado reiteradamente al Islam como una"religión hermana". Ningún Papa había entrado en son de paz en una mezquita, como hizo Juan Pablo II en la Mezquita de los Omeyas de Damasco. En Casablanca, besó el Corán en un acto multitudinario. Sus gestos de acercamiento al Islam han sido numerosos. En 1989, Juan Pablo II envió una Carta Apostólica a los obispos sobre la situación del Líbano. Con la misma fecha realizó en francés un "Llamamiento a todos los musulmanes en favor del Líbano": «El drama que vive el pueblo del Líbano me incita a dirigirme a vosotros. Lo hago con confianza, de ningún modo en nombre de un grupo o de una familia de pensamiento particulares, sino en nombre del mismo Dios al que adoramos y al que nos esforzamos en servir... Nosotros creyentes, hijos del Dios misericordioso, nuestro Creador, nuestro Guía... Por ello he querido hoy dirigirme a vosotros, fieles del Islam, hijos de una religión donde elocuentemente se enseña la justicia y la paz... Se trata de un deber de solidaridad humana que vuestra conciencia de hombre y vuestra pertenencia a la gran familia de los creyentes imponen a cada uno de vosotros... Queridos fieles del Islam... sabed que podéis contar siempre con la colaboración de los cristianos... ¡Que Dios nos encuentre lado a lado, a musulmanes y cristianos, junto a la cabecera de nuestros hermanos libaneses!.»  Musulmanes y cristianos pertenecen a una gran familia, la de los creyentes en el Dios Único. Juan Pablo II habló al margen de los sectarismos, para superar las tensiones entre comunidades.  En lo que respecta al diálogo Islamo-cristiano, ha representado un paso adelante, en la estela del Concilio Vaticano II. Como sucede con otros aspectos de su pontificado, su actitud puede calificarse como ambigua. No podía ser de otra manera, especialmente en un mandato tan largo y tan mediático, marcado por las tensiones y tendencias contradictorias en el seno de la Iglesia. Juan Pablo II ha tratado de buscar un punto medio entre el pleno reconocimiento del pluralismo religioso y la doctrina tradicional según la cual no hay salvación fuera de la Iglesia. No han faltado momentos de regresión, como la Declaración Dominus Iesus, la referencia exclusivista a las "raíces cristianas" en la Constitución Europea o el veto a los teólogos más abiertos al diálogo interreligioso. Sin embargo, una perspectiva histórica impone el reconocimiento, y aún más en el momento de la muerte. La aproximación al Islam de Juan Pablo II es sumamente positiva, y más si la comparamos con los siglos de insultos y anatemas. Los musulmanes hemos sido condenados al infierno durante muchos siglos, y ahora somos invitados a dialogar en el mismo Vaticano. La crítica ya es un diálogo, cuando se hace desde el respeto mutuo. Una vez que superamos todo sectarismo y somos capaces de ir más allá de los aspectos formales y doctrinales, nos damos cuenta de que en el fondo de todas las tradiciones sagradas de la humanidad existen valores compartidos: la adoración de la Realidad Única, la compasión, la paciencia, la entrega, la solidaridad, la alabanza, el agradecimiento. «La religiosidad de los musulmanes merece respeto. No se puede dejar de admirar, por ejemplo, su fidelidad a la oración. La imagen del creyente en Allah que, sin preocuparse ni del tiempo ni del sitio, se postra de rodillas y se sume en la oración, es un modelo para los confesores del verdadero Dios, en particular para aquellos cristianos que, desertando de sus maravillosas catedrales, rezan poco o no rezan en absoluto.» Este fragmento es muy revelador, pone el acento en la cotidianidad de la experiencia. Oír al Sumo Pontífice católico calificar la fidelidad de los musulmanes a la oración como "admirable" y "un modelo para los confesores del verdadero Dios" también es admirable. Todavía en el año 2001, y con motivo de su visita a Kazajstán, reiteraba "el respeto de la Iglesia Católica por el Islam: el Islam que reza, que sabe ser solidario con los necesitados". Un verdadero golpe para los sectores más reaccionarios.  Fuente: WebIslam  

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