Esta decisión no fue tomada de improviso, sino que forma parte de los acuerdos logrados en Sochi, derivados de las cumbres de Astaná.

Rusia y Turquía han manteniendo largas conversaciones sobre cómo frenar la intervención extranjera en suelo sirio, para muestra basta el último ataque con misiles sobre Latakia, Homs y Tartús llevados a cabo por Israel, EE.UU y Francia.

El acuerdo más importante incluye una zona desmilitarizada, como forma de corredor para evacuar a los mercenarios y al mismo tiempo como vía de entrada de ayuda humanitaria.

Ahora bien, a la vista se encuentran posibles resultados positivos de esta decisión, ya que frenaría la intervención militar extranjera ante el alto el fuego, la salida de los terroristas de Siria y quizá el final de la invasión, con Siria vencedora en el campo militar.

Pero esas no son las únicas consecuencias que traería este acuerdo, sino otras que no están a la vista.

En primer lugar, hay dos potencias extranjeras (con menor participación de Irán) decidiendo el futuro de Siria, ¿Será por el bien de Siria y nada más?

Estando Turquía de por medio nace la desconfianza del fin altruista, la participación de Turquía esta destinada a representar los intereses de los terroristas y la oposición “moderada” con armas, que durante todo este tiempo los turcos patrocinaron.

Rusia quiere evitar que Turquía se salga del formato establecido en las cumbres, es de vital importancia que se quede de este lado de la mesa diplomática.

Con esta estrategia Estados Unidos y sus aliados quedan fuera de la ecuación militar, y tendrán que aceptar que no hay lugar para intervenciones militares.

Rusia sigue ganando terreno en el campo diplomático, ya que en el campo militar solo se dedicó a combatir al terrorismo, evitando involucrarse en los ataques sufridos por Siria de parte de los países mencionados más arriba, lo que ayuda también en su escalada al primer plano internacional.

En cambio, Turquía se beneficia consolidando su presencia en Siria, ya que en teoría los terroristas a evacuar lo harían en dirección de donde vinieron, hacia Turquía, atravesando territorio sirio controlado por la presencia turca, al menos así lo menciona un artículo de Sputnik, el medio de información ruso.

“Los terroristas serán trasladados a los territorios sirios que pasó a controlar Turquía —después de que su Ejército implementara las operaciones Escudo del Éufrates y Rama de Olivo— o bien serán enviados a suelo turco.”, dice Sputnik.

Veremos después que es lo que sucede, el temor a una Siria que no pudo ser fragmentada por el enemigo, pero que puede ser fragmentada por los “amigos”, no es una idea descabellada ante la realidad del escenario propuesto por Rusia y Turquía.

Fue desde siempre la sospecha de algunos analistas, al respecto del esfuerzo ruso, lógico por un lado para defender su única salida al mar en occidente desde su base naval en Tartús, y por aire desde su base aérea en Latakia, pero por otro lado la posible sempiterna presencia en Siria, lo que trastocaría la tradicional autodeterminación del país árabe por décadas.

Quizá los sirios se sientan cómodos con la presencia rusa, pero de seguro no se sentirán cómodos con la presencia turca, que está allí y se quedará, para controlar no solo el territorio, sino también tener a punta de fusil a los kurdos, sus eternos enemigos, al igual que los árabes.

Turquía ofrece con su participación detener la injerencia israelí, con quien tiene acuerdos de mutua defensa desde hace varios años, el paquete incluye el cierre de acceso a Sira por parte de mercenarios que deseen volver en algún momento.

En conclusión, estos son juegos de guerra, donde lo que menos importa es que Siria vuelva a ser el gran país árabe de hace siete años atrás, antes de la invasión.

Fuente: El Grillo Web