El Islam y la ciencia moderna

El Islam y la ciencia moderna

 Lo que sigue es una parte del artículo por Por Dr. Seyed Husein Nasr que ha sido seleccionado por shafaqna.

Annur TV
Tuesday 18 de Jun.

En esta ocasión limitaré mi discurso al Islam y su relación con la ciencia moderna. Se trata de un asunto muy delicado y extremadamente difícil de abordar. Podría decirse que no es un tema plagado de peligrosos escollos en el camino, pues no se trata de una cuestión política. No levanta pasiones como lo hacen otros asuntos pero, sin embargo, es de gran trascendencia, pues afectará de un modo u otro al futuro del mundo islámico en su conjunto.

Muchas personas piensan que, de hecho, no existe una cuestión tal como el problema de la ciencia con respecto al Islam. Dicen que, no importa lo que sea, la ciencia es la ciencia, que el Islam siempre ha alentado el conocimiento (ilm, en árabe), que, por lo tanto, debemos fomentar la ciencia, y que no hay ningún problema al respecto. Pero el problema está ahí, porque desde que en muchos países islámicos los niños comenzaron a estudiar la ley de Lavoiser, según la cual el agua está compuesta de hidrógeno y oxígeno, al regresar a casa por la tarde dejan de hacer sus oraciones. No hay país del mundo islámico que no haya sido testigo de un modo u otro del impacto que de hecho ha provocado el estudio de la ciencia occidental en los principios ideológicos de su juventud. Todos los regímenes del mundo islámico, sea cual sea su inclinación política, desde los gobiernos revolucionarios a las monarquías, desde las seudo-democracias hasta los regímenes totalitarios, gastan su dinero para enseñar a la juventud la ciencia occidental. Esto se debe a que la ciencia está relacionada, en primer lugar, con el prestigio, en segundo lugar, con el poder y, por último, porque sin la ciencia es difícil solucionar ciertos problemas dentro del mundo islámico. Hoy veo a muchos musulmanes entre el público asistente, a muchos de los cuales sus padres, su gobierno o algunas universidades les habrán pagado su educación precisamente para incorporar la ciencia islámica al mundo musulmán. Es por esto que nos encontramos ante un tema que ocupa un lugar bastante importante en las preocupaciones del mundo islámico. En los últimos veinte años, las diversas dimensiones de este problema han comenzado a atraer a algunas de las mejores mentes del mundo islámico.

Por lo tanto, desearía comenzar explicándoles las tres posturas principales que existen en el mundo islámico actual con respecto a la relación entre el Islam y la ciencia moderna, antes de profundizar algo más en mi propio punto de vista. En primer lugar, está la postura reiterada por mucha gente. Estoy seguro de que muchas de las personas de esta sala que no han tenido muchas oportunidades de estudiar las implicaciones filosóficas de su propia tradición, que es el Islam, ni de la ciencia occidental, opinan que podemos estudiar ciencia y luego llevar a cabo las oraciones, amar a Dios y obedecer las leyes de la Shariah, sin que realmente haya ningún problema. Esta postura no es nueva. Es algo que ha sido inculcado en muchos círculos del mundo islámico durante el siglo XIX, a donde históricamente se remonta. Esta postura fue adoptada por Yamal Al-din Afgani, quien emigró a Egipto y allí se hizo llamar así (al-afghani, el afgano). (1) El famoso reformador del siglo XIX, bastante inconformista, fue a la vez un filósofo, un político y una figura del panislamismo y de la oposición al Califato. Nadie sabe con exactitud cuáles eran sus posiciones políticas, pero fue sin duda una persona muy influyente en el siglo XIX, y fue el responsable, directa e indirectamente, a través de su alumno Mohammed Abduh, de las llamadas reformas que tuvieron lugar en Egipto en las décadas de 1880 y 1890 de la era cristiana, que corresponden con el inicio del siglo XIV de la era islámica. Resulta bastante curioso que, durante las primeras décadas del siglo XX, Yamal Al-din fuese reivindicado a la vez por fuerzas modernistas y antimodernistas, como los Ijwan ul-muslimin (“Hermanos Musulmanes”) de Egipto.(2)

Yamal Al-din estaba muy interesado en la ciencia occidental, aunque conocía muy poco sobre ella, y también le interesaba mucho el renacimiento del mundo islámico. El carácter de su argumentación es absolutamente crucial para entender de qué estoy hablando. El sugirió que es la ciencia en sí misma la que ha hecho a Occidente poderoso y grande. Occidente domina al mundo islámico porque posee este poder, por lo que debe de haber algo muy positivo en esta ciencia. Esta fue la primera parte de su argumentación. En segundo lugar, afirmaba que la ciencia procedía en su origen del mundo islámico y, por lo tanto, la ciencia islámica sería realmente responsable de que Occidente poseyera esa ciencia y de la dominación occidental sobre el propio mundo islámico. Por consiguiente, todos los musulmanes deben reclamar esta ciencia para sí mismos a fin de alcanzar las glorias del pasado y convertirse en una civilización grande y poderosa. Esta es la esencia del argumento bastante amplio ofrecido por Yamal Al-din Afgani que, de hecho, iguala la ciencia islámica con la occidental. Además, equipara el poder de Occidente con el poder de la ciencia, lo cual es verdad hasta cierto punto, pero no del todo. Por último, considera que la adquisición de esta ciencia occidental por parte de los musulmanes supone, ni más ni menos, que éstos reclamen una propiedad que de algún modo adquirió otro continente, con lo que simplemente estarían reclamando lo que realmente les pertenece. Este punto de vista tuvo un gran impacto en el mundo islámico, entre los círculos modernistas, y para comprender lo que está pasando en el mundo islámico actual es importante ver las consecuencias que se derivan de todo ello.

Aunque esta charla está dirigida sobre todo a estudiantes, académicos y científicos musulmanes que, en cierto sentido, discuten sobre “problemas domésticos”, estoy seguro de que es positivo el hecho de que estén presentes algunos occidentales cristianos y no cristianos, lo cual es una forma de comprender la lucha de otras civilizaciones por contemplar sus principales problemas. Pero mi charla está realmente adaptada a los problemas internos del mundo islámico, en lo que se refiere a la ciencia. Espero que me disculpen, pues no se trata en ningún caso de una simple charla protocolaria sobre la historia de la ciencia durante el último siglo en el mundo islámico. Lo que deseo es seguir la pista de las tesis de Yamal Al-din en el siglo XIX. Los modernistas son uno de los tres grupos más importantes que surgieron durante el siglo XIX en el mundo islámico. Los otros dos son los que ahora son conocidos como fundamentalistas, un término que no me gusta en absoluto pero que hoy en día es muy frecuente, y, por último, quienes creen en cierto tipo de “mahdismo”, una especie de intervención divina de carácter apocalíptico. No me ocuparé de estos dos grupos en este momento. Para nosotros, el más importante a tener en cuenta es el de los modernistas.

Los modernistas asumieron las tesis de Yamal Al-din, y durante el último siglo y medio han portado la bandera de un tipo de racionalismo dentro del mundo islámico que simplemente identificará la ciencia moderna con la ciencia islámica y con la idea islámica de conocimiento (ilm). (3) Curiosamente, como consecuencia de ello, el mundo islámico ha producido muy pocos historiadores y filósofos de la ciencia durante este periodo de ciento cincuenta años. Ha producido un gran número de científicos e ingenieros, algunos de los cuales son muy brillantes y estudian en las mejores instituciones del mundo, pero prácticamente no ha producido ningún gran filósofo o historiador de la ciencia hasta hace sólo unas pocas décadas. Este problema se dejó de lado simplemente porque se consideró poco interesante e intrascendente, y dentro del sistema educativo islámico más o menos se evitó todo el debate que estaba teniendo lugar en el propio Occidente sobre el impacto de la ciencia en la religión, en la filosofía de la ciencia y sobre el significado de este tipo de conocimiento.

Hubo unas pocas excepciones. Kamal Ataturk llegó al poder en Turquía y auque en muchos aspectos fue brutal, salvó al país de la desaparición. Sabemos lo que hizo con el Islam en Turquía, pero tuvo una cierta intuición, cierta visión de las cosas. (4) Lo primero que hizo fue decir que, si Turquía quería valerse por sí misma como un Estado moderno y “secular”, debía aprender sobre la historia de la ciencia occidental. Por eso, cuando George Sarton, estudioso e historiador de la ciencia, fundó un programa de doctorado en historia de la ciencia por la Universidad de Harvard, pionero en los Estados Unidos, Ataturk fue el primero en enviar a un estudiante, de modo que la primera persona que se doctoró en historia de la ciencia por la Universidad de Harvard fue un turco, Aideen Saeeli. El todavía vive y es el decano de los historiadores de la ciencia turcos.

Hubo excepciones, pero, por lo general, las fuerzas modernistas en el mundo islámico decidieron ignorar y pasar por alto la consecuencias filosóficas y religiosas de la ciencia occidental, y consideraron que el Islam podría manejar el asunto mucho mejor que el Cristianismo. A su juicio, algo no marchaba bien en el Cristianismo, pues éste se había sometido a las presiones de la ciencia y el racionalismo modernos en el siglo XIX, algo que no iba a ocurrir con el Islam. Algunos pensadores occidentales, de hecho, habían seguido esta tendencia del pensamiento. Uno de los filósofos franceses del siglo XIX más ferozmente anticristianos y antirreligiosos, Ernst Renan, quien fue conocido como una especie de patriarca del racionalismo en la filosofía francesa decimonónica, escribió un libro sobre Averroes (Ibn-Rushd) que hoy en día es un clásico y que ahora se ha reimpreso en Francia, después de 140 años. (5) En él afirma exactamente el mismo tipo de cosas y dice que Averroes representa el racionalismo que condujo a la ciencia moderna. Representa el pensamiento arabo-islámico, y la teología occidental, que simplemente no entendía esto, siempre ha sido un impedimento para el desarrollo de la ciencia moderna. Por lo tanto, hablando en términos generales, se creó una especie de alianza psicológica y filosófica entre los pensadores modernistas musulmanes y los filósofos antirreligiosos occidentales. Esto es algo que requiere un profundo análisis, de modo que permítanme pasarlo por alto.

Shafaqna


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