El caso de las mezquitas, señala, es totalmente diferente del de las iglesias, que son edificios muy grandes, con espacios más amplios, con bancos, y que se utilizan principalmente una vez a la semana.

Las mezquitas son espacios más pequeños, a menudo garajes o lugares subterráneos, a veces naves industriales.

La mayoría no saben el aforo que tienen y cuantas personas caben en ellas. Las mezquitas no poseen bancos, sino alfombras y las personas colocan sus caras sobre estas y es fácil así que exista un contagio. Además, sería difícil negar a personas que fueran a las mezquitas la entrada alegando que el aforo ya está completo.

Hay que tener en cuenta que los actos de culto no se realizan una vez por semana sino de forma diaria. Además, casi todas las mezquitas cuentan con juntas directivas de voluntarios y la mayor parte carecen de medios para implementar las medidas higiénicas y de seguridad necesarias, como la colocación de gel antiséptico o controles de temperatura a las personas que van a entrar.

Quizás algunas mezquitas grandes puedan tener los recursos humanos y económicos para llevar a cabo estas tareas, pero no la gran mayoría de ellas. Por lo tanto, es necesaria una actitud de prudencia frente a posibles decisiones de apertura de los centros de culto y no llevar a cabo esta de forma precipitada.

El vídeo de los comentarios de Alilech:

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