“No hay lugar para el odio”. Este es el lema, claro y directo, de las actividades encabezadas por los representantes de la comunidad islámica en Alemania –iniciaron el 24 de junio hasta el primero de julio- junto a 47 organizaciones civiles para poner fin a la ola de islamofobia en el país.
Foto: Mezquita Central de Colonia, Alemania
La iniciativa se da en el marco de la semana nacional del país, y está dedicada al recuerdo de Marwa el Sherbini, apuñalada en el 2009 en su tercer mes de embarazo. La asesinó un racista que la había acusado de terrorismo en una plaza y ella le entabló una demanda en el tribunal de Dresde. En lugar de rectificarse y reconocer su error, el hombre la apuñaló sin más 16 veces en los mismos tribunales.
El caso de Marwa es sólo un eslabón en la larga cadena de odio racial en Alemania. La situación es delicada. Según Abdul Samad al Yazidi, secretario general del Consejo Central de Musulmanes en el país, los ataques a mezquitas son hechos cotidianos.
Sólo en el 2020, hubo 950 casos de islamofobia en Alemania –a razón de tres por día-. Si a eso se le suman los episodios que no son denunciados por temor u otras razones, la cifra se eleva de modo aún más preocupante.
El Consejo Central de Musulmanes exige la creación de un comisionado para combatir específicamente la islamofobia. “Lo pedimos desde hace años”, declaró al Yazidi, “pero el gobierno aún no nos da respuesta”.
Los tiempos cambian y hay logros pequeños pero esperanzadores. Por ejemplo, existe hoy en día una plataforma en Alemania que recoge y unifica a nivel nacional los ataques racistas, lanzada por la Fundación Alianza contra el Odio. Desde ahora es posible, desde la virtualidad, denunciar actos islámofobos.