Por Roberto Chambi Calle[1]

Las violaciones al derecho del Estado Palestino, así como a las de su gente son conocidas ampliamente por la comunidad internacional, que aún siendo conscientes de ello hacen poco o  nada para hacer prevalecer sus derechos en el plano político, legal y sobre todo humanitario; pues los crímenes cometidos por el ente ocupacionista de Israel, a la fecha no han sido juzgados, quedando en la impunidad una infinidad de delitos de genocidio y lesa humanidad, vanos han sido los intentos por llevar a los estrados judiciales a sus agresores; ya que los mismos están bajo la capa del imperialismo, sus lobbies y sus “clubs” de amigos, los cuales definen los casos justiciables  —si es que en los hechos se quiere  sancionar a sus ocupantes— peor aun cuando ellos tienen el mazo de hierro para silenciar a los sujetos internacionales que tengan la osadía de incoar acciones ante la Corte Penal Internacional o la Corte internacional de Justicia por los crímenes de genocidio, lesa humanidad u ocupación.

A más de 73 años de injusticia, asedio, cercenamiento territorial, asesinato y ocupación, pocos actores —Estados, Organizaciones Internacionales e individuos— han cristalizado sus buenas intenciones, los pocos con declaraciones débiles que en los hechos no cambiaron en nada el estatus de Palestina, todo lo contrario, la entidad ocupacionista, mediante sus lobbies; así como la complacencia sumisa de sus “aliados” va logrando posesionar su falsa narrativa, así como su victimización respecto a sus “vecinos terroristas”.

El apoyo a la causa palestina ha desenmascarado el verdadero rostro de algunos gobiernos, grupos, ONGs, e individuos, denotándose con ello que sus acciones están cubiertas con un celofán, pues en los hechos su “apoyo” no pasa de una simple declaración espuria para salir del paso frente a la comunidad internacional.

La puñalada a Palestina no solo es propinada por pseudo gobiernos izquierdistas, sino paradójicamente por una parte de sus propios hermanos musulmanes; en esa línea: Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Egipto, Sudan y Marruecos entablan relaciones diplomáticas y como éste último firman acuerdos en materia militar armamentista.

El reciente pacto militar firmado bajo el manto de Muhammad VI y Naftali Bennett es el acto más aberrante y traicionero para los países árabes, peor aun cuando estas naciones son parte del Consejo para la Cooperación Islámica y la Liga Árabe, las mismas  creadas precisamente para proteger y salvaguardar el derecho de cada uno de sus miembros; pero no solo son traidores a la causa palestina, sino a la fe que practican, yuxtaponiendo sus escrituras sagradas frente a sus intereses monárquicos, pues ellos —estados árabes islámicos— obedecen “Las órdenes de todo tirano desviado” (Corán: 11:59) haciendo pactos con los enemigos en desmedro de sus hermanos palestinos cuando Dios les dice que "no ama a nadie que sea traidor contumaz, [y] desagradecido". (Corán 22:38),

La felonía de la “hermandad islámica” comenzó cuando en 1979, Egipto retomó relaciones Diplomáticas con Israel; así como Jordania en 1994, denotándose desde sus inicios la fisura de la unidad árabe, sumado ello al reciente acuerdo militar con Marruecos.  En ese sentido ¿En qué queda la solidaridad y la “hermandad islámica”, cuando en Palestina más del 93% de su población está conformada por musulmanes?

Desde la Nakba (1948), Sabra o Shatila; así como el último ataque Israelí a Palestina el 2014 “Margen protector”, donde se asesinó  a más de 2251 personas —Según la ONU, de los cuales 493 eran niños y niñas— hasta  hoy no han sido juzgadas, todo lo contrario la entidad ocupacionista en complicidad con la casa blanca amedrenta e intimida a las autoridades judiciales como cuando Mike Pompeo dijo que “la Corte Penal Internacional es un órgano político y no un órgano judicial”, o como Trump  manifestó  “que los hombres y mujeres de las fuerzas armadas de EE.UU. no comparecerán nunca ante la CPI”.

La postura del régimen israelí bajo el amparo de la administración estadounidense y sus halcones europeos es clara, frente a ello los países que se muestran como Izquierdistas o progresistas deberían en los hechos demostrar con actos su defensa y apoyo a Palestina; sin embargo, su política exterior e internacional es paupérrima cuando se trata de denunciar o incoar una acción contra el régimen israelí, ya que sus discursos y sus promesas electorales son solo cantos de sirenas.

Si bien en Latinoamérica nuevamente los gobiernos de corte “progresista”, “socialista” o de “izquierda”  van tomando o retomando el poder, su postura en algunos casos no es nada clara en lo que respecta a Palestina; así por ejemplo el gobierno de Alberto Fernández de la Argentina, apoya solo de palabra, no toma un acción jurídica, ni política respecto a las agresiones del ente sionista, todo lo contrario tiene relaciones fraternales como si no existiese una masacre en Gaza y Cisjordania, pero su política exterior no solo manifiesta ello, sino que dentro el país  se ve un discurso muy favorable, sumiso y complaciente al sionismo —no Judaísmo— y sus entidades.

Cuando se toma una postura, ésta debe ser sólida de inicio a fin, en medio de ella no puede haber un doble rasero, peor aun cuando se trata de masacres, ocupación y apartheid; pues Nayib Bukele —de ascendencia Palestina—si bien finge ser antimperialista en lo que respecta la soberanía de su país, paradójicamente es complaciente con el régimen israelí desde que inició su visita a ese territorio en 2018 como alcalde de San Salvador, demostrando su verdadero rostro: pro-sionista,  y falso  izquierdista, ya que se debe recordar también que durante el inicio de su gobierno erradicó de la administración gubernamental a miembros del FMLN donde  antes él se formó.

Durante el ataque israelí el 2014 a la Franja de Gaza, muchos países dieron sus declaraciones contra el ataque sionista y otros como Bolivia o Venezuela, el 2009 —congruentes con sus palabras—  expulsaban a los embajadores israelís de sus territorios, Evo Morales calificó a Israel en aquel entonces como un “estado terrorista”; así como cuando fue defenestrado del poder por la derecha golpista bajo la égida de EEUU denunciando que "El Gobierno [Jeanine Añez] de facto pidió ayuda al Gobierno sionista de Israel para combatir a la izquierda". La postura del expresidente del Estado Plurinacional de Bolivia y actual líder indígena no ha cambiado, pues en los recientes ataques de este año a la Franja de Gaza, volvió a denunciar por las masacres del ente sionista,[2] así como repudió la complicidad de la OEA a la cabeza de Luis Almagro.

Las muestras de apoyo deben ser congruentes; pasar de las declaraciones y las buenas intenciones, haciendo uso de todos los instrumentos diplomáticos que brinda el Derecho Internacional y en todas las instancias, en ese sentido los estados que dicen ser “socialistas” o de “izquierdas”, de forma individual o en bloque deben ser quienes lleven las acciones de cara a  los derechos del pueblo palestino, y no con posiciones pergeñadas de doble rasero como la de Fernández y Bukele para que se condene a los agresores —hasta donde se pueda— del pueblo palestino, debiendo ser ésta una política de estado; pues con  acciones tibias nunca se consolidarán los derechos legítimos de Palestina.

Por Roberto Chambi Calle

[1] Jurista y analista en RR.II, Universidad “Al Mustafá”, R.I. Irán.

[2] https://twitter.com/evoespueblo/status/1392799899805274119