El número de europeos se ha triplicado en el primer semestre con respecto al año anterior, y las perspectivas son igualmente halagüeñas para los próximos meses. Los datos revelan tanto el potencial como las limitaciones de un país castigado por 35 años de aislamiento, los ocho últimos bajo un Gobierno que se regodeaba en el desafío a la comunidad internacional: en agosto, algunos grupos tuvieron que cancelar su viaje por falta de habitaciones en Isfahán y Shiraz.
"Este verano ha sido el primero desde la revolución de 1979 que hemos recibido más visitantes que iraníes han viajado fuera", anuncia ufano Masoud Soltanifar, vicepresidente de Irán y responsable de la Organización del Patrimonio Cultural y el Turismo. De acuerdo con los datos del departamento de inmigración, 1,49 millones de viajeros llegaron al país frente a 1,41 millones de iraníes que se desplazaron al extranjero durante el verano. "La política del presidente, Hassan Rohani hacia el resto del mundo sin duda ha ayudado", afirma Soltanifar. Además, destaca la seguridad que ofrece Irán frente a la mayoría de sus vecinos y avanza medidas concretas para facilitar el turismo como la simplificación de los trámites de visado. "Ahora, 190 nacionalidades pueden obtenerlo en el aeropuerto y para 2016 esperamos implantar el visado electrónico, e incluso estamos negociando su supresión con algunos países", explica. "En los seis años que llevo trayendo grupos a Irán, nunca había visto semejante cantidad de turistas, tanto en viajes organizados como de forma individual", manifiesta Ricard Altes, un guía de Barcelona que despidió a su último tour hace un par de semanas.