El poder de Napoleón aumentó con la Constitución del Año X, que le nombraba Primer Cónsul vitalicio. En 1803 ostentaba los cargos de Cónsul vitalicio, presidente de la República italiana, mediador de la Confederación helvética y reoganizador de Alemania. Por eso, en 1804, con todo el poder que le conferían sus cargos, se autoproclamó Napoleón I, emperador de rodos los franceses y rey de Italia. Empezó una nueva etapa donde Napoleón expresaría en forma de actos todo su ideario, tanto el político como militar.
A partir de entonces, las batallas se tornarían contra el emperador francés. Entró en Rusia en 1812 y llegó hasta Moscú. Sin embargo, la retirada fue un desastre, debido al frío y a las tácticas de quema de campos empleadas por el ejército ruso del zar Alejandro I. Aprovechando la situación, Europa oriental se sublevó. Del 16 al 19 de octubre de 1813 se produjo la batalla de las Naciones en Leipzig (Prusia), que perdió Napoleón. Francia fue invadida por el sur y por el este. Los aliados entraron en París el 31 de marzo de 1814. Le hicieron abdicar a favor de su hijo y posteriormente, en abril, firmó la renuncia total en Fontainebleau.