El Plan de Ayala: La lucha por tierra y libertad

El Plan de Ayala: La lucha por tierra y libertad

El Jefe Máximo del Ejército Libertador del Sur, general Emiliano Zapata miró al resto de los presentes, también miembros del movimiento armado sureño, y les dijo: “El que esté de acuerdo, que pase y firme”.

Annur TV
Tuesday 28 de Nov.

Uno a uno, los generales, coroneles, capitanes y tenientes, pasaron y estamparon sus firmas en el documento. Después del general Zapata, firmaron los generales José Trinidad Ruiz, Otilio E. Montaño, Jesús Morales, Francisco Mendoza, Eufemio Zapata y Próculo Capistrán. Después de los generales lo hicieron los coroneles como Amado Salazar, Agustín Cázares y Rafael Sánchez entre otros. También firmaron Manuel Hernández, Feliciano Domínguez y José Pineda Ambrosio López y 25 capitanes más, y al final el teniente Alberto Blumenkron. Así fue como nació uno de los documentos políticos más importantes de la Revolución Mexicana, el Plan de Ayala, proclamado el 28 de noviembre de 1911.


El Plan de Ayala, llamado así porque se elaboró y se proclamó en el pueblo de Ayala, en el estado de Morelos, significó el rompimiento con Francisco I. Madero, a quien el general Emiliano Zapata y el Ejército Libertador del Sur habían apoyado para derrotar al dictador Porfirio Díaz. Sin embargo, una vez que Madero asumió el poder, los zapatistas se sintieron traicionados ya que el nuevo gobierno no dio pasos para cumplir con las demandas agrarias. El tránsito de la dictadura sangrienta de Díaz a la democracia muy pronto convenció a los campesinos revolucionarios de que no había la intención de atacar de raíz las causas que los habían empujado a levantarse en armas. Decidieron entonces seguir la lucha armada bajo este nuevo plan.

Dos de los pronunciamientos más importantes del Plan de Ayala son los siguientes:

– Se desconoce a Francisco I. Madero como presidente de la república y se plantea su derrocamiento.

– Las tierras, montes y aguas usurpadas al amparo de la tiranía y la justicia venal, por los terratenientes, los políticos del régimen (los llamados “científicos) y los caciques, pasarán a manos de los pueblos y los ciudadanos.

El Plan de Ayala era una proclamación a continuar la lucha armada para recobrar las tierras y los recursos naturales de que habían sido despojados los pueblos campesinos e indígenas, primero durante la colonialización española y después durante las muchas décadas de regímenes déspotas sucesivos y los 30 años de dictadura de Díaz. Los campesinos mexicanos y los pueblos indígenas, como los Mayas de Yucatán o los Yaquis de Sonora, se habían sumado a la Revolución Mexicana no solamente para cambiar un gobierno por otro gobierno. Sus ideales revolucionarios estaban simbolizados en dos palabras: “Tierra y Libertad”.

Y casi dos millones de campesinos e indígenas murieron por estos ideales. De hecho, los principales protagonistas de la Revolución Mexicana de 1910 venían del México Rural. La mayoría de la población urbana solamente jugó el papel de espectadores del alzamiento armado en contra de la dictadura. Naturalmente que muchos civiles perdieron la vida, pero la mayoría murieron por “mirones” como relata Paco Ignacio Taibo II en su libro “Temporada de zopilotes”.

¡Tierra y Libertad! Estos fueron los ideales que aunque no fueron completamente logrados, seis años después dieron vida a la Constitución de 1917 que incluía el Artículo 27 que reconocía y permitía la propiedad colectiva y los derechos comunales, elementos importantes contenidos en el Plan de Ayala, y que legalizaban el sistema de ejidos. Aunque los gobiernos postrevolucionarios nunca implementaron a cabalidad los postulados del Artículo 27 constitucional, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas se dio una reforma agraria parcial con la entrega de tierras y creación de ejidos en muchas partes de México.

Con el correr del tiempo llegamos al proyecto neoliberal del sistema capitalista y el estado mexicano no solamente desató una brutal ofensiva en contra de estos ideales, sino que además revirtió los modestos avances agrarios de la Revolución Mexicana. En 1992, el régimen de Carlos Salinas de Gortari inició la liquidación del sistema de ejidos por medio de modificaciones al Artículo 27. Este nuevo y contundente ataque en contra del campo y los pueblos indígenas fue provocado por las negociaciones y finalmente la imposición del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN) en 1993.

El TLCAN vino a acelerar más los planes de despojo y ocupación de tierras y territorios para impulsar la minería, la explotación de bosques, las selvas y los recursos naturales de regiones rurales e indígenas que habían resistido durante mucho tiempo la depredación capitalista a gran escala. Así funciona el capitalismo. Una vez que enormes extensiones de tierra han sido explotadas, arrasadas y contaminadas, el capital busca nuevas regiones para continuar su insaciable apetito por más ganancias. De esta forma se consigue acumular más capital, capital nuevo y renovado, para mantener vigente al sistema capitalista. Como resultado, 98 años después de la proclamación del Plan de Ayala, ahora tenemos unos cuatro millones de campesinos sin tierras, economías campesinas arruinadas y muchos pueblos indígenas que son reprimidos con el ejército así como con grupos paramilitares para despojarlos de una vez por todas de sus tierras, de sus territorios y de sus recursos naturales.

Cuando ya todo mundo parecía olvidarse de los ideales de tierra y libertad, de la promulgación del Plan de Ayala y muy pocos ojos miraban hacia el campo y hacia las comunidades indígenas, ocurrió uno de los más importantes eventos políticos de la vida reciente de México. Un evento que nos sacudió las conciencias no solamente a todos los mexicanos sino al mundo en general. Ocurrió en el estado de Chiapas, en las primeras horas del primero de enero de 1994…

– 28 de noviembre de 1911: Proclamación del Plan de Ayala del Ejército Libertador del Sur.

– 1 de enero de 1994: Declaración de guerra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Dos eventos históricos íntimamente relacionados. Tomados juntos representan la continuación de la lucha por tierra y libertad. Así que tenemos que hacer la conexión y entender sus implicaciones para repensar nuestras estrategias y para guiar las decisiones que tenemos que tomar en estos tiempos de cambios sociales. Porque si bien es cierto que la lucha de clases actual nos presenta una amplia gama de movimientos importantísimos, desde la resistencia de los electricistas mexicanos en contra de la privatización de la energía nacional hasta la rebelión estudiantil en California contra los ataques del estado a la educación pública superior, el movimiento agrario actual es crucial para determinar el camino correcto hacia el cambio verdadero.

Y es crucial porque como se demuestra hoy en día en muchas partes, en Corea del Sur, en Honduras, en Malí, en fin por todo el planeta, la lucha por tierra y libertad aún está vigente y representa la punta de lanza hacia ese cambio.

carlos-marentes


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