2017 se acerca a su fin, marcado por la huida masiva de musulmanes rohingyas de Myanmar (Birmania) a Bangladés. La peor crisis de refugiados desde la década de los 90, y cuya solución parece estar aún muy lejos.
Desde finales del agosto, más de 630 mil musulmanes de la minoría rohingya cruzaron la frontera desde Myanmar hacia el sur de Bangladés, huyendo de la represión de militares birmanos.
Además de pequeñas posesiones que pudieron salvar, trajeron consigo historias de violentas persecuciones. Recuerdos almacenados en su mente y también en sus móviles. El pueblo, su hogar, su trabajo, su ganado, todo lo que poseían y todo lo que hacían en su país, ahora son solo recuerdos.
Con casi ninguna oportunidad de trabajo, la principal preocupación de hombres y mujeres es conseguir lo que van a ingerir en su próxima comida. Los niños, que forman el 60 por ciento de los refugiados, tampoco pueden ir a escuela. Tienen que pasar el tiempo vagando por los campamentos o ayudando a su familia a llevar leña.
Las autoridades birmanas no consideran a los rohingyas como uno de los 135 grupos étnicos oficiales del país, y por ello, se les niegan la ciudadanía desde 1982, y los ha convertido en apátridas.
Aunque se iniciaron las conversaciones de repatriación entre los Gobiernos de Bangladés y Myanmar, parece que aún pasará muchísimo tiempo antes de que los rohingyas puedan regresar a sus hogares.
HispanTV