¿Y después de la "ayuda humanitaria", qué?

¿Y después de la "ayuda humanitaria", qué?

Humanitario, del latín humanĭtas. He allí una palabra que nos hace pensar en cosas buenas, en los nobles sentimientos de cobijo y en las acciones desinteresadas.

Annur TV
Wednesday 28 de Feb.

Por Ana Cristina Bracho

Humanitario, del latín humanĭtas. He allí una palabra que nos hace pensar en cosas buenas, en los nobles sentimientos de cobijo y en las acciones desinteresadas. Al menos eso es lo que entendemos. En su segunda y tercera definición del Diccionario de la Real Academia Española por humanitario se entiende esto que aquí decimos: benigno, caritativo, benéfico; o aquello que tiene como finalidad aliviar los efectos que causan la guerra u otras calamidades en las personas que las padecen.

¿Pero qué sabemos nosotros realmente de eso? No de lo humanitario que tenemos cada uno de nosotros sino de qué son las acciones humanitarias a gran escala ¿en qué países existen y qué consecuencias traen? ¿Qué juegos de poder las establecen y en qué condiciones se perpetuán?

Actualmente este es un tema mayor para Venezuela, pues, una palabra que tiene un significado específico se ha vuelto un calificativo común para englobar una situación que se viene produciendo artificialmente en el país. Todas las guerras tienen un capítulo importante en el campo de lo epistemológico pues hay en ellas un deseo de eliminar, cambiar o imponer significados y en la nuestra esto está ocurriendo.

Así, hay un sector que poco habla de crisis económica pues esto es un período normal en los ciclos del capitalismo; otro, que nos habla de una guerra económica donde, factores externos como calificadoras de riesgos y trasnacionales juegan en el gran tablero, una página web que latiga nuestras billeteras y un sinfín de pequeños personajes remarcan las carteleras, o, estemos claros, ya ni las escriben sólo lanzan nuevos precios a la alza, una y otra vez.

Pero hay otro término, ese que empezó en el lenguaje de Lilian Tintori y en las giras de Julio Borges que califica la situación venezolana como una crisis humanitaria. Una que además no se produjo como suelen ocurrir porque antes hubo una guerra o una tragedia natural sino que apareció así de la nada sólo producto –en su opinión- de un mal gobierno.

Justo esto fue lo que negó Alfred De Zayas, el experto de la ONU, haciendo mención tan sólo a que para que exista una “crisis humanitaria” tienen que reunirse elementos que no son lo que estamos viviendo. Sin que ello diga absolutamente nada más que eso. Es duro, es difícil, es agotador vivir en un país sancionado, y, sometidos a una especulación que ya lleva a miles de venezolanos a cuestionarse si seguir trabajando es una alternativa dada el alza de los pasajes, la comida y el mantenimiento automotor.

Ahora bien, más que seguir ahondando en el asunto de los términos quiero que veamos algunas otras cosas de las que no estamos hablando. Por ejemplo, qué pasa en los países dónde hay una crisis humanitaria puesto que de revisar las redes sociales parece que la operación psicológica no se agota en imponer la palabra sino en que la gente crea que su declaratoria sería un “paso para la paz” y significaría que llegarían a puerto todas las medicinas, insumos, repuestos y alimentos que hemos visto desaparecer –por inexistencia o inaccesibilidad-.

Quiero que miremos el asunto desde la página de la Organización de las Naciones Unidas que nos dirá que la ayuda humanitaria consiste en: ayudar a los refugiados, ayudar a los niños, alimentar a los hambrientos y curar a los enfermos. Estas actividades las desarrollan diversas entidades onusinas dirigidas desde la Secretaría de las Naciones Unidas y con personas naturales de diversos Estados puesto que la ONU no es sino un espacio de confluencia internacional.

Sin embargo, el proceso de establecer misiones humanitarias es responsabilidad del Consejo de Seguridad y en la materia vamos a ver que siempre hay un componente militar puesto que, se establecen comandos de emergencia en estas zonas afectadas donde la permanencia no tan sólo no siempre está bien delimitada en cuanto a cuáles son las funciones de estos grupos ni el tiempo que van a durar sino que tampoco se tienen registros que demuestren que son capaces de revertir sostenidamente las condiciones que originaron que se estableciera la misión, y, son altamente conocidas las consecuencias sociales que tiene la presencia de estos ejércitos en países extranjeros.

Si bien, podría resultar temerario pretender generalizar el caso de todos los países y de todas las misiones, es absolutamente imperativo que con esta retórica imponiéndose nosotros miremos qué cosas han ocurrido.

Por ejemplo, qué ha pasado en algunos países del África que a nosotros nos resultan ignotos. Quiero que hablemos del caso de Sudán, en especial de Sudán del Sur que volvió a ser noticia internacional esta semana por la denuncia de los abusos de los cascos azules en aquél país.

Sudán del Sur es un país nuevo, nació el 7 de febrero de 2011 tras un referendo que declaró su independencia del resto del país. Su corta historia es un tiempo de turbulencia y a pesar que su población es a penas de alrededor de 9 millones de habitantes, la Onu estima que en el país existen al menos 2 millones d desplazados y tan sólo en Uganda hay un millón de sursudaneses refugiados.[1]Esto genera una situación gravísima puesto que en el mundo hay, según la misma fuente 2.123.988 personas refugiadas y solicitantes de asilo provenientes de Sudán del Sur.

Para atender la situación que se había originado antes de que se partiera el país en el contexto de la crisis del Darfur y que se empeoró después de un Golpe de Estado en 2013 la ONU desplegó una Misión Humanitaria llamada Misión de las Naciones Unidas en Sudán del Sur (UNMISS, por sus siglas en inglés).

Su creación puede leerse en el Informe especial del Secretario General sobre el Sudán (S/2011/314) donde se señaló que “una misión (…) que colabore con el equipo de las Naciones Unidas en el país y los demás asociados, puede desempeñar una función significativa ayudando al Gobierno y al pueblo del Sudán Meridional a consolidar la paz y establecer unos cimientos sólidos para el desarrollo económico, político y social del país.[2]”

Ampliando sus funciones en el tiempo así como su personal sin que la situación en el país haya mejorado. Por el contrario, los informes recientes siguen describiendo la situación de urgencia. Así, justo hace un año la Revista Semana en su sección en cifras decía que 4,9 millones de personas en Sudán del Sur requerían apoyo para superar la hambruna[3]. ¡Es decir, más de la mitad de la población incluso si los dos millones de personas que han salido del país hubiesen permanecido allí!

Este fin de semana, como les anticipé esta Misión llegó a los titulares mundiales puesto que –de nuevo- los cascos azules de la ONU están señalados de utilizar su posición de fuerza frente a la debilidad de la población local para abusar sexualmente de las mujeres y niños.

Así lo reportaba este 25 de febrero HispanTV:

“La Misión de las Naciones Unidas en Sudán del Sur (UNMISS, por sus siglas en inglés) retiró el sábado una unidad de policía de 46 ghaneses, que trabajaba en uno de sus campos de protección, mientras investiga acusaciones de que algunos de ellos estuvieron involucrados en abusos sexuales.

“La UNMISS dijo, en un comunicado, que su jefe, David Shearer, y otros líderes de dicha Misión tomaron la decisión de retirar la unidad tras haber recibido información sobre una investigación inicial a raíz de una queja que afirmaba que miembros de la unidad mantenían relaciones sexuales con mujeres que viven en el campamento de Protección de Civiles en Wau, al noroeste de Yuba, capital sursudanesa.

“La información recibida indica que algunos miembros de la FPU (siglas en inglés de la Unidad de Policía Formada) supuestamente participaron en sexo transaccional. Esto es una clara violación del Código de Conducta de la ONU y de la UNMISS, que prohíbe las relaciones sexuales con personas vulnerables, incluidos todos los beneficiarios de asistencia”, afirmó en un comunicado.

Asimismo, la UNMISS informó a la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de los alegatos y notificó al Gobierno sursudanés que el asunto estaba siendo investigado por el ente internacional. Sin embargo, conforme al texto, no hay indicios de que este comportamiento esté más extendido dentro de la Misión.”[4]

De manera sostenida en los últimos meses es venido hablando de las duras condiciones de vida que se han impuesto, por estos mecanismos de presión internacional en el país y no hemos negado tampoco sus actores nacionales. Sin embargo, quiero insistir en esto. Nosotros tenemos que asumir la crisis que, partiendo de nuestra dependencia han podido inducir como el fin de un ciclo histórico que hemos de usar para sembrar la Patria nueva, para salir de esto que el viejo Estado y sus vicios no dejan de morir.

Para arreglar la cosa entre venezolanos. Los escenarios de la derecha y su juego de palabras no son alentadores, no estamos hablando de que lleguen marines con chewing gum a besar liceístas. Estamos hablando de modelos de tutelaje que han demostrado la imposibilidad de que pueblo alguno logre, por tutelajes, la paz y la prosperidad.

Fuente: Alainet


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