Por Elisabetta Piqué (para La Nación)

Así lo descubrió Rab Hatfield, un investigador norteamericano experto en temas del Renacimiento, que, después de una larga pesquisa, escribió el libro "The wealth of Michelangelo" (La riqueza de Miguel Angel). Allí, el autor describe "más al hombre que al artista, y un hombre no siempre admirable".

Todo comenzó cuando Hatfield, que estaba haciendo estudios sobre la Capilla Sixtina, se encontró con unas cartas en las que "messer Bonarotj" hablaba de un depósito en el hospital de Santa María Nuova, en Florencia, una institución que en esa época también funcionaba como banco. Como esas cartas no estaban fechadas, el investigador decidió ir directamente en busca de las cuentas. "La verdad es que no esperaba encontrar nada, porque también Leonardo tenía cuentas que ya habían sido publicadas, y pensaba que si los documentos hubieran existido, también habrían salido a la luz", contó al Corriere della Sera.

Pero no fue así. De manera extremadamente fácil, "como buscar en una guía telefónica", Hatfield recuperó de entre algunos libros de contabilidad del Archivo de Estado de Florencia el volumen "Depósitos", y analizó la "M", donde efectivamente estaban las cosas de Miguel Angel.

De ese modo, reconstruyó, paso por paso, las operaciones bancarias del escultor del Moisés, que tenía una cuenta en Roma y otra en Florencia.

Entre otras entradas de las cuentas corrientes, hay partes de pagos de Julio II, el Papa que lo invitó a Roma para que se encargara de su mausoleo, y que resultó mucho más generoso de lo que se creía. Entre sus gastos figuran pagos de mármoles o de vino.

Las propiedades

Entusiasta con los hallazgos, Hatfield fue más allá y pasó a indagar también sobre los bienes inmuebles del artista. Así, descubrió "un increíble y desconocido patrimonio, que lo convirtió en uno de los artistas más ricos de la época, por lo menos cinco veces más que Leonardo, Tiziano o Raffaello, que, no obstante, murió joven".

Miguel Angel, que después de 1516 retiró todo su dinero de las cuentas de Roma y Florencia, y "se las pasó en parte a un joven banquero de quien se enamoró, Pierfrancesco Borgherini", tenía muchas propiedades. Casas de campo, terrenos y viviendas tanto en el centro como en las afueras de Florencia, revela el autor del libro.

"Un patrimonio inmenso, de unos 50 mil florines de oro", explicó el investigador, que para dar una idea detalló que el Palazzo Pitti en la misma época le costó "sólo" unos 9000 a Eleonora de Toledo. Aunque es difícil calcular el valor que tendría hoy un florín de oro, porque iría de un mínimo de 37 dólares a un máximo de 1000, si se tiene en cuenta la última cotización, al parecer la más cercana a la realidad, Miguel Angel acumuló una fortuna de 50 millones de dólares.

¿Por qué entonces vivió siempre como un pobretón? "Por su carácter sospechoso y paranoico", sostuvo el historiador, que escarbando en sus poemas -además de pintor, escultor y arquitecto, Miguel Angel también fue poeta- descubrió que en verdad "el objetivo de esta inmensa acumulación era el rescate social de la familia, que era noble, pero venida a menos".

La Nación