La escritura arábiga, mucho más que sólo una escritura

La escritura arábiga, mucho más que sólo una escritura

El árabe engloba en un solo término (jatt) las nociones de escritura y las de caligrafía.

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Friday 09 de Mar.

La escritura arábiga es, por definición, la más árabe de las artes plásticas del Islam. Pertenece pese a ello a la totalidad del mundo islámico, e incluso se considera como la más noble de las artes, pues da forma visible a la palabra revelada del Sagrado Corán. La caligrafía es asimismo el arte de más amplia extensión entre los musulmanes, ya que todo el que sepa escribir sabe apreciar los méritos de un buen calígrafo. Se puede afirmar sin temor a la exageración que nada ha plasmado mejor el sentido estético de los pueblos musulmanes que la escritura arábiga. Es preciso estar familiarizado con sus formas y estilos para abarcar este arte en toda su amplitud y sobre todo en la ornamentación arquitectónica, frecuentemente dominada por la epigrafía.

   El árabe engloba en un solo término (jatt) las nociones de escritura y las de caligrafía, hecho que se explica por el carácter sagrado de una lengua que es la del Sagrado Corán. Pocas civilizaciones han llevado el arte de la caligrafía a un rango tan elevado como lo han hecho los musulmanes.

Orígenes

De acuerdo con estudios contemporáneos, el origen del árabe está íntimamente relacionado con las lenguas y alfabetos de fenicios y nabateos.

   Los antiguos habitantes de las ciudades de la costa correspondiente al Líbano de nuestros días, no se llamaron nunca a sí mismos «fenicios». Este nombre les fue impuesto por los griegos (Homero entre ellos), con quienes entraron rápidamente en contacto durante sus viajes. Ellos se llamaban a sí mismos por el nombre de sus ciudades (“yo de Tiro”, “yo soy de Sidón”).

   En cuanto al origen del nombre, la explicación más corriente pone a este pueblo en relación con el color rojo sangre (foinós en griego) de la púrpura (foinix), puesto que el tiñe de paños, precisamente en rojo púrpura, fue una de las actividades de este pueblo de intrépidos navegantes y sagaces comerciantes. Por eso, los helenos los denominaban foeniki «hombres rojos». También se los conoció con el nombre de sidonios, por la fama de una de sus ciudades-puerto, Sidón. Los fenicios provenían de la región del Hadramaut o Hadhramant (Yemen) en la Arabia del Sur. No eran sino los himyaríes o himyaritas, es decir «los hombres rojos», los homeritas de Claudio Tolomeo (90-168). La sigla HMR o hamar expresa en árabe la idea del color rojo. Además, ellos también dieron nombre al mar Rojo, frecuentado y atravesado en su larga emigración hacia el Líbano y Palestina. Según sus propias tradiciones, los fenicios procedían del mar Eritreo (Heródoto, I:1, VII:89). Hoy todos sabemos que el mar Eritreo (del griego erithrós: rojo) es el mar Rojo. Incluso un autor como Agatárquides de Cnido, que vivió en la época de Tolomeo VI Filométor (186-145 a.C.), ya aceptaba esto en su obra Sobre el mar Eritreo. Lo mismo hacen el escritor y enciclopedista romano Plinio el Viejo (23-79), en Historia Natural, y el historiador y filósofo griego Flavio Arriano (100-175) en Indica. El reino de los himyaríes, el Yemen y el Hadramaut, era designado por los egipcios con el nombre de «país de Punt» (esta región abarcaba incluso los actuales países de Eritrea, Djibouti y Somalía).

Los himyaríes estaban emparentados o formaban parte de un antiquísimo pueblo árabe, los sabeos, cuya soberana Bilquís, que viajó especialmente a visitar el reino de Salomón, hecho mencionado en la Biblia (1 Reyes 10,1-13) y en el Corán (Sura 27, 22-44), no es otra que la famosa reina de Saba llamada Bilquís. Los himyaríes formaban en la Antigüedad , y desde el siglo XX a.C. hasta el V de la era occidental, el agrupamiento étnico y político más importante de Arabia del Sur.

   El reino de Himyar ocupaba el actual Yemen y sus límites se extendieron desde Adén a Mascate. La lengua de los himyaríes, llamada también “el sudarábigo antiguo”, parece la lengua madre de los fenicios, y tiene relaciones con los alfabetos fenicio y árabe. Según el Génesis (10,28), Saba fue descendiente de Sem, padre de los semitas. El padre de Saba fue Joctán, llamado Qahtán en árabe, y considerado por las genealogías arábigas, como el antepasado de todas las tribus árabes meridionales. Saba tuvo doce hermanos. Dos de ellos legaron sus nombres a los países —hoy desaparecidos de Ofir y Javilá, de donde procedían la mayor parte de las riquezas de Salomón. Los otros diez llevaban nombres correspondientes a lugares o pueblos de Arabia, entre ellos Jasarmavet. Jasarmavet (o Hasarmawet) ha pasado del Génesis a la geografía: una vasta provincia del Yemen se designa con el nombre de Hadramaut.

   Los modernos investigadores han llegado a la conclusión de que cananeos y fenicios constituían un único pueblo y su idioma dio origen a otras lenguas como el arameo y el hebreo. La religión de Canaán y Fenicia era también una sola. Los acadios llamaban a los fenicios y a los cananeos kinahhu y a Fenicia y a Canaán Kinahna. La misma Biblia establece el origen común de cananeos y fenicios: «Canaán engendró a Sidón, su primogénito» (Génesis 10,15). Por eso los hebreos e israelitas llamaban a los fenicios sidonim (sidonios). El arqueólogo francés André Lemaire, que tuvo el honor de continuar los trabajos de sus compatriotas Claude Schaeffer en Ugarit y André Parrot en Mari confirma nuestras presunciones: «El fenicio es uno de los pueblos semitas de Oriente. Su lengua, al igual que el hebreo y el arameo. desciende de la lengua cananea hablada en Siria-Palestina en el II milenio a.C.» (A. Lemaire: El mundo de la Biblia, Editorial Complutense, Madrid, 2000, pp. 247-248).

   Los fenicios se denominaban a sí mismos de acuerdo a la ciudad que procedían: sidonios, tirios o webalíes, por vebal, el antiguo nombre de Biblos. Pero existe la teoría que como pueblo se autodenominaban kena’ani, o sea cananeos. En hebreo kena’ani tiene como segundo significado “comerciante”, un término que caracteriza a los fenicios.

El orientalista cubano Waldo Díaz García, colaborador del Centro de Estudios para África y Medio Oriente (CEAMO) de La Habana, dice que «Alrededor del VI milenio, el avance de la desertificación de la península árabe obligó a un gran número de tribus a migrar hacia la Media Luna Fértil y Egipto en busca de tierras feraces... Según las investigaciones, las primeras tribus en abandonar la península fueron las que más tarde serían conocidas como cananitas. Los estudios arqueológicos realizados en la década del 60 de este siglo descubrieron en Beit Shean, a 10 km del río Jordán en la actual Palestina, a distintas profundidades, un conjunto de ruinas correspondientes a nueve ciudades, de las cuales la más antigua data del IV milenio. Se comprobó también el origen cananita de estas construcciones... Según Philip Hitti, en su obra Lebanon in History, fueron los hurritas, cuando llegaron a la costa del Mediterráneo en el siglo XVII a.C., los que llamaron cananitas a los habitantes de estas regiones. Canaán fue el nombre aplicado a toda la extensión de las actuales Líbano y Palestina (las antiguas Fenicia y Pilistín, respectivamente), y viene del hurrita Knaggi, o sea, (la tierra de la) púrpura, así llamada por el trabajo de sus habitantes para teñir las telas con el líquido rojo producido por un molusco marino. De este nombre proceden el cananita Ken’an, el acadio Kinawi y el fenicio Kenaan. Por tanto, a la llegada de los hurritas a la costa del Mediterráneo, los cananitas establecidos en las ciudades marítimas ya se dedicaban a la industria del teñido y lo confirma el uso del nombre foinix (rojo púrpura) aplicado a partir del siglo VIII a.C. a los cananitas por los comerciantes griegos consumidores de estos productos. Del término foinix se deriva el nombre de fenicios otorgado a los cananitas de esta región costera» (W. Díaz García: Mahoma y los árabes, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1990, pp. 35-36).

   Entre los años 1200-1100 a.C., los pueblos cananeos de la costa empiezan a ser conocidos como fenicios por los griegos. Luego los romanos convertirían foinix en poenus y de esta última versión surgiría el término castellanizadopúnico.

   La contribución fenicia más importante a la civilización fue el alfabeto que influyó considerablemente al griego y al latino. Hacia el año 1300 a.C., los fenicios habían ideado un alfabeto sencillo de 22 letras, todas consonantes. Hacia el 800 a.C., los griegos le añadieron los signos para indicar algunas vocales, y configuraron la base del alfabeto occidental.

   Con el proceso de colonización los griegos y los fenicios difundieron el alfabeto por el Mediterráneo Occidental. El alfabeto etrusco y el latino, por ejemplo, se inspiraron en el griego, mientras que el fenicio se afianzó en África del Norte, Sicilia, Cerdeña y España.

No es ninguna casualidad, entonces, que en el alfabeto latino tengamos a, be, ge, de, y el alfabeto griego alfa, beta, gamma, delta, y el hebreo álef, bet, guímmel, dáleth, y el árabe‘alif, baa’, yim, daal.

Por cierto que arameos, griegos, etruscos, íberos y otros pueblos, no sólo copiaron de los fenicios el alfabeto: además tuvieron que añadir letras para los sonidos de su idioma que no existían en fenicio.

Los nabateos son también un pueblo arábigo como los fenicios. Se llamaban a sí mismos: nabatu, es decir, nabateos. El verbonabata y el nombre derivado de él, significa “un hombre que excava en busca de agua”.

Algunos especialistas creen que los nabateos eran descendientes de Nabaioth, el primer hijo de Ismael, el primer hijo del Profeta Abraham (Gen. 25:13). La misteriosa y desaparecida civilización árabe de los nabateos se desarrolló a los largo de mil años, entre el 300 a.C. al siglo VII d.C. y el advenimiento del Islam. Su riqueza arquitectónica y su depurada tecnología y habilidad para vivir en el desierto del Néguev despierta la admiración de los modernos arqueólogos y científicos.

Lo poco que sabemos de los nabateos proviene de geógrafos e historiadores romanos. Eran tribus nómadas del norte de Arabia que deambulaban y comerciaban, y que más adelante se establecieron en poblaciones sedentarias para crear finalmente un reino.

Fuente: Islamoriente


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