La alimentación Halal, en auge.

La alimentación Halal, en auge.

Por Míriam Díez para elnacional.cat

Annur TV
Monday 01 de Oct.

Pensar en los musulmanes solo por el Ramadán es un clásico. Pero es un hecho que, más allá del ayuno, los musulmanes comen y regulan su vida durante todo el año, y lo hacen bajo un concepto desconocido por muchos, el halal. En Barcelona los servicios halal (en árabe, "lícito") están creciendo. El halal es un sector multimillonario que ha encontrado en la ciudad un buen terreno de cultivo. Halal no es solo la comida apta para los millones de musulmanes del mundo (también turistas), sino que es un sector en auge. Desde la cosmética o la vestimenta al habla y la alimentación, pasando por todo un sofisticado sistema de certificaciones que dictaminan qué está permitido y qué no. Javier Albarracín es uno de los expertos de este mundo. Me explica que desde hace unos años Barcelona se ha convertido en una ciudad con mucha oferta de esta índole y que, aunque universalmente el halal varía, hay algunos comunes denominadores que en el mundo occidental están establecidos sobre todo por la charía o ley islámica. El barrio donde trabajo, el Raval de Barcelona, está lleno de posibilidades halal. El halal no es un capricho, tiene un sentido, que los musulmanes encuentran escrito en en el Corán, un libro que contiene referencias tanto al halal como al haram, las sustancias no indicadas como la carne de cerdo, la sangre y el alcohol.

Tampoco pasará nada si un musulmán no tiene alimentos adecuados al alcance. La clemencia y la misericordia de Allah se ve en la sura 2: 173 del Corán, en que se aclara que, si los fieles no encuentran alimentos halal, pueden escoger otra opción. El pescado y el marisco ya se consideran halal sin que tengan que seguir ningún tratamiento. En las carnicerías la cuestión se complica. La carne tiene que venir de animales sacrificados según unas pautas concretas, y tendríamos el halal dhabiha, el que minimiza el dolor del animal porque se lo mata de un golpe drástico y rápido. En un contexto de normas dietéticas, el cerdo y la sangre son haram. Las aves en general son halal, excepto si son cazadoras.

Las finanzas halal también están creciendo. En Barcelona hay un centro de estudios y de difusión. En España, sin embargo, todavía no existen ofertas financieras ni banca halal que cumpla con todos los requisitos de la ley islámica en esta materia.

También los dibujos animados se han apuntado al halal. De hecho, hace dos años los líderes musulmanes australianos lanzaron un proyecto para sustituir la serie Peppa Pig, que consideraban poco adecuada para los niños y niñas musulmanes. La alternativa es parecida; evidentemente, la protagonista no es un cerdito y se muestra una versión políticamente correcta y alejada de los valores de la sociedad occidental.

El halal no es una forma diferente de comer, sino una cosmovisión, y es sensato escuchar los motivos que llevan a miles de personas —muchas y en aumento— en todo el mundo a seguirla. No lo hacen por motivos estéticos sino éticos. Y el halal también tiene que ver con lo que antes llamábamos urbanidad: palabras soeces y malos modos se destierran porque no son puros. Es cierto que el discurso del puritanismo puede ser contraproducente y peligroso, pero la narrativa del aquí todo vale también es arriesgada y no nos conduce a una civilización más brillante.

Elnacional.cat


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