Mohammad Jasser Barbakh ya no sueña con andar en bicicleta o patear una pelota, o incluso regresar a la escuela para poder ir a ayudar a su padre para mantener a su pobre familia. Su gran deseo en estos días es simplemente poder dejar su cama para jugar con sus compañeros.

Este niño palestino, que aún no tiene 14 años, recibió un disparo el 26 de octubre por un francotirador israelí mientras participaba en las protestas de la Gran Marcha del Retorno en la de la Franja de Gaza. Su pierna derecha tuvo que ser amputada y desde entonces  tiene pesadillas sobre lo que le pasó, tanto que teme quedarse dormido. "No hice nada para dañar a la ocupación israelí", explica, "sólo levanté una bandera palestina".

tros seis palestinos fueron asesinados el día en que Mohammad recibió un disparo cerca del borde oriental de Khan Younis. Mohammad es uno más de las docenas de personas que han resultado heridas, víctimas de la decisión de Israel de usar municiones reales contra manifestantes desarmados.

Sentado en su silla de ruedas con un par de muletas a su lado, el joven Mohammad recordó lo que sucedió ese fatídico día. “Participé en las Marchas del Retorno para exigir mi derecho a vivir con dignidad en mi país. Era viernes N° 31 de protestas, las fuerzas de ocupación me dispararon. Yo llevaba una bandera y corría entre los manifestantes“. "No hice nada que pudiera dañar a los soldados israelíes".

El niño no esperaba ser atacado por los francotiradores que le dispararon. “Pero lo hicieron, y cuando me dispararon caí al suelo. Un joven se arrastró y trató de ayudarme. Más tarde supe que él también fue baleado y murió a mi lado. Nos llevaron a una ambulancia juntos“.

Después de recibir tratamiento en un hospital local, Mohammad fue trasladado al hospital Al-Makassed en la Jerusalén ocupada. Su pierna no pudo ser salvada.

“No sé lo que he hecho para merecer esto. ¿Qué voy a hacer ahora que mi pierna ha sido amputada? ¿Qué crimen cometí, qué hizo que los soldados de la ocupación me dispararan?

Estas son preguntas importantes para un niño de 14 años, no importa la respuesta. Por el momento, depende de los analgésicos, que dificultan un claro pensamiento.

“Después de salir de la escuela, solía jugar con mis amigos y salir por la mañana con mi padre al mercado para ayudarlo a vender chucherías. Sin embargo, ahora ni siquiera puedo levantarme de la cama sin ayuda, y paso todo el día en casa".

Aunque espera obtener una prótesis, la familia de Mohammad no puede permitirse una. El ingreso de su padre es apenas suficiente para satisfacer las necesidades básicas de su familia.

Según su madre, Majidah, de 40 años, el niño no duerme pacíficamente. “Él ha estado sufriendo desde que le dispararon, y no sabemos la solución para esto. Sufro y muero mil veces al día cuando lo miro y siento que no puedo hacer nada”. La vida de su hijo, señala llorando, está arruinada. “¿Qué hizo mi hijo para hacer que un soldado le disparara? ¿Por qué se merecía esto?

A ella le preocupaba que Mohammad participara en las protestas aunque, en lo que a ella respecta, él solía ir todos los viernes a divertirse con sus amigos y compañeros de clase. Ella insiste en que él no representaba una amenaza para los soldados israelíes. "Cuando un día le pedí que no fuera, él insistió y me aseguró que no se acercaría a la valla fronteriza".

La madre de Mohammad escuchó que él había resultado "levemente herido" cuando recibió una llamada de una persona desconocida. "Sin embargo, cuando fui al hospital, me dijeron que la bala había destrozado la arteria principal, las venas y los nervios de su pierna".

Cuando fue trasladado al hospital Al-Makassed, agregó, la esperanza se desvaneció. Mohammad es solo uno de los 18,000 palestinos que han sido heridos por soldados israelíes desde que comenzaron las protestas el 31 de marzo. Al menos 214 han sido asesinados en el mismo período. Es probable que nadie resulte responsable de dispararle a este niño desarmado de 14 años, que su único crimen fue llevar una bandera.

Fuente: Middle East Monitor / Traducción: Palestinalibre.org