Estos objetivos globales ocultan enormes disparidades según el nivel de desarrollo y la cultura del país. En Estados Unidos, por ejemplo, el consumo de carne roja es de 280 gramos de media, lo que obligaría dividir su consumo por 20.
“Más de 820 millones de personas no tienen acceso a suficiente comida, 2.400 millones de personas consumen demasiado, y en total cerca de la mitad de la población mundial tiene un régimen alimenticio con carencias en nutrientes” indica el informe.

Además del cambio de alimentación, los expertos preconizan un cambio radical en la manera de producir, evitando la concentración en unos pocos tipos de cultivo, limitando la expansión de las tierras agrícolas que reducen los bosques y evitando el exceso de pesca. También hay que reducir a la mitad el desperdicio de alimentos y las pérdidas en los procesos de producción.
“La manera en la que comemos es una de las causas principales del cambio climático, de la pérdida de la biodiversidad y de las enfermedades no transmisibles”, como la obesidad, la diabetes o las dolencias cardiovasculares, explicó a la AFP uno de los autores del estudio, el profesor Tim Lang, de la Universidad de Londres. “De la misma manera que nuestro sistema alimenticio cambió radicalmente en el siglo XX, creemos que tiene que cambiar radicalmente en el siglo XXI”, añadió.
Como era de esperar el informe no gustó a la industria agroalimentaria. “Hace propuestas extremas para atraer al máximo la atención, pero hay que ser más responsables cuando establecemos recomendaciones en materia de nutrición”, dijo Alexander Anton, responsable de la Asociación Lechera Europea.
Por Paul Ricard