«Se han levantado de mi lado en el bus porque llevaba velo»

«Se han levantado de mi lado en el bus porque llevaba velo»

Tres mujeres marroquíes asentadas en Bilbao hablan sin censura sobre machismo, racismo, inmigración, elecciones o menores.

Por Ainhoa De las Heras para elcorreo.com

Annur TV
Friday 05 de Apr.

Kaltouma Belabid, Kali, estudiante de 28 años del último curso de Ingeniería Civil, «una carrera de hombres», sonríe avergonzada cuando el fotógrafo le da dos besos. Lleva velo y en su cultura está «mal visto» que una mujer cubierta bese a un hombre. Natural de Agadir, su padre llegó en patera a Lanzarote en 1998 y trabajó como albañil. Gracias a la reagrupación familiar, ella y sus hermanos viven hoy con sus padres en Bilbao. Su amiga, Hajar El Haloui, conocida como Azar, nacida hace 26 años en Rabat, trabaja como gestora técnico comercial en la empresa Uriarte Safybox, en Lezama, después de haber echado antes el currículum «en 300 empresas». Lleva tacones y se pinta los labios «porque me gusta, no porque sea víctima de la sociedad machista», proclama.

Amal Ait Oummas, de 48 años y de Marraketch, aspira a que su hija de seis años «tenga la libertad de practicar su religión como le dé la gana, sin sentirse rara». Como a veces les ha pasado a ellas. «Se han levantado de mi lado en el autobús porque llevaba velo. Se han agarrado el bolso como si fuera una ladrona. Me han rechazado en trabajos. Es el miedo a lo diferente», protesta Kali. Las tres mujeres marroquíes hablan sin tapujos para EL CORREO sobre machismo, racismo, inmigración, elecciones o menores. Todas llegaron a Bilbao en avión siguiendo a familiares: los padres, una hermana o el marido.

Machismo

«Estuvimos en primera fila en la manifestación del 8-M»

 

Las tres, activistas de distintas asociaciones de mujeres musulmanas, estuvieron en la manifestación del 8-M. Amal, «en primera fila, con mi hija en los hombros». Para Azar, «Marruecos no es tan machista como se cree, son estereotipos. Aquí he visto cómo la mujer trabaja fuera y luego lo hace todo también en casa». «A veces nos machacamos más entre nosotras las mujeres. Deberíamos permitir que los hombres nos ayuden». Le costó encontrar trabajo y le ofrecieron «cursos de enfermera, de limpieza y cosas así...». Kali rechaza la creencia de que la religión islámica trata a la mujer como un ser inferior. Por contra, «es la que más valor me da». Ha dedicado tres años a leer el Corán «y no he encontrado ninguna frase en contra de los derechos femeninos».

Menas

«El rechazo también provoca violencia»

 

«Este tema nos duele mucho. Son nuestros hijos y hermanos. No vamos a negar que algunos provocan problemas, pero muchos otros sufren. La gente se aparta cuando pasan y generalizar resulta injusto», se queja Azar, que conoce a varios de los llamados menas (menores inmigrantes no acompañados). «La sociedad no hace nada por integrarlos. Lo peor es al cumplir los 18 años, que quedan en la calle», añade Kali. En su opinión, las decenas de menores que llegan a Bizkaia, muchos de ellos -aunque no todos- marroquíes, buscan «una vida mejor, escapar de la pobreza. Pero son chicos perdidos, que no saben el lugar al que vienen». Advierten de que «el rechazo también provoca violencia» y proponen a las instituciones responsables de su acogida «formarles para que puedan defenderse por sí mismos». Desde sus asociaciones, como claros «referentes» de que con esfuerzo y trabajo se puede salir adelante, preparan un proyecto para ofrecerles «mini charlas», y «que sean conscientes de que deben trabajar, no depender de otras personas».

Relaciones

«Tengo amigos de todo tipo: ateos, agnósticos, lesbianas»

Amal ha llevado a sus amigos bilbaínos a Marruecos y suelen ir a comer juntos. Son los padres de los compañeros de clase de su hijo mayor, de 20 años, y se conocen desde que eran pequeños. «Les llevaba en la furgoneta a los entrenamientos de fútbol», recuerda. Kali mantiene relación con dos hermanas gitanas desde que estuvo en Lanzarote y en Bilbao. «Tengo amigos de todo tipo: ateos, agnósticos, lesbianas... Nos une el respeto. Podemos estar hablando dos o tres horas del Islam, pero nosotras somos muy abiertas, aceptamos todas las opiniones». A Azar le cuesta que no le conozca nadie cuando llega a un sitio. «Soy muy sociable, no paro de hablar».

Futuro

«Seré ingeniera de obras, con casco y barro en las botas»

El sueño de Kali «es ser ingeniera de obras, con mi casco y las botas llenas de barro». Para probar, llegó a completar el primer curso de Ingeniería Química, «más de chicas, con la bata y en el laboratorio», pero se dio cuenta de que eso no le gustaba. Ha tenido algunas entrevistas para realizar prácticas, pero «con el velo no te aceptan». «¿En qué afecta el velo? Si es algo personal, entre yo y mi Dios», se pregunta. Otro de sus anhelos lo hizo realidad el verano pasado. «Con el burkini estoy contentísima. Pude ir a la playa de Sopelana y a Gorliz».

A Amal le gusta mucho el agua y llegó a proponerle a un concejal de Igualdad que fijaran un día sólo para mujeres en las piscinas municipales, aunque no tuvo éxito. Azar reconoce que está viviendo un sueño. «Mi empresa es especial, no tengo ninguna discriminación ni por mujer ni por marroquí ni por joven». Amal, con nacionalidad española, será la única que pueda votar en las próximas elecciones.

Por Ainhoa De las Heras para elcorreo.com


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