La batalla de Curupaytí y la Guerra del Paraguay

La batalla de Curupaytí y la Guerra del Paraguay

El 22 de septiembre de 1866 tuvo lugar la batalla de Curupaytí, una de los enfrentamientos más sangrientos de la Guerra del Paraguay.

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Friday 20 de Sep.

La contienda, que enfrentó a la Argentina, Brasil y Uruguay contra Paraguay, se extendió entre 1865 y 1870, y respondió más a los intereses británicos de acabar con el modelo autónomo de desarrollo paraguayo -que podía devenir en un “mal ejemplo” para el resto de América latina- que a los objetivos de unificación nacional y defensa del territorio proclamados por sus promotores.

Al estallar la guerra en  1865, Mitre había hecho un pronóstico demasiado optimista sobre su evolución y desarrollo: En 24 horas en los cuarteles, en 15 días en campaña, en tres meses en Asunción”. Pero lo cierto es que la guerra duró casi cinco años.

Alberdi –al igual que José Hernández y Guido Spano- apoyaría decididamente la causa paraguaya y acusaría a Mitre de llevar adelante una «Guerra de la Triple Infamia» contra un pueblo progresista y moderno. Escribirá entonces: «Si es verdad que la civilización de este siglo tiene por emblemas las líneas de navegación por vapor, los telégrafos eléctricos, las fundiciones de metales, los astilleros y arsenales, los ferrocarriles , etc., los nuevos misioneros de civilización salidos de Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja, San Juan, etc., etc., no sólo no tienen en su hogar esas piezas de civilización para llevar al Paraguay, sino que irían a conocerlas de vista por primera vez en su vida en el ‘país salvaje’ de su cruzada civilizadora».

La impopularidad de la Guerra de la Triple Alianza, sumada a los tradicionales conflictos generados por la hegemonía porteña, provocó levantamientos en Mendoza, San Juan, La Rioja y San Luis.

Finalmente, las tropas aliadas triunfarían en 1870, pero la victoria le costaría al país más de 500 millones de pesos y 50.000 muertos. Del millón trescientos mil habitantes que tenía el Paraguay, sólo sobrevivieron 300.000, la mayoría mujeres y niños.

El general Mitre declarará: «En la guerra del Paraguay ha triunfado no sólo la República Argentina sino también los grandes principios del libre cambio (…) Cuando nuestros guerreros vuelvan de su campaña, podrá el comercio ver inscripto en sus banderas victoriosas los grandes principios que los apóstoles del libre cambio han proclamado».

La Guerra del Paraguay llevaba más de un año de desarrollo cuando tuvo lugar la Batalla de Curupaytí, en el fuerte del mismo nombre, unos kilómetros al sur de la Fortaleza de Humaitá, en el margen izquierdo del Río Paraguay, muy cerca del actual puerto de Las Palmas (Chaco). Las fuerzas de la Triple Alianza (Brasil, Argentina, Uruguay) se reagruparon desde los primeros días de septiembre, para atacar este baluarte defensivo de Paraguay. Por la mañana del 22 de septiembre, abrió fuego la escuadra brasileña. Poco después, chocaron las posiciones de artillería y más tarde, el general Mitre llevó a las tropas bajo su mando a una masiva masacre.  Los argentinos tuvieron más de dos mil bajas, entre muertos, heridos  y dispersos, cerca del 40% de los efectivos empeñados.

Recordamos este episodio a partir del relato del historiador José María Rosa, gran exponente del “revisionismo histórico” y declarado opositor de la corriente historiográfica inaugurada por el mismo general Bartolomé Mitre.

Fuente: José María Rosa, La Guerra del Paraguay y las montoneras argentinas, Hyspamérica Ediciones, Buenos Aires, 1985, págs 211-212.

No obstante la promesa del 14 (de septiembre de 1866) de Mitre a López de “no hacer modificación alguna en la situación de los beligerantes”, el General en Jefe de los aliados dispuso el inmediato asalto a la formidable posición fortificada de Curupaytí. Tal vez lo movió la emulación hacia el Márquez de Souza, que con sus 12.000 brasileños había tomado el 3 de septiembre el vecino campo fortificado de Curuzú. Si Curuzú estaba en poder de Márquez de Souza, Curupaytí sería de Mitre.

Preparó su plan. El mismo día de prometer armisticio a López, Mitre desembarcaba en Curuzú, al oeste de Curupaytí, con 9000 soldados argentinos: la flor y nata del ejército. Junto con los 8.000 de Márquez de Souza tomarían en un paseo militar el campo atrincherado, acercándose a la poderosa fortaleza de Humaitá. Para mayor seguridad, el 17 –día fijado para el ataque- Polidoro y Venancio Flores vendrían de Tuyuty a cooperar en la batalla. También la escuadra brasileña ayudaría con un constante cañoneo.

 

De toda la guerra, es ésta la primera batalla planeada por Mitre, y también la primera (y única) dirigida por él. Desgraciadamente para el historial de Mitre, López no había creído en su promesa de armisticio del 14 y estaba alerta. En Curupaytí destinó a su mejor hombre de guerra, el genera Díaz, vencedor de Estero Bellaco y Boquerón, que había preparado en poco tiempo la defensa del campo: cortando árboles (abatíes) que, dispuestos con sus enormes raíces para afuera ocultarían sus 49 bocas de fuego. Y con siete batallones de infantería y cuatro escuadrones de caballería esperaba el ataque.

No se dio la batalla el 17 por la lluvia, prolongada hasta el 20. Cesada ésta el 22, Mitre ordenó el ataque a la bayoneta a las fortificaciones, ante la estupefacción de Márquez de Souza, porque el terreno estaba convertido en un pantano. No obstante, el leal guerrero acató la insensata orden. En cuatro columnas se lanzaron los 17.000 argentinos y brasileños por un campo fangoso llevando la bayoneta en posición de ataque, mientras los 49 cañones paraguayos ocultos entre los abatíes hacían estragos en los atacantes.

Todo anduvo mal. Tamandaré que había prometido “descangalhar tudo isso em duas horas”, disparaba con excesiva elevación sus tiros, que no caían en las trincheras paraguayas; Polidoro y Flores se detuvieron a “churrasquear” y no llegaron a tiempo. Mientras tanto, los infantes argentinos y brasileños, calados de barro, chapoteaban sirviendo de blanco a los paraguayos. Mientras Mitre, poseído de una embriaguez heroica, ordenaba avanzar, avanzar siempre. Hasta que Márquez de Souza, muy respetuosa, pero firmemente, le advirtió que aquello iba a ser la derrota “mais grave de esta guerra”, y de seguirse el heroico avance morirían todos los atacantes sin tocar las trincheras paraguayas. Consiguió dar el toque de retirada. “Cuando Mitre se encontró con esa defensa [las trincheras paraguayas protegidas por árboles], no se le ocurrió nada –dice D’Amico- y mandó atacar con ataque franco, a pesar de saber, dice en su parte, que esa posición era intomable cargándola a pecho descubierto. El resultado no podía ser dudoso. Los soldados argentinos sembraron el campo de cadáveres, llegaron a la zanja, soportaron un momento de fuego a boca de jarro de los paraguayos que ellos no veían y tuvieron que retroceder sembrando otra vez de cadáveres el campo de batalla” 1.

Diez mil muertos argentinos y brasileños quedaron tendidos en el fangal frente a Curupaytí. Las bajas paraguayas fueron exactamente de 92.

Referencias:

1 J.C. Chávez, El presidente López, pág. 222.

 

elhistoriador


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