“Todos me felicitaron, pero solo cumplí con mi deber. Fui honesto, ya que mi religión y mi familia me enseñaron a serlo”, dijo.
El viernes pasado, en Roma, Mossan Rasal acababa de bajar el telón de su pequeña tienda de cuero. Poco después, al regresar a su casa, vio una billetera en la acera que parecía, a simple vista, bien llena.
El nativo de Bangladesh de 23 años, se inclinó para recogerla con solo una idea en mente: devolvérsela a su dueño. No sabía que dentro había una suma de 2.000 euros, que probablemente despertaría mucha codicia, excepto para este hombre honesto que, sin tomarse el tiempo para contar el fajo de billetes, cumplió con el deber de reportar su hallazgo a la comisaría de policía más cercana.
“Lo primero que hice fue averiguar el nombre y la dirección del propietario de la billetera. Era consciente de la pérdida que representaba. En el interior, había tarjetas de crédito, un permiso de conducir y documentos de identidad, pero también una gran suma de dinero”, dijo Mossan Rasal al diario La Repubblica.
“Vi que había dinero, mucho dinero. No quise contar cuánto, porque no me pertenecía, e inmediatamente fui a la policía para entregar esta cartera perdida”, dijo con sobriedad, pero con la gratificante sensación de haber actuado bien, de acuerdo con los preceptos básicos del Islam.
Después de recibir el agradecimiento de los agentes de la ley italianos, quienes lo felicitaron calurosamente por su honestidad, Mossan Rasal, unas horas después, estaba nuevamente en la comisaría de policía, pero esta vez para estrecharle la mano al dueño, que se mostró muy agradecido por haber recuperado la cartera.
Es, de hecho, a pedido expreso de este empresario romano que su reunión se llevó a cabo, en presencia de altos oficiales de policía y bajo el crepitar de los flashes.
“Todos me felicitaron, pero solo cumplí con mi deber. Fui honesto, ya que mi religión y mi familia me enseñaron a serlo”, dijo, y agregó: “Al principio, no quería toda esta atención en mí. Pero hoy, me alegro de haber conocido al dueño de la billetera. Estaba tan feliz de poder mostrarme su agradecimiento en persona… Quería recompensarme, pero yo no quise aceptarlo”.