El nacimiento y la infancia de Muhammad (P)

El nacimiento y la infancia de Muhammad (P)

Lo que sigue es parte del libro UNA SÍNTESIS DE LA VIDA DEL MENSAJERO DEL ISLAM escrito por EQUIPO DE ESCRITORES DE LA FUNDACIÓN DAR RAH-E HAQQ traducido por MARTHA GOLZAR Y RAHMATUL.LAH GOLZAR que ha sido seleccionado por Shafaqna.

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Tuesday 12 de Nov.

El nacimiento de la luz

La ciudad de La Meca se había sumergido en la oscuridad y la envolvía un gran silencio. No se veían señales de vida ni actividad, únicamente la luna, como era costumbre, ascendía despacio por detrás de las negras montañas que rodeaban la ciudad, y extendía sus suaves y delicados rayos sobre los sencillos edificios y sobre el camino pedregoso que conducía a ésta.
 
Poco a poco llegó la media noche, una brisa suave y agradable cubrió el ardiente territorio del Hiÿâs y por un corto tiempo lo invitó a descansar, tan sólo se dejaba ver el brillo de las estrellas que iluminaban y brindaban placer a los ciudadanos.
 
Las aves madrugadoras así como las que pasan en vela la noche con voces placenteras alegraban las almas en ese ambiente paradisíaco, tal y como si se secretearan con su enamorado.
 
La orilla del horizonte de La Meca se encontraba en el umbral de la aurora, sin embargo, aun reinaba un silencio ambiguo sobre la ciudad.
 
Todos se encontraban dormidos, sólo Âminah Bint Wahab estaba despierta y sentía los dolores, dolores de la espera que poco a poco se volvían más y más intensos.
 
Repentinamente vio entrar en su habitación a unas damas agradablemente perfumadas, desconocidas y luminosas. Se encontraba atónita. ¿Cómo era posible que aquellas damas entraran en su aposento sin ella darse cuenta?(1)
 
Rompió el alba. No pasado mucho tiempo Âminah dio a luz a su querido niño, y por fin en la madrugada (2)del diecisiete del mes de Rabi’al-Auwal del año 53 antes de la Hégira (4 de mayo de 570 d.C.), se iluminaron sus ojos al ver a su esperado hijo.
 
Todos en la casa se felicitaron al enterarse del nacimiento del pequeño. El nacimiento de Muhammad había encendido el dormitorio de Âminah, obscurecido por el reciente fallecimiento de su esposo ‘Abdul.lah Ibn ‘Abdul Muttalib (545-570 d.C.), que al regreso de un viaje a Ash-Shâm (Siria) murió en Medina, en donde fue enterrado, dejando a Âminah sola y desconsolada.(3)
 

Muhammad (BP), el niño milagroso

Muhammad, llegó al mundo acompañado de extraordinarios acontecimientos tanto en el cielo como en la tierra, especialmente en el Medio Oriente que en ese entonces era el centro de la civilización. Fueron estos acontecimientos los que hicieron que el mundo se enterara rápidamente de la nueva noticia y puesto que este niño terminaría con las viejas costumbres y supersticiones, y traería nuevas bases y fundamentos para la evolución y progreso de la humanidad, desde el primer día de su nacimiento hizo sonar la campana del “despertar”.
 
El palacio de Anûshîrvân (el sasánida Cosroes I el Grande que reinó entre 531-579 d.C.), que suponía su poder y monarquía sería eterno e impresionaba a quien lo miraba, la noche del nacimiento de Muhammad (BP) tembló y catorce(4) almenas de sus murallas se derrumbaron. Así también se apagó en un instante el templo del Fuego de los persas(5), que había ardido permanentemente durante mil años.
 
Las cenizas de su ídolo adorado fueron el vivo testimonio de la verdad que emergía señalando un nuevo camino. Las señales prodigiosas se multiplicaban. Los lagos de “Sâweh “(al SE de Eshtehard y SO de Danesfahân, Irán) se secaron repentinamente (6)haciendo que las personas personas de entendimiento se asombraran ante tantas prodigiosas coincidencias y reflexionaran sobre su significado.
 

Muhammad (BP) en un diluvio de acontecimientos

Apenas habían transcurrido seis primaveras(7) de la vida de Muhammad (BP) cuando su madre Âminah lo llevó de viaje para visitara sus familiares y la tumba de su esposo ‘Abdul.lah en el año 46 antes de la Hégira (577 d.C.).
 
Después de permanecer unos días en Medina en casa de su familia, y de visitar largamente la tumba de su amado esposo, en el camino de regreso, antes de llegar a La Meca su amada madre enfermó y falleció en un lugar llamado Abvâ’ (8)–región que se encuentre entre La Meca y la Ciudad de Medina–donde fue enterrada con ayuda de una de sus sirvientas. Tras lo sucedido, llevaron al pequeño Muhammad (BP) con su abuelo, de vuelta a La Meca.
 
Fue así como Muhammad (BP), a esa edad en que un niño está más sediento de amor y afecto, perdió a sus padres.
 

El rostro de Muhammad (BP)

Así como el nacimiento del Mensajero del Islam y los acontecimientos que sucedieron después de éste fueron extraordinarios, su infancia, su forma sorprendente adulta de expresarse y su formal comportamiento, lo hacían un ser excepcional entre los demás niños de su edad. ‘Abdul Muttalib, que conocía todo ello, mostraba hacia su nieto un sorprendente respeto.(9)
 
Abû Tâlib, tío de Muhammad (BP) decía: “Nunca he oído de Muhammad (BP) decir una mentira, ni visto acto indebido o tontería en él, nunca se ríe sin razón ni dice palabras sin sentido y la mayoría del tiempo lo pasa tranquilamente, alejado del bullicio y pasatiempos de los otros niños”.(10)

 

 
Cuando Muhammad (BP) cumplió los siete años, los judíos dijeron: ” Hemos leído en nuestros Libros que el Profeta del Islam no ingiere de las comidas prohibidas y se abstiene de aquellas que duda, no está de más que le hagamos una prueba a este sorprendente niño, para saber a qué atenernos con él “.
 
Los judíos robaron un pollo y lo regalaron a Abû Tâlib. Todos en la casa comieron de éste ya que ignoraban que había sido robado. No obstante Muhammad (BP) ni siquiera lo tocó. Cuando le preguntaron la causa dijo:
 
“Dios, me cuida de aquello que es prohibido, y este pollo es alimento prohibido”.
 
En otra ocasión los judíos compraron un pollo al vecino, prometiendo que más tarde se lo pagarían, pero con la intención de no hacerlo, y lo llevaron de regalo a casa de ‘Abdul Muttalib. Esta vez, al igual que la anterior, Muhammad (BP) tampoco comió y dijo que tenía duda de que fuese lícita. Cuando los judíos se enteraron, quedaron atónitos y dijeron que ese niño poseía dignidad, conocimiento y posición muy alta y privilegiada.(11)
‘Abdul Muttalib, el jefe de Quraîsh, no trataba a Muhammad (BP) como a los demás niños, sino que tenía para él un trato y consideración muy especiales.
 
Cuando preparaban un lugar especial para ‘Abdul Muttalib–ya que era el guardián de la casa de Dios–cerca de la Ka‘bah, y sus hijos lo rodeaban, su gran personalidad impedía que alguien se acercase, sin embargo Muhammad (BP) no se dejaba dominar por esa suntuosidad, y directamente se dirigía al lugar especial donde se encontraba ‘Abdul Muttalib y se sentaba junto a él, acto que ninguno de sus hijos o de sus otros nietos se atrevía a hacer. Así, cuando los hijos de ‘Abdul Muttalib trataban de impedírselo, éste les decía: “¡Dejen pasar a mi hijo! ¡Juro por Dios, que él es dueño de una posición muy elevada! “Entonces Muhammad (BP) se sentaba al lado del “Señor del Quraîsh”y se ponía a conversar con él. (12)
 
Notas :
1-BihârAl-Anwâr,t.XV, p. 325.
2-Ídem., p. 250.
3-Kâmil At-Taûârîj,seg.parte, p.10;Tabaqât, t.I, p.61;BihârAl-Anwâr, t.XV, p. 125.
4-BihârAl-Anwâr, t.XV, p.257.
5-Ídem., pp.258-263.
6-Ídem., pp.258-263.
7-BihârAl-Anwâr, t.XV, pp.402 y 406.
8-Sîrah Ibn Hishâm, t.I, p. 168.
9-BihârAl-Anwâr,t.XV, pp. 366, 382, y 402.
10-Ídem., pp. 366, 382, y 402.
11-BihârAl-Anwâr, t.XV, p. 336.
12-Ídem., p. 142;ySîrah Ibn Hishâm, t.I, p. 168.
 

Shafaqna


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