Miembros del Movimiento Islámico de Nigeria protestan por la detención de la principal figura religiosa musulmana del país, el Sheij Ibrahim Al-Zakzaky, en la capital nigeriana de Abuya, el 22 de enero de 2019.  (Foto de AFP)

Los actos de opresión descarada que han sido visitados por el Sheij Ibrahim Al-Zakzaky, quien es el líder del Movimiento Islámico de Nigeria (IMN en sus siglas en inglés), así como sus parientes y seguidores, que sufren desde hace mucho tiempo, comprenden una letanía, que es encontrado atroz incluso por aquellos que no simpatizan con la fe, la raza o la nacionalidad de la comunidad subyugada.

En 2015, un convoy que transportaba al ministro de defensa de Nigeria se posicionó en medio de una procesión de duelo religioso, que estaba llevando a cabo los musulmanes en la ciudad norteña de Zaria. Acusando a los dolientes de atacar la caravana, las fuerzas nigerianas desencadenaron una violencia indiscriminada y evidente contra los asistentes, y fueron tan lejos atacando la residencia del Sheij Al-Zakzaky y a cualquier persona que apoyara el IMN que cruzara en su camino ese triste día.

Tan desenfrenada como era la fuerza utilizada para enfrentar a los musulmanes, se asesinó a unos 350 miembros del movimiento, incluidos tres de los hijos del Sheij Al-Zakzaky. El ejército también detuvo a al propio Sheij Al-Zakzaky y a su esposa, usando tal brutalidad que cegó al clérigo en un ojo y dejó el otro en una condición deteriorada.

Cientos de otros musulmanes han sido asesinados a manos de las fuerzas desde la conflagración autorizada por el Estado en varias ocasiones, incluidos eventos religiosos recurrentes o conmemoraciones del baño de sangre de Zaria.

El Sheij Ahmad Abdullahi Zango, una notable figura religiosa del IMN, calificó la represión como una empresa calculada bajo la instrucción directa del presidente Muhammadu Buhari.

El Sheij Al-Zakzaky y su esposa han sido retenidos desde entonces, sufriendo continuamente por una negativa aparentemente intencional para recibir una atención médica adecuada a sus problemas.

En agosto, a la pareja se le permitió viajar a la India para recibir tratamiento médico ya que su condición empeoraba. Pero regresó a Nigeria unos días después, citando un impulso del gobierno nigeriano para "obstruir" su tratamiento. Luego, Abuya los llevó a una prisión de "detención" en ruinas en el noroeste del Estado de Kaduna, y hasta ahora se ha mantenido allí en condiciones de confinamiento miserable.

Esta foto tomada a principios de 2019 muestra al clérigo musulmán nigeriano el Sheij Ibrahim Al-Zakzaky y su esposa, Zinat.

Según informes, fuentes hospitalarias han citado la existencia continuada de docenas de piezas de metralla en el cuerpo del Sheij Al-Zakzaky.

Su familia ha descrito el tratamiento general como un impulso dirigido a matar al clérigo en dentro de su confinamiento.

En 2016, el organismo de derechos humanos con sede en el Reino Unido, Amnistía Internacional, denunció la masacre de los musulmanes y pidió, un año después, la liberación del Sheij Al-Zakzaky de la detención.

También en 2016, el tribunal superior federal de Nigeria ordenó la liberación incondicional del Sheij Al-Zakzaky de la cárcel después de un juicio.

A pesar de la decisión y la preponderancia de evidencia verificada que apunta al tratamiento draconiano organizado por el Estado nigeriano contra este clérigo y sus seguidores; sin embargo, Abuya acusó al Sheij Al-Zakaky en abril de 2018 de asesinato, homicidio culposo, reunión ilegal, interrupción de la paz pública y otras acusaciones. Él se ha declarado inocente a todas estas acusaciones.

El gobierno central de Nigeria también ha calificado su movimiento como una entidad "terrorista", prohibiendo todas sus actividades.

Muhammad Ibrahim Al-Zakzaky, uno de los hijos del clérigo y sobreviviente del derramamiento de sangre coordinado por Abuya, una vez más defendió a su padre y las prácticas pacíficas del movimiento, diciendo: "Nací de un padre que nunca podría tolerar el camino de la ira, incluso su camino le costó su propia vista".

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