El último Profeta de Dios y el señor de los Mensajeros divinos, Muhammad, que la paz y las bendiciones de Allah sean con él y su santa familia, de acuerdo con los relatos suníes, nació en el duodécimo del mes rabia al-awal y según los antecedentes de la escuela chií, en el decimoséptimo de rabia al-awal del año llamado Amul Fil (Elefante).
El profeta (la Paz de Dios sea con él y sus descendientes) perdió a su honorable padre antes de nacer.
La infancia del Profeta (P) pasó en la tribu de Saad; cuando tenía cuatro o cinco años de edad, fue devuelto a los brazos de su madre.
A los seis años, su querida madre se despidió de este mundo, quedando a Muhammad al cuidado y supervisión de su abuelo. El Profeta Muhammad (P) se quedó con su abuelo durante dos años y esta vez falleció su abuelo; entonces la tutela pasó a manos de su amable tío Abu Talib (la paz sea con él), donde permaneció hasta el momento de su matrimonio.
El Profeta (P) a la edad de 12 años viajó a Sham (Damasco) con su tío Abu Talib donde se encontró en el camino con el monje Bahira (Sergio).
Bahira al ver al joven Muhammad lo reconoció y recomendó a Abu Talib que lo cuidara, revelándole a su vez, los eventos catastróficos que esperaban al Profeta (P) por parte de otras comunidades.
Su naturaleza pura y su brillante talento, antes de ser elegido como profeta, le permitieron adquirir buenas obras de sabiduría y comprensión de las personas de la época y aliarse con ellas.
Él viajó a Sham para desarrollar labores comerciales con una mujer empresaria llamada Jadiya. El profeta (P) con el paso de los años, comenzó a ganar buena reputación laboral por ser sincero y confiable. Fue así como a los 25 años contrajo matrimonio finalmente, con esta dama de negocios Jadiya.
Muhammad (P), cuando tuvo 40 años comenzó su misión profética e invitó a la gente a seguir a Dios y reunió a los primeros compañeros que creyeron fielmente en su mensaje.
Al pasar cuatro o cinco años, Dios le encomendó anunciar a sus parientes sobre las órdenes divinas; luego de esto, le fue revelada su misión y la orden divina de convocar abiertamente a las personas a seguir el islam, y así unir a los musulmanes y los creyentes.
Desde que se reveló la misión del Profeta (P), la tribu Quraish estableció obstáculos en contra del movimiento del Profeta del islam y trató de disuadir a las personas del camino de Dios y evitar que se difundiera su mensaje. Entonces, el Profeta de Dios, inevitablemente trató de abrir una nueva puerta de invitación fuera de La Meca.
Envió un grupo de musulmanes a Habasha (Etiopía), que fueron recibidos fervientemente por Nayashi, el rey de esa tierra. Este grupo de los musulmanes liderados por Yafar ibn Abi Talib, permaneció en Habasha y Yafar no abandonó ese territorio hasta el séptimo año de la hégira.
Quraish trató de involucrar a Nayashi con la persecución de los musulmanes, pero aquellos esfuerzos fracasaron y no resultaron como ellos querían. Más tarde, tramaron otra estrategia, que era el asedio económico, político y social de los musulmanes en el valle de Abu Talib en La Meca. Pero, esto tampoco funcionó y no lograron detener la propagación del Islam.
El gran Mensajero de Dios (P) emigró a Taif para obtener una nueva base de difusión del islam. Sin embargo, en esta tierra adyacente a La Meca y bajo su influencia, no hubo una nueva apertura.
Finalmente, el Profeta Muhammad (P), emigró a la ciudad de Medina, donde fundó la mayor civilización humana, dando paso al inicio del primer año de la emigración y la fundación de una gobernanza islámica.
Este acto incluyó la destrucción de las imágenes e ídolos que existían en este lugar con anterioridad y el inicio de la construcción de la Mezquita Profética como centro de las actividades religiosas. También, se expandió la invitación de su gobierno estableciendo un pacto de hermandad entre los Muhayirin (los musulmanes inmigrantes de La Meca) y Ansar (los musulmanes de Medina), lo que fortaleció los cimientos de este estado.
Por el Sheij Heidar Ali