En momentos de crisis como la actual, lo más importante es la vida humana, la supervivencia de la humanidad. Esto se ha de poner en el centro, las demás consideraciones pierden importancia. La misma pandemia ilustra que somos una sola raza, una sola familia. El virus no distingue entre países, ni colores de la diversidad humana.

¿Cómo es que hemos caído tan bajo? La respuesta es evidente y ha de servirnos hoy y mañana. Los valores que rigen el mundo actual son contraproducentes y amenazan nuestra supervivencia. Hace falta poner la vida humana y del planeta en el centro de la educación, de la política y de la economía. Discursos de la competitividad y el éxito personal que se repetían como mantras, de repente han sido silenciados para apelar al sentimiento comunitario y global, hasta el punto de imponerlo por leyes, normas y estados de alarma. Lo cual está bien, si sacamos una lección de vida para ello.

La cooperación internacional en catástrofes y crisis humanitarias era el último eslabón que permitía creer en un orden mundial con un mínimo de sentido ético de humanidad. La crisis actual acentuada por el nacionalismo recalcitrante y los egoísmos predominantes me ha recordado dos sucesos que han tenido lugar en la vida del Profeta Muhammad. Tras establecerse en su nuevo país, Medina, sus enemigos en la Meca sufrían años de sequía.

Los notables de Quraish sabían del favor divino del que gozaba desde que era niño cuando su tío rezó por la lluvia con él levantado en sus brazos. Es bueno pensarlo que sin inmutarse, ni quejarse, Muhammad se puso a rezar y rogar a Dios por los niños, las mujeres y los oprimidos de la Meca cuyas vidas amenazaba la sequía. También es digna de conocer la vida de Quraish Zuma. Era uno de los líderes de la gran tribu de Banu Hanifa cuyo territorio era conocido por Al Yamama, la huerta de Arabia, es decir, la Almería de hoy para Europa. Cuando el Profeta le perdonó la vida por un crimen que había cometido, se sintió atraído por el islam y, en deuda con el Profeta, se hizo musulmán. La enemistad no es excusa para no socorrer a tu hermano.

Aunque algunos no podrán comprender, la decisión del gobierno turco de suministrar material médico a Israel estos días para luchar contra la pandemia, independientemente de si es en forma de ayuda humanitaria o venta comercial, es una excelente noticia.

Dios dice, en el sagrado Corán, en el capítulo la Mesa Servida que conmemora el milagro de la multiplicación de los panes y los peces de Jesucristo, la paz sea con él, en el versículo 8: «¡Oh, creyentes! Sed firmes con los preceptos de Dios, dad testimonio con equidad, y que el rencor no os conduzca a obrar injustamente. Sed justos, porque de esta forma estaréis más cerca de ser piadosos. Y temed a Dios; Dios está bien informado de lo que hacéis». Por ello, mucha razón tenía el irlandés George Bernard Shaw diciendo que: «si Muhammad estuviera entre nosotros, resolvería los problemas del mundo tomando un café».

Por Hussein El Ouriachi para El Diario Vasco.