Crímenes de guerra de EEUU en Irak: Torturas y horror en Abu Ghraib

Crímenes de guerra de EEUU en Irak: Torturas y horror en Abu Ghraib

La política imperialista de EE.UU. sobre Asia Occidental en el nuevo milenio está marcada por la brutal invasión militar a Irak, retratada en Abu Ghraib.

 

Annur TV
Monday 20 de Jul.

5. Los innumerables crímenes de guerra de EE.UU. en Irak, ejecutados por una fuerza invasora sedienta de derramar sangre de inocentes

Al detenerse a desmenuzar los crímenes de guerra de Estados Unidos en Irak, deben considerarse varios temas de discusión; en primer lugar, según documentos desclasificados, pese a que el régimen baasista del dictador Sadam Husein en Irak no representaba ninguna amenaza para los intereses de EE.UU. en la región de Asia Occidental a comienzos del nuevo milenio del 2000, los líderes estadounidenses, encabezados por el entonces presidente George Walker Bush, planificaron y prepararon lo que se traduciría a posteriori en la invasión destructiva de las tierras mesopotámicas de Irak a partir de 2003.

George W. Bush, valiéndose de informes falsos de la comunidad de inteligencia estadounidense [1] sobre el desarrollo de un programa de armas de destrucción masiva por parte del régimen de Sadam, lanzó una de las más mortíferas campañas invasivas de la historia sobre la nación árabe en 2003 en colaboración con el Reino Unido, España, y otros países. Cabe recordar que su padre, George H. W. Bush, una década antes como el 41.° presidente de EE.UU. había liderado una coalición internacional de 34 países, auspiciada por la Organización de la Naciones Unidas (ONU), contra Irak, en la llamada guerra del Golfo entre los años 1990 y 1991, en respuesta a la invasión y anexión iraquí de Kuwait.

Los posteriores estudios periodísticos muestran cómo desde varios meses antes del inicio de los combates de las fuerzas invasoras del eje Washington-Londres-Madrid, los datos de los servicios de inteligencia y de fuentes de alto rango del Departamento de Defensa de EE.UU. (el Pentágono) apuntaban a que el régimen de Saddam no poseía armas de destrucción masiva y, en concreto, determinaban la falsedad de los documentos que se habían redactado sobre la base de meras invenciones y mentiras de dos espías iraquíes desertores.

Sin embargo, estas pruebas no impidieron la funesta intervención militar estadounidense ejecutada el 20 de marzo de 2003, a la que se sumaron también las fuerzas británicas y españolas, ya que los líderes de estos tres países, George W. Bush, Tony Blair y José María Aznar, respectivamente, acordaron iniciar la “Operación Libertad Iraquí” en la Cumbre de las Azores, celebrada cuatro días antes del inicio de la invasión con objetivo de poner fin al régimen dictatorial de Saddam, pese a que este hasta no hacía mucho les había sido muy útil para proteger y alcanzar sus intereses hegemónicos en Asia Occidental.

El trío de las Azores, de este modo, puso en marcha su maquinaria de guerra, desoyendo no solo el fuerte clamor de sus propios ciudadanos que consideraban esta “operación” militar una nueva intervención colonialista de Occidente sobre la región asiática, sino también de la rotunda objeción de otras naciones del mundo.

Lo que es peor es que a los señores de la guerra no les importó en lo más mínimo las devastadoras consecuencias a las que enfrentarían a la población civil iraquí, pues está más claro que el agua que Washington y sus aliados europeos, al enviar a sus fuerzas militares a Irak so pretexto de buscar y destruir los supuestos arsenales de armas de destrucción masiva en poder del régimen baasista iraquí y, de paso, poner fin a los vínculos de este dirigente con el grupo terrorista Al-Qaeda, liderado por el también asesinado Osama Bin Laden, no tenían la intención de luchar y derrotar a un régimen totalitario que ellos mismos habían apoyado y nutrido para consumar sus políticas hegemónicas e imperialistas en la región del oeste de Asia, sino que más bien buscaban dominar y controlar con absoluta impunidad los ricos y vastos recursos naturales de esta nación árabe en lo que supone un nuevo giro de la doctrina imperial de los occidentales, encabezados por Estados Unidos.

En esta línea doctrinal, Donald Rumsfeld, secretario de Defensa de EE.UU. en el momento de los hechos, llegó a admitir después ante la Comisión de Asuntos Militares del Senado que la invasión de Irak no se llevó a cabo porque hubiera nuevas pruebas sobre arsenales de destrucción masiva del régimen de Bagdad, sino porque se reinterpretó la información que ya se disponía en base al prisma de la experiencia de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en el territorio estadounidense.

En la comparecencia ante el Comité de Servicios Armados del Senado, Rumsfeld aseguró que la coalición invasora no actuó en Irak porque se hubiera descubierto nuevas pruebas que apuntaran a intentos del régimen bagdadí por hacerse con armas de destrucción masiva, sino porque, al margen de los errores que se cometieron, la prueba de que Bagdad tenía esos programas era que el dictador Saddam “seguía mintiendo y obstruyendo que los inspectores de la ONU” visitasen los sitios donde se guardaban las armas iraquíes.

Esta invasión militar, que se puso en marcha, partiendo de simples suposiciones en lugar de pruebas fehacientes, ha recibido muchas críticas, incluso el actual presidente de EE.UU., Donald Trump, llegó a reconocer en 2018 que la decisión de Bush de invadir el territorio iraquí había sido la peor decisión tomada en la historia de Estados Unidos, y eso ya es mucho decir proviniendo de quien es correligionario del aquel entonces mandatario republicano.

En segundo lugar, existe una extensa evidencia generalizada sobre los crímenes de guerra cometidos por EE.UU. en Irak, incluidos asesinato de civiles, violación de las leyes de guerra, maltrato de prisioneros de guerra, saqueo del patrimonio cultural y propiedades públicas y privadas y destrucción de ciudades y pueblos ajenos a las zonas bajo conflicto, entre otras muchas atrocidades.

El asesinato de civiles, en su mayoría mujeres y niños, bajo el argumento de que los habían confundido con un objetivo militar “legítimo”; ataques aéreos sin previo aviso; bombardeos aéreos a objetivos donde se celebraban reuniones civiles, como bodas y funerales; uso de bombas no inteligentes (no guiadas); asesinatos premeditados y disparos al azar desde vehículos contra masas en general, son solo una parte de los crímenes de guerra perpetrados por las fuerzas invasoras estadounidenses en cualquier rincón del territorio iraquí.

La nación árabe perdió el 60 por ciento de su infraestructura de red de suministro de agua potable, el 75 por ciento de su infraestructura médica y sanitaria y el 80 por ciento de su infraestructura de red de suministro eléctrica como resultado de la invasión de las tropas occidentales, lideradas por las brigadas de combate estadounidenses. 

Según diversos informes, aproximadamente más de medio millón de iraquíes perdieron la vida durante la guerra liderada por Estados Unidos en Irak y la posterior ocupación.

Iraq Body Count (IBC), una organización que se ha dedicado a contabilizar el número de víctimas de la guerra, mediante una verificación cruzada de los informes de los medios de comunicación y otras cifras como los registros de las morgues iraquíes, sostiene que en Irak murieron al menos 288 000 personas, de las que el 72 % eran civiles. Según sus datos, desde marzo de 2003 hasta junio de 2020, se han registrado entre 185 194 y 208 167 muertes de civiles.

De acuerdo con IBC, el período más sangriento para los civiles fue el mes de la invasión de marzo de 2003, en el que perdieron la vida unos 3977 iraquíes: no obstante, la fuente señala que desde entonces se han registrado entre 97 461 y 106 348 muertes de civiles hasta julio de 2010, siendo el mes previo al que la última brigada de combate de EE.UU. abandonó el país árabe, dejando, eso sí, en Irak a unos 50 000 efectivos militares involucrados en el proceso de transición interna; en otras palabras, seguir manteniendo intacto su dominio absoluto y el de sus socios sobre este territorio bajo otro pretexto posible.

Sin embargo, otro estudio elaborado por The Lancet, una revista médica británica, y publicado en 2006, estima en 654 965 la cifra de iraquíes muertos, de la que 601 027 perdieron la vida por actos violentos relacionados con la invasión, siendo la causa más común los disparos. [2]

Estos espeluznantes datos, junto a los casi 400 000 documentos internos del Ejército de EE.UU., divulgados en octubre de 2010 por el portal Wikileaks, han puesto al descubierto los sistemáticos abusos, torturas y ejecuciones extrajudiciales cometidos durante la guerra de Irak por las tropas aliadas, lideradas por las fuerzas estadounidenses.

Según Julian Assange, fundador del célebre sitio de publicación en la red de informaciones filtradas, la difusión de los abusos de derechos humanos en la guerra de Irak por parte de las fuerzas invasoras constituye un relato infame de la brutalidad al que fue sometida la población civil iraquí casi a diario durante todo el periodo de guerra.

Una de las filtraciones, colgadas en el portal Wikileaks, que más desprecio causó entre la opinión pública por su violencia explícita, fue un vídeo que llevaba por título ‘Asesinato colateral’ donde se podía observar cómo soldados estadounidenses a bordo de helicópteros Apache abrieron fuego indiscriminado y mortal contra civiles inocentes en Irak. [3].

De acuerdo con WikiLeaks, se trataba de una filmación grabada en Bagdad, la capital iraquí, en 2007 en la que las tropas estadounidenses disparan contra una docena de personas, asesinándolas a todas. Las autoridades militares de EE.UU. alegaron en su defensa que en ese momento sus soldados creían que los civiles en cuestión portaban armas.

Abu Ghraib, barbarie de militares sadomasoquistas de EE.UU. escenificada en civiles inocentes iraquíes

Otro producto de la invasión aliada aún más macabro, si cabe, donde se revela la tragedia humana padecida por civiles iraquíes, fue la brutalidad que se consumó detrás de los barrotes de la prisión de Abu Ghraib, donde quedó evidenciado cómo los mandos estadounidenses hicieron la vista gorda ante las denuncias de sus propios soldados frente a tantas atrocidades cometidas en el marco de la llamada lucha antiterrorista de EE.UU. en esta instalación penitenciaria, situada en el oeste de Bagdad.

Las horrendas imágenes captadas desde el interior de la cárcel de Abu Ghraib, donde se gestó un proceso de deshumanización que culminaría con todo tipo de abusos y vejaciones contra unos 2000 iraquíes, entre hombres, mujeres y niños que estaban recluidos en esa prisión controlada por militares estadounidenses, conmocionaron al mundo, cuando fueron difundidas el 28 abril de 2004 por la cadena estadounidense CBS.

En las fotos que dieron la vuelta al mundo en las cuales se podían ver a soldados estadounidenses maltratando a presos iraquíes, mostraban a los detenidos desnudos apilados formando una pirámide que habían sido forzados a simular actos sexuales y a adoptar posturas humillantes.

En cuanto saltó el escándalo de los abusos en Abu Ghraib por la filtración de las fotos que hicieron los propios soldados estadounidenses, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) advirtió de que al menos el 80 % de los detenidos era inocente y ni siquiera formaba parte de la insurgencia iraquí contra las tropas de invasión aliada, lideradas por EE.UU.

En las instantáneas se revelaban vejaciones tan atroces, que llevaron a una gran parte de los reos a golpearse la cabeza contra la pared porque no podían soportarlas, según relataron algunas de las personas que sufrieron en sus propias carnes estas humillaciones, como fue el caso de Ali Shallal al-Qaisi.

Una foto, que estremeció al mundo, mostraba a Al-Qaisi con la cabeza cubierta por un saco y desnudo con unos cables eléctricos conectados a sus dedos y órganos genitales obligado a mantenerse en equilibrio sobre un cajón bajo la amenaza de ser electrocutado si caía al suelo.

A los detenidos sometidos a interminables interrogatorios les obligaban a presenciar las torturas practicadas a otros reos a fin de sonsacarles alguna información en forma de confesión que fuera de interés para los oficiales estadounidenses, conforme relatan los medios que anotan, a la vez, cómo muchas chicas eran violadas delante de sus padres, o mujeres ante sus maridos, o niños delante de sus progenitores.

Entre las técnicas empleadas habitualmente por el personal militar de la potencia ocupante se encontraba la simulación de ahogamiento con agua o más conocido como “waterboarding”, según testimonio de Al-Qaisi a los medios que hicieron eco de tales barbaries. [4]

Otra imagen difundida mostraba a una oficial estadounidense, llamada Lynndie England, sosteniendo a un prisionero con un cinturón de tal forma que parecía una correa para pasear perros. Ella misma reveló años más tarde en una entrevista que cumplía órdenes de convertir los procesos del periodo de interrogatorio en una especie de infierno para los prisioneros de Abu Ghraib a fin de obligarles a confesarse.

El Centro Europeo para los Derechos Constitucionales y Humanos (ECCHR, por sus siglas en inglés) llegó a asegurar que había pruebas de que las torturas eran sistemáticas y obedecían a una política dictada desde mandos superiores del Ejército estadounidense en la misión en Irak. Tras el destape del escándalo de estas prácticas abusivas y vejatorias ejecutadas contra los civiles injustamente detenidos en Abu Ghraib, el control de estas instalaciones se transfirió a las autoridades iraquíes en agosto de 2006 y se clausuró años más tarde por razones de seguridad.

Diez años después de las primeras imágenes reveladas que daban fe del trato inhumano y criminal infligido a los prisioneros iraquíes en Abu Ghraib, la industria filmográfica hollywoodense estrenó un largometraje llamado ‘Boys of Abu Ghraib’ en el que se revivía las horripilantes instantáneas de la tortura de prisioneros por los interrogadores estadounidenses en el centro penitenciario.

En la película se muestra el grado de crueldad con la que los oficiales estadounidenses llegaron a humillar, lacerar y abusar de prisioneros iraquíes de mil maneras perversas, y entre otras escenas, de las tantas que fueron inmortalizadas en fotografías, los espectadores pudieron ver a hombres obligados a simular actos sexuales junto a otros prisioneros o a personas desangrándose en pasillos oscuros.

El Pentágono, por su parte, hizo todo lo posible para impedir que esta cinta viera la luz, pues sus fotogramas eran tan trágicos e inhumanos que expresaban en un modo muy visible las interminables y perturbadoras atrocidades de estadounidenses en Abu Ghraib; acciones extrapolables, a su vez, a todo territorio iraquí bajo dominio de las fuerzas de ocupación.

Con el paso de tiempo los estadounidenses, junto con sus socios, viendo que podían perder el control sobre Irak debido a la aparición de movimientos opositores y resistentes a su criminal invasión militar, y, por ende, sobre el resto de los territorios del oeste de Asía, comenzaron a trazar un nuevo plan con tintes conspiratorios que allanó el camino a la creación y el posterior patrocinio del grupo terrorista del EIIL (Daesh, en árabe), con el único objetivo de poner en marcha una campaña devastadora para la total desintegración de los países regionales y justificar, de paso, la presencia de las fuerzas norteamericanas en la zona y, de este modo, posibilitar a Washington y sus cómplices dominar los vastos recursos naturales de estos lares. Empero, esta es otra crónica para desarrollar que contaremos en otra entrega.

continuará...

krd/ncl/mkh

Referencias:

[1]. Iraq's continuing programs for weapons of mass destruction, https://www.cia.gov/library/readingroom/docs/DOC_0001075566.pdf

[2]. Mortality after the 2003 invasion of Iraq: a cross-sectional cluster sample survey, by The Lancet.

[3]. https://collateralmurder.wikileaks.org/

[4].https://dearkitty1.wordpress.com/2018/03/30/abu-ghraib-iraq-torture-for-complaining-about-garbage/

Fuente: Hispantv


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