Tenía tres o cuatro años… Era el comienzo de su dulce hablar, encontraba tranquilidad en los brazos de su padre, y añoraba su amor con todo su ser. El dolor de la falta de madre fue compensado con las caricias de su tía Zainab, quien estuvo a su lado como una madre amable en todo momento, y la cuidó como una joya preciosa.
Desde que la caravana llegó a Karbala, Ruqaya no se separó de su padre ni por un momento.
Uno de los miembros del ejército de Yazid dice: “Estaba parado entre las dos líneas del ejército, vi a una niña de la descendencia del profeta (P) salir, corrió hacia el Imam, se agarró de sus piernas y dijo: ¡Padre, mírame! Estoy sedienta. Esta petición desgarradora de esa niña sedienta de dulces palabras fue como sal en las heridas del corazón del Imam y lo turbó. Las lágrimas fluyeron involuntariamente de los ojos de Aba Abdilah (P) y dijo: ¡Mi hija, Ruqaya! Que Dios te de agua, porque Él es mi apoderado y mi refugio”
Entonces tomó a la niña de la mano, la llevó a la tienda de campaña, la entregó a sus hermanas y regresó al campo de batalla. A veces, la alfombra de rezar del Imam Hussein (P) se extendía con las pequeñas manos de Ruqaya (P), se sentaba a esperar a que su padre viniera y se parase en esa alfombra para orar, ella disfrutaba de esa reverencia y prosternación del Imam hacia Dios.
En el mediodía de Ashura, estaba esperando a su padre como de costumbre, pero después de un tiempo, Shimr entró a la tienda de campaña y vio a Ruqaya (P) junto a la alfombra de oración de su padre, este hombre maldito respondió a su pregunta con una fuerte bofetada en su pequeño rostro.
El cautiverio es difícil y el ser huérfano es un dolor profundo. Una niña de tres años… ¿Cómo podría soportar todo el sufrimiento de la sed y el tormento del cautiverio? Y peor aún, tener que sufrir el dolor de la orfandad; el corazoncito de una niña de tres años que ha aprendido a latir con los latidos del corazón de su padre y no pasaba la noche sin que él le acaricie su cabeza. Pero... pero ella es Ruqaya de Hussein y ha heredado su grandeza.